lunes, 15 de mayo de 2023

PATRONO DE LOS LABRADORES

Se entiende por labrador a aquella persona que se dedica a la labrar la tierra y por extensión a aquellos que la cultivan, por lo que vendría a ser en cierta medida un sinónimo de agricultor.
Toda profesión tiene en el mundo occidental, marcado en gran medida por la religión Católica durante siglos, un Santo Patrono que, en el caso de los labradores, es SAN ISIDRO.


San Isidro, patrono de los labradores.

Veamos antes que nada en qué consiste la faena de labrar la tierra y que es fundamental para el correcto desarrollo de las plantas.
Al principio, el hombre labraría la tierra con métodos sumamente rudimentarios, utilizando palos endurecidos al fuego, piedras, e incluso huesos y cuernos de animales, surgiendo con el paso del tiempo una herramienta que no ha cambiado mucho durante miles de años y que permitió labrar la tierra de manera más rápida y "cómoda": la azada.
Las primeras azadas, serían simplemente una piedra atada a un palo para, tras la invención de la metalurgia, pasar a contar con una hoja de metal.
Esto se hacía con la finalidad de remover la tierra para permitir el crecimiento de las semillas, eliminar las malas hierbas y facilitar el riego.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez con la azada.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, esto no permitía que un hombre pudiese labrar una gran superficie de terreno siendo necesaria la ayuda de muchas personas para poder preparar la tierra en el momento idóneo para la siembra, lo que hacía imposible la realización de otras actividades.
Todo cambiaría con la utilización del arado, que permitía realizar la labranza de una manera mucho más rápida y sin realizar tanto esfuerzo.
Existen pinturas en el Antiguo Egipto que nos demuestran el uso de arados tirados por parejas o yuntas de vacas.

Escena de labranza en la tumba de Sennedyem.
Siglo XIII a.C.

Pese a que los primeros arados eran sumamente sencillos, fueron tan eficaces que no han cambiado gran cosa en los últimos 3.000 años y aún en muchos lugares se utilizan exactamente los mismos arados que utilizaron los antiguos egipcios.
En la península Ibérica ha sido muy utilizado hasta hace tan sólo unas décadas, y todavía se utiliza en algunas zonas, el llamado "arado romano" que es prácticamente idéntico al usado por los egipcios.

Arado romano.
Navacepeda de Tormes.
(c) Silvestre de la Calle García.

En época más reciente, aparecerían arados de metal que se consideraban más ligeros y duraderos, pero cuyo funcionamiento era muy similar al de los arados romanos aunque la reja tradicional fue sustituida por la vertedera que permitía remover mejor la tierra.
Posteriormente, aparecerían los arados modernos arrastrados por tractores, facilitando aún más el trabajo.

José Miguel Jiménez Díaz arando con arado de metal tirado por un caballo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Durante miles de años, varias han sido las especies animales utilizadas para el tiro de arados: vacas, caballos, burros, mulos, dromedarios, yaks, búfalos de agua...
Sin embargo, en España los más utilizados han sido los vacunos y los equinos, además de los dromedarios, conocidos popularmente como camellos, en el archipiélago canario y, de forma mucho más anecdótica, en el sur peninsular.

Isabel López Arrabé con su yunta de vacas Avileñas bociblancas.
Puerto del Pico, Villarejo del Valle (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

El ganado vacuno, ha sido sin lugar a dudas el más utilizado para la labranza debido a su enorme fortaleza y docilidad.
Se utilizan tanto las hembras como los machos, pudiendo utilizar estos tanto enteros (toros) como castrados (bueyes).
Las vacas se han utilizado, generalmente, cuando la superficie a labrar es reducida debido a que tienen que compatibilizar el trabajo con la cría de terneros e incluso con la producción lechera. Además, durante el último periodo de gestación tampoco pueden trabajar en exceso.

Juan Manuel Yuste e Isabel López labrando con la yunta de vacas.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Los machos enteros o toros, se han utilizado con bastante frecuencia en el sur peninsular y en las Islas Canarias pero deben estar bien domados ya que por lo general son bastante difíciles de manejar. 
Su fuerza es muy superior a la de las vacas y pueden utilizarse sin problema alguno durante todo el año.

Toros Castellanos de la Axarquía.
Cártama (Málaga)
(c) Francisco Porras.

