LA MUDA EN CANTABRIA

Con el nombre de MUDA se conoce en Cantabria a los desplazamientos cíclicos y ordenados realizados anualmente con el ganado vacuno y de otras especies entre las zonas bajas donde permanecen en invierno y los pastos de altura ocupados durante los meses estivales, para retornar en otoño nuevamente a los valles.
Este sistema, muy extendido en zonas montañosas de España y Europa, adquirió especial importancia en Cantabria donde podemos diferenciar dos tipos de muda: la muda pasiega y la muda en el resto de Cantabria.



LA MUDA PASIEGA.
Con el nombre de MUDA PASIEGA se conoce a los desplazamientos periódicos y organizados realizados por los vaqueros pasiegos, habitantes de Las Tres Villas Pasiegas (Vega de Pas, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera) situadas en el centro-este de Cantabria en la comarca de Los Valles Pasiegos, también conocida como Pas-Miera o Pas-Pisueña, Miera.

Vaca y novillo de raza Pasiega.
(c) La Ferrería.

Es imposible resumir todo el universo pasiego en un breve artículo puesto que es un tema para escribir un libro y de hecho, hay muchos y buenos, por lo que aquí nos centraremos en hablar de la muda pasiega, movimiento que los vaqueros realizaban con sus vacas, todos sus animales y toda la familia trasladándose desde la cabaña situada en el fondo de los valles a la cabaña o cabañas situadas a mayor altitud con la doble finalidad de aprovechar los pastos y de segar la hierba de los prados bajos para almacenarla y alimentar al ganado en invierno.

Prados y cabañas pasiegas.
(c) Ana Rubio Ruiz.

Durante el invierno, los pasiegos y sus ganados vivían en cabañas situadas en el fondo de los valles.
Estas construcciones de planta rectangular y una dimensión aproximada de 12 metros de longitud por 7 metros de anchura, cuentan con dos niveles. 
En el inferior, se encuentra la cuadra destinada a alojar al ganado vacuno que es amarrado o prendido a los pesebres situados a lo largo de los muros largos de la cabaña.
En el nivel superior, al que se accede por unas escaleras exteriores o por una plataforma denominada patín, se encuentran la vivienda familiar y el payo para almacenar la hierba seca que servirá de sustento al ganado durante los meses invernales.

Vacas entrando a una cabaña pasiega.
(c) Iván Fernández Pelayo.

En los alrededores de la cabaña había varios prados separados entre sí por pequeños muros de piedra seca cuya finalidad era mantener controladas a las vacas que pastaban en un prado hasta que consumían toda la hierba para luego ser trasladadas a otro y así sucesivamente hasta que habían consumido la hierba de todos los prados para volver nuevamente al primero o, si no era posible, realizar la muda o cambio.

Vaca Pasiega.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

En primavera, cuando la hierba de los prados más altos ya había crecido suficiente debido al aumento de las temperaturas, los pasiegos emprendían la muda con la doble finalidad de dar descanso a los prados de los valles y de reservar los mejores para poder segarlos en verano y almacenar la hierba seca en el payo de las cabañas para que sirviese de alimento al ganado en invierno.

Segando la hierba con el dalle.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La muda afectaba a la práctica totalidad de los miembros de la familia y a casi todos los animales que poseían.
Sólo algunas jatas demasiado pequeñas, algún animal demasiado débil o las vacas que se estaban preparando para ser vendidas en el otoño, quedaban en la cabaña de invierno al cuidado de algún miembro de la familia.
Si esto era así, se dejaba también alguna vaca que diese leche para el sustento del cuidador que quedase en la cabaña, alguna gallina para que pusiese huevos...

Vaca y jatos.
(c) Granja La Ferrería.

El resto de la familia partía para la cabaña de verano. Muchas familias eran únicamente propietarias de dos cabañas por lo que pasaban alrededor de 6 meses en cada una, pero otras familias poseían varias cabañas y realizaban la muda más de dos veces.
Cuando hacían este traslado, que era un momento de gran alegría, los pasiegos decían que iban "a espantar la campizuela", nombre dado popularmente a la comadreja, animalito que vivía en los huecos de las paredes de piedra de los prados y cabañas.