Los machos castrados o bueyes, han sido muy empleados para la labranza de grandes extensiones de terreno además de ser utilizados para el tiro de carros y el arrastre de piedra y madera, labor que también podían realizar las vacas.
Un buey, que no debe confundirse con un cabestro, es un bovino macho castrado después de la pubertad por lo que su aspecto recuerda al de un toro aunque suelen ser ligeramente más estilizados y de mayor tamaño.

Yunta de bueyes Avileños.
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Aunque pueden utilizarse de manera individual, lo habitual es utilizarlos en pareja o yunta, aumentando así su capacidad de tracción.
Los bovinos pueden tirar de aperos muy pesados, siendo capaz de hundir mucho el arado, lo que permite remover mejor la tierra.
Sin embargo, su ritmo de trabajo es relativamente lento y mantenimiento es caro, al necesitar pastos frescos y abundante pienso y forraje cuando no se dispone de pasto.

Buey Avileño Bardino.
La Adrada (Ávila).
(c) Miguel Alba Vegas.

Desde la época romana, las yuntas de bueyes y vacas fueron una imagen icónica del campo ibérico y los propios monarcas medievales favorecieron su uso al limitar la cría de mulas al sur del río Tajo para favorecer la cría caballar.
En el resto de España, aunque podían criarse mulas, las yeguas eran demasiado pequeñas por lo que no eran estimadas para la crianza, viéndose los labradores españoles obligados a utilizar bueyes.

Yunta de bueyes Avileños.
Cuevas del Valle (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, aunque en el siglo XVI se comenzaron a roturar grandes extensiones de terreno para poder alimentar a la creciente población y a que los bueyes y vacas comenzaron a ser sustituidos por mulas en las zonas más secas y llanas, en las áreas montañosas los bovinos mantuvieron su preponderancia como animales de labor hasta la llegada de la mecanización.

Jesús Marina Jiménez arando con su yunta de vacas.
Año 2008.
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Hoy en día, las vacas, toros y bueyes aún se siguen utilizando para labrar la tierra en zonas de difícil acceso o en parcelas muy pequeñas donde el uso de maquinaria no resulta rentable. 
En el norte peninsular, en algunas islas del archipiélago Canario, ciertas zonas montañosas del centro y sur peninsular, las parejas o yuntas de vacas no son una imagen del pasado.

Yunta de vacas Castellanas de la Axarquía.
Cártama (Málaga)
(c) Francisco Porras.

Sin embargo, los bovinos son utilizados cada vez menos para la labranza mientras que se usan más con carácter folklórico en fiestas y romerías tirando de carretas así como para deportes tradicionales como el arrastre, muy popular en el norte peninsular, así como para fiestas en las que se recrean antiguos oficios tradicionales.

Arrastre con pareja de vacas Tudancas.
Gandarilla (Cantabria)
(c) Miguel Alba Vegas.

Respecto a los equinos (caballos, mulos y burros) podemos analizarlos desde una perspectiva común aunque haya ciertas diferencias entre ellos.
Pese a que en numerosas zonas del mundo, los caballos fueron y son utilizados para el trabajo agrícola, han sido quizás los animales menos utilizados para tal menester.
Pueden emplearse los machos o caballos, normalmente castrados, y las hembras o yeguas aunque con las mismas consideraciones que los bovinos.

José Miguel Jiménez Díaz labrando con un caballo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los caballos fueron considerados en la península Ibérica durante siglos o milenios animales demasiado valiosos para utilizarlos en la labranza.
Eran animales de montura en tiempos de paz y valiosas cabalgaduras en tiempos de guerra, empleándose las pequeñas razas del norte peninsular, conocidas popularmente como jacas, para la carga y el tiro ligero debido a su pequeño tamaño, lo que tampoco los hacía muy adecuados para la producción mulatera.

Caballos Monchinos en Cantabria.
(c) Isaac Díaz.

No obstante, en ocasiones eran empleados como animales de labor pero no sería hasta el siglo XIX y principios del XX, cuando tras cruzar a nuestras yeguas autóctonas con sementales extranjeros, principalmente razas francesas como la Bretona, se obtuvieron caballos de tipo semipesado y pesado aptos para el trabajo agrícola.
Actualmente, el uso de caballos como animales de tiro y especialmente de labranza es cada vez menos frecuente aunque se llevaba a cabo en zonas de montaña o donde la mecanización es complicada por el pequeño tamaño de las parcelas.