Comadreja o campizuela.
(c) Miguel Alba Vegas.

Lo primero que hacían los vaqueros era cargar todos los utensilios de cocina y aquellos necesarios para el ordeño de las vacas y la elaboración de los productos lácteos en un burro.
Estos animales jamás faltaban en ninguna cabaña pasiega puesto que eran imprescindibles para la muda y para el transporte.
Si se tenían dos o más burros, se procuraba tener al menos una burra que además de como animal de carga, sirviese también parar criar todos los años un borrico o una mula cuya venta supusiese un ingreso extra para la familia.
Solían ser burros negros con el morro blanco. 
A veces, los burros eran sustituidos por yeguas o mulas e incluso convivían dos o las tres especies de équidos.

Burro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el otro burro se cargaban dos grandes cuévanos. En uno de ellos se cargaban las gallinas y en el otro algún cerdito pequeño que no pudiera hacer el viaje a pie.
Las gallinas eran imprescindibles para abastecer a la familia de huevos y pollos para el consumo y la venta.
Podían pertenecer a dos razas totalmente diferenciadas. Por un lado estaba la Pedresa, gallina ligera y con la orejilla blanca y por otro estaba la Cántabra, gallina semipesada y con la orejilla roja.

Gallinas Pedresas (izda.): Ganadería Áurea y Juan Quintial.
Gallinas Cántabras (dcha.): Fernando Martín González.

Los cerdos, que también eran fundamentales para el sustento familiar, iban a pie si eran grandes o cargados en un burro. Antiguamente predominaron los cerdos blancos de tipo Celta autóctonos del norte de España luego fuertemente influenciados o sustituidos por los cerdos celtas modernos importados de las Islas Británicas y Centro Europa y que eran el resultado del cruzamiento de cerdos chinos y los cerdos celtas genuinos.

Cerdos.
(c) Miguel Alba Vegas.

Detrás de los burros y los cerdos iba el ganado menor compuesto por las ovejas y cabras que, aunque en corto número no solían faltar en las cabañas construyendo para su alojamiento una construcción denominada colgadizo, adosada a uno de los muros largos de la cabaña.
Las ovejas pertenecían al tipo Lacho si bien no pertenecían estrictamente a esta raza sino más bien a la Carranzana de cara negra. Proporcionaban lana para el tejido de prendas de vestir y corderos para la venta, constituyendo así un importante complemento para la economía familiar.
En los prados cumplían un papel fundamental al consumir las hierbas más cortas e igualar las huellas dejadas por las vacas.

Ovejas Carranzas de cara rubia.
(c) Miguel Alba Vegas.

Las cabras pertenecían al tipo conocido como Cabra del Asón, animales de gran tamaño, de capa negra, lobata o corza. 
Estos animales proporcionaban leche para criar a alguna jata o para el consumo familiar tanto fresca como transformada en queso, pudiendo así destinar la leche de las vacas a la elaboración de productos lácteos para la venta. También proporcionaban exquisitos cabritos para el consumo o la venta.
Si permanecían en los prados, consumían las malas hierbas desdeñadas por vacas y ovejas.

Cabra del Asón.
(c) Sergio Arriola Gómez.

Y tras todo este séquito de pequeños animales, iban las reinas de la casa: las vacas.
La vida de los pasiegos no se puede entender sin sus vacas. Forman un binomio inseparable pues dependían los unos de los otros para sobrevivir siendo imposible el poblamiento humano de los valles pasiegos tal y como lo conocemos sin la presencia de las vacas que, lógicamente, tampoco podrían vivir sin la ayuda del hombre.

Vacas Pasiegas.
(c) Granja La Ferrería.

Durante siglos, la raza criada por los pasiegos fue la vaca Pasiega, conocida también por muchos como Roja Pasiega, debido a su pelaje rojizo de tonalidades variables y mucosas oscurecidas.
No era esta raza exclusiva de los Valles Pasiegos sino que estaba extendida por todos los valles del oriente de Cantabria a excepción de la zona de Guriezo, donde se criaba la indómita Monchina. 
Para conocer más sobre LA VACA PASIEGA recomendamos al lector que consulte el artículo dedicado exclusivamente a ella en este mismo blog (Ver enlace al final).

Vaca Pasiega.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

La Pasiega, que es la única raza bovina autóctona de la península Ibérica especializada en la producción de leche ya desde el siglo XVIII o XIX cuando el resto del ganado bovino se criaba por su doble aptitud trabajo-carne y eventualmente para la producción lechera pero no de manera tan sistemática, debía ser ordeñada a diario 1 ó 2 veces, lo que obligaba a los vaqueros a permanecer todo el año junto a las vacas, motivo por el cual para evitar la separación del padre y el resto de la familia, todos se trasladaban con las vacas, naciendo así la muda pasiega que es diferente de otros tipos de muda, pudiendo compararse únicamente con el sistema de explotación seguido por los vaqueiros de alzada de Asturias.

Vacas Pasiegas.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Como quedó apuntado más arriba, todo el ganado bovino de la familia, se mudaba desde la cabaña de invierno a la cabaña de verano o a otras intermedias: jatas, hembras de 1 a 3 años, vacas preñadas, vacas paridas y produciendo leche, el toro....
Al dedicarse los pasiegos a la venta de animales para vida, mantenían siempre un número invariable y concreto de animales divisible en 4 dado que esas eran las categorías en las que se dividían las hembras. Si una familia tenía 12 animales, 3 serían jatas menores de 12 meses, 3 serían hembras de 1 a 3 años, 3 serían vacas preñadas mayores de 3 años y 3 serían vacas paridas y produciendo leche con una edad de 3 a 6 años, edad máxima a la que el pasiego vendía sus vacas.
Naturalmente, para que el sistema funcionase, no podía faltar el toro que era vendido cuando pesaba demasiado para cubrir a las vacas más jóvenes.

Toro Pasiego.
(c) Granja La Ferrería.

Si las jatas más pequeñas no podían ser dejadas en la cabaña de invierno, eran conducidas atadas con la cebilla  por las mujeres y los niños.
Mujeres y niños se encargaban además de arrear al resto del ganado, llevando aquellas en el cuévano cargado a sus espaldas a algún niño demasiado pequeño para hacer el camino a pie.

Jato con cebilla.
(c) Asociación de Criadores Raza Pasiega.

El padre, acompañado por los perros loberos, y montado en otro burro o incluso en un caballo, cerraba la "expedición", enviando a los perros si era necesario corregir el camino de algún animal que se salía de la ruta.
Tanto en los prados y cabañas de invierno como en los de verano, estos animales eran fundamentales como guardianes y para el manejo del ganado así como para defenderlo del ataque de los lobos.

Perro lobero con las vacas Pasiegas al fondo.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Tras una jornada de camino, la familia y todos los animales llegaban a la cabaña y a los prados donde permanecerían desde mayo hasta bien entrado el otoño aunque, como ya dijimos podía haber otras mudas intermedias si la familia disponía de más cabañas.
Ante tanto, ajetreo, la pobre campiezuela no salía de su escondrijo durante todo el verano o lo hacía solo por las noches. 

Cabañas y prados de verano.
(c) Ana Rubio Ruiz.

En ocasiones, los adolescentes de algunas familias subían todavía más arriba con el ganado joven, las vacas estiles o secas, las cabras y las ovejas, ocupando los prados más altos que contaban con sus respectivas cabañas. Estos emplazamientos eran conocidos como branizas.

Novilla pasiega.
(c) Granja La Ferrería.

En las cabañas de verano, el manejo del ganado era similar al que se llevaba a cabo en las cabañas de invierno.
Por la mañana temprano, las vacas eran ordeñadas, actividad para la que los pasiegos tenían una gran habilidad superior, según muchos autores, a la mayoría de vaqueros de Europa. 
Desde los 5 ó 6 años, los chicuzus aprendían a ordeñar a las vacas ayudando así a sus padres y abuelos.
La leche sería después utilizada para elaborar la famosa mantequilla pasiega, ingrediente básico de los célebres sobaos, y también de queso. Además, la leche fresca y natural (mocizo o mocizu) servía de alimento a la familia especialmente para niños y ancianos pues los adultos consumían la leche ya desnatada (mozaizu) sola o en los tradicionales jormigos. La leche y la borona o pan de maíz eran los principales alimentos de los pasiegos.