José Jiménez Jiménez arando con una yegua. 
Año 2010.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin lugar a dudas, los mulos fueron los animales más utilizados para la labranza pudiendo hablar de dos tipos de mulos:
- Mulo verdadero,  mulo yeguato, mulo castellano, macho: hijo de yegua y burro.
- Burdégano, mulo burreño, mulo romo: hijo de burra y caballo.
Por su procedencia híbrida, los mulos son estériles. 
En el caso de los machos son totalmente estériles pero producen testosterona a niveles normales por lo que son muy agresivos y deben castrarse.
Las hembras, pueden ser fértiles en un porcentaje bajísimo de los casos y su comportamiento es realmente impredecible por lo que, aunque buenas para la labranza, no son apreciadas por muchos ganaderos y labradores.

Mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

Los mulos comenzaron a ser muy estimados como animales de labranza a partir del siglo XVI aunque se llevaban utilizando ya durante siglos.
También se utilizaban como animales de carga, de arrastre, para el tiro de carros y carruajes e incluso como animales de montura aunque su uso estuvo bastante restringido por las autoridades durante siglos para favorecer, como ya dijimos, la cría de ganado caballar.

Ángel de la Calle Vicente arrastrando madera con un mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Aunque ya durante el reinado de Alfonso X se dictaron algunas leyes contra la cría de mulos, sería Enrique IV el que dictaría medidas verdaderamente severas que impedían criar mulas en el sur peninsular por ser la zona donde había mejores yeguas.
Hasta 1834 no se decretó la libre hibridación entre caballos y asnos.

Yegua con su muleta.
Talayuela (Cáceres)
(c) Isidro Pérez.

Los mulos se han seguido utilizando hasta nuestros días como animales de tiro, carga y montura, especialmente en las zonas de orografía más complicada y clima seco y caluroso.
Presentan algunas ventajas con respecto a los bovinos, ya que son más sobrios en cuanto a la alimentación y trabajan a un ritmo mucho más rápido.
Sin embargo, no profundizan tanto al labrar, diciéndose que "arañan" en lugar de arar la tierra.
Hoy en día, los mulos siguen utilizándose para el laboreo en zonas de difícil acceso, pudiendo utilizarse solos o en yunta dependiendo de su fuerza y del trabajo que deban realizar.

Ángel de la Calle Vicente pasando el cultivador al tabaco con un mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los burros o asnos, por su parte, han sido muy utilizados en aquellas regiones donde los animales ya citados no podían utilizarse debido al abrupto terreno y los pobres pastos así como por la gente más humilde debido a que son fáciles de mantener y por la gente mayor dada su gran docilidad.

Ángel de la Calle Vicente arando con una burra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Olga de la Calle Santos.

Los burros y burras pueden utilizarse indistintamente para la labranza, aunque la fortaleza de los machos es superior a la de las hembras. Estas últimas deberán trabajar poco en ciertos periodos igual que las yeguas y vacas para que los fetos se desarrollen adecuadamente y para que los recién nacidos puedan mamar.
Es conveniente que los burros machos estén castrados porque pueden ser animales muy agresivos en época de celo.

Alonso de la Calle Hidalgo arando con un burro castrado.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Colección Familia De la Calle.

La prohibición de criar mulos en el sur peninsular, favoreció ciertamente a los caballos, pero también a los burros ya que al no poder utilizarse mulos, en diversas zonas de la península Ibérica se seleccionaron razas asnales de gran tamaño que fuesen capaces de realizar los mismos trabajos que un mulo.

Ángel de la Calle Vicenta con un burro de gran tamaño.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Olga de la Calle Santos.

Actualmente, aún se utilizan burros en algunas regiones pero es algo cada vez más raro, al igual que hemos relatado al tratar sobre las demás especies de animales de labor.

Jesús Marina Jiménez arando con su yunta de burras.
Año 2018.
Navacepeda de Tormes (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero ¿Qué relación hay entre San Isidro, los labradores y los animales de labranza?
Veámoslo.
Isidro vivió en la actual ciudad de Madrid a caballo entre los siglos XI y XII trabajando como labrador para el poderoso caballero Juan de Vargas quien en 1083 había estado al frente de la conquista de Madrid siendo rey Alfonso VI de León y de Castilla.
En cierta ocasión, unos compañeros dijeron a Juan de Vargas que Isidro abandonaba el trabajo para rezar por lo que decidió espiarlo para ver si esto era cierto. Contempló atónito como mientras Isidro rezaba, su yunta era conducida por ángeles.