Neizan Mazo (5 años) ordeñando una vaca.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Tras el ordeño, las vacas salían al prado correspondiente donde permanecían solas o vigiladas por los niños y los perros loberos.
Se aprovechaba ese momento para limpiar la cabaña, labor que aprendían a realizar desde pequeños los niños de forma que sus padres podían dedicarse a otras actividades.

Ian Canales limpiando la cuadra.
(c) Granja La Ferrería

Las vacas permanecían en el prado todo el día, siendo recogidas al atardecer para repetir el proceso del ordeño y dejarlas ya toda la noche en la cabaña.
En ocasiones, las vacas pastaban unas horas al amanecer y al atardecer, permaneciendo las horas centrales del día en la cabaña, algo que hacían durante todo el día si el calor era extremo, pastando en este caso durante la noche.

Ian Canales con una vaca en el prado.
(c) Granja La Ferrería.

Así permanecían los pasiegos hasta que, llegado el otoño, el frío impedía el crecimiento de la hierba de los prados. 
Era el momento de hacer de nuevo la muda pero esta vez en sentido inverso, abandonando las cabañas altas hasta el verano siguiente y dejando tranquila a la campizuela. 

Prados y cabañas nevadas.
(c) Ana Rubio Ruiz.

Ya en los valles, lo primero que hacían los pasiegos era vender las vacas preparadas debidamente para tal fin. Vacas de primer, segundo o tercer parto que producían abundante calidad de leche y cuyo valor doblaba al del resto de vacas que permanecían en la cabaña.
Esas vacas, en principio eran vendidas a ganaderos de las zonas bajas y costeras de Cantabria pero poco a poco comenzaron a exportarse al resto de la Península.

Vaca lista para la venta.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

El puesto dejado por las vacas vendidas, era ocupado pronto por las jatas nacidas o por otras compradas a cambio de los "inútiles" jatos. Así comenzaría un nuevo ciclo, realizando varias mudas hasta que las jatas se convirtieran en vacas que estuviesen listas para la venta.

Vaca Pasiega con su ternero.
(c) Granja La Ferrería.

Y así, año tras año y siglo tras siglos, transcurría la vida de los pasiegos. Para unos desde el siglo XVII ó XVIII, para otros desde que los Valles Pasiegos fueron poblados por burgaleses en la Edad Media y finalmente para muchos posiblemente desde tiempos de los cántabros o incluso antes, los vaqueros Pasiegos llevaron este tipo de vida.
Nada cambió hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando aparece en escena una nueva raza bovina que revolucionaría el panorama ganadero pasiego, cántabro, español y mundial: la vaca Frisona, conocida por los pasiegos como Pinta.

Vaca Frisona o Pinta.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Estas vacas de origen holandés, producían a finales del siglo XIX y principios del XX una media de 10 litros diarios de leche cuando las Pasiegas autóctonas producían "solamente" 8 litros aunque con un porcentaje de grasa muy superior al de las Pintas.
Sin embargo, poco a poco, las Pintas fueron sustituyendo a las Pasiegas aunque el sistema de explotación seguido por los vaqueros pasiegos hasta bien entrado el siglo XX, siguió siendo el mismo, realizando la muda como lo habían hecho siempre y dedicándose a la recría de vacas para la venta más que a la producción de leche.
Pero la paulatina selección de vacas cada vez más especializadas y los cambios en los sistemas de explotación con la introducción del ordeño mecánico, acabaron por hacer desaparecer la muda casi por completo.

Vacas Pintas estabuladas.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los modernos sistemas de explotación con ordeño mecánico y tanques de refrigeración para la leche, dificultan mucho la realización de la muda tradicional o directamente la impiden.
Además, la vida en las cabañas es ya muy incómoda para los ganaderos y sus familias al carecer de las comodidades propias e "imprescindibles para la vida moderna".

Cabañas pasiegas.
(c) Mariano Azpiazu.

Actualmente, hay en los valles pasiegos mucho ganado bovino de aptitud cárnica manejado de manera extensiva o semiextensiva que realiza movimientos similares a la antigua muda pasiega aunque esto hay que matizarlo mucho. El ganado permanece durante el invierno en las zonas bajas, a menudo estabulado y alimentado con hierba seca, pastando en primavera en las zonas cercanas a los pueblos y ascendiendo en verano a los prados más altos.