Yunta de vacas.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Realmente, no es el único milagro que realizó San Isidro durante su vida y también tras su muerte, algo necesario para que el Papa Gregorio XV lo canonizase en 1622, pero dado que nuestro blog se centra en aspectos relacionados con la ganadería y la agricultura, nos quedaremos con este aspecto porque es lo que valió para que San Isidro fuese considerado como PATRONO DE LOS LABRADORES y, por extensión, de todas las personas que trabajan en el campo, siendo además el PATRONO DE LA VILLA DE MADRID ya que fue donde vivió junto a su mujer Santa María de la Cabeza.

San Isidro rezando mientras los bueyes aran dirigidos por un ángel.
Imagen de la iglesia de Vega de Mesillas (Cáceres)
(c) Francisco Torres Ruiz.

¿Por qué se representa siempre a San Isidro con una yunta de bovinos y no de otros animales?
Las fuentes escritas no dicen nada, pero es de suponer que los animales utilizados por Isidro fuesen vacas o más específicamente bueyes si tenía que labrar mucha tierra.
Ya hemos dicho que, hasta el siglo XVI, los bueyes y las vacas fueron mayoritariamente los animales utilizados por los labradores hispanos.

Juan Manuel Yuste e Isabel López Arrabé. 2018.
Bien pudieran ser San Isidro y Santa María de la Cabeza con sus vacas.
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

En aquella época, no podía hablarse de razas en el sentido estricto de la palabra, pues este concepto no sería utilizado hasta el siglo XVIII en Inglaterra y hasta bien entrado el XIX en España, pero con total seguridad teniendo en cuenta el área geográfica, se traba de animales del tronco NEGRO IBÉRICO, antepasados directos de razas como la Avileña, la Morucha o la Sayaguesa.
Serían por lo tanto de color negro o negro peceño (con reflejos rojizos) y con el morro blanco o de color más o menos claro.

Aspecto que presentarían los bovinos en la época de San Isidro.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

La festividad de San Isidro, que tiene lugar como todos sabemos el 15 de mayo, es celebrada con gran júbilo tanto en su localidad natal, la Villa de Madrid, como en multitud de pueblos repartidos por toda España especialmente en aquellas zonas donde la agricultura y la ganadería tienen una gran importancia.

San Isidro en la iglesia de Vega de Mesillas, Collado (Cáceres).
(c) Francisco Torres Ruiz.

Al ser una fecha en la que ya suele hacer buen tiempo, es común la realización de romerías en ermitas situadas cerca de los campos de cultivo. Tras la Misa y la correspondiente procesión, a menudo conduciendo al santo en una carreta tirada por bueyes, es frecuente que los sacerdotes realicen la bendición de los campos y de los animales de labor. 
Hoy en día, debido a que las labores del campo se realizan a menudo con maquinaria, se bendicen a menudo en estas celebraciones los tractores y aperos agrícolas así como los caballos que acuden a las romerías citadas.

El P. Francisco Torres Ruiz, bendiciendo a los caballos y jinetes.
Vega de Mesillas, Collado (Cáceres)

IMPORTANCIA DE LOS LABRADORES.
El oficio desempeñado por agricultores y ganaderos es fundamental para la sociedad, constituyendo el sector primario la base de todo sistema productivo.
De ninguna manera puede el hombre dedicarse a otras actividades sin los agricultores y ganaderos que, con el esfuerzo de su trabajo diario, tal y como hizo su glorioso patrono San Isidro, hacen que los alimentos lleguen cada día a nuestras mesas.
Sin embargo, terminaremos aquí este artículo y hablaremos otro día del origen de los alimentos que consumimos.

Sirva este artículo de sencillo pero sincero homenaje a todos los labradores españoles.

¡VIVA SAN ISIDRO! ¡VIVA LOS LABRADORES!

Isabel López Arrabé y Juan Manuel Yuste Apausa.
Ganaderos y labradores.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

ENLACES DE INTERÉS:

- LAS CABALLERÍAS DE LABOR.

- EL GANADO VACUNO DE LABOR.


Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

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