Vacas Limusinas.
(c) Mariano Azpiazu.

Durante el verano, el ganado pasta en los prados situados alrededor de las cabañas, en las que pueden refugiarse durante la noche, en las horas centrales del día o cuando llueve en exceso.
En la planta superior de la cabaña, el vaquero tiene una vivienda mínimamente preparada para dormir alguna noche e incluso si puede llegar con coche hasta la cabaña y hay electricidad, muchas se han restaurado totalmente y se utilizan como vivienda temporal e incluso permanente en las zonas bajas.

Vacas pastando junto a una cabaña.
(c) Iván Fernández Pelayo.

Pasado el verano, el ganado regresa nuevamente a las zonas bajas donde pastará algún tiempo al aire libre o será directamente estabulado para pasar el invierno en la seguridad de las modernas naves, pues cada vez menos ganado es estabulado en las antiguas cabañas aunque algunos ganaderos siguen prendiendo vacas en estas construcciones.

Vacas camino del valle.
(c) Mariano Azpiazu.

También se realizan movimientos parecidos con el ganado ovino, generalmente haciendo coincidir la estancia en los pastos de altura con el periodo de secado o descanso de la ubre antes del parto y la lactación.

Rebaño de ovejas.
(c) Mariano Azpiazu.

Respecto a las vacas de raza Pasiega, puesto que no es lo mismo una vaca nacida y criada en los Valles Pasiegos y que, por lo tanto, es pasiega por nacimiento pero no de raza, pueden realizar movimientos similares a la antigua muda generalmente cuando no están sometidas a ordeño, pues en caso contrario son explotadas de forma estante sin alejarse de las instalaciones donde son ordeñadas.

Vacas Pasiegas en pastoreo.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Las vacas Pasiegas explotadas de forma estante siguen un manejo extensivo que, en gran medida es muy similar al tradicional aunque no cambien ya de cabaña. 
Cada mañana, las vacas son llevadas a pastar a los prados y por la noche son encerradas en la cuadra. Esto se hace durante varios días, tal y como hacían los antiguos vaqueros pasiegos, hasta que las vacas consumen toda la hierba del prado, cambiándolas después a una nueva parcela y así sucesivamente hasta que vuelven a la primera.
Lógicamente, esto se hace combinando los sistemas tradicionales con los conocimientos actuales y es lo que ahora viene a llamarse ganadería regenerativa, aunque con ciertos matices y reservas.

"La muda" de las Pasiegas hoy en día.

Este sistema es importante porque permite mantener la raza Pasiega sin abandonar el ordeño que ya, por razones sanitarias, debe realizarse de forma mecanizada pero que garantiza la calidad de la leche para ser entregada a la industria con rapidez y poder transformarla en queso y otros derivados lácteos.

Vacas Pasiegas camino de un nuevo prado.
(c) Granja La Ferrería.

Antes de terminar este punto que hemos llamado la muda pasiega, debemos decir que en los valles vecinos en los que se manejaba ganado de raza Pasiega primero y Pinto después, se realizaban movimientos muy similares pero, como ocurre en los Valles Pasiegos, ya prácticamente no se realizan con ganado lechero aunque sí pueden realizarse con ganado de aptitud cárnica.

Muda de vacas Limusinas.
(c) Diego Ceballos San Miguel.

LA MUDA EN EL RESTO DE CANTABRIA.
La muda no es un movimiento exclusivo de los Valles Pasiegos, ni siquiera del resto de Cantabria, puesto que movimientos similares se realizan en numerosas zonas de la España peninsular e insular.
Sin embargo, en Cantabria, al ser una Comunidad eminentemente ganadera y con grandes diferencias altitudinales en un espacio relativamente pequeño, la muda adquiere un significado especial.

Vacas Tudancas.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Por lo que respecta a Cantabria, la muda está muy extendida en el occidente de la Comunidad Autónoma que es el milenario reino de la otra gran raza bovina de Cantabria: la Tudanca.
Desde tiempo inmemorial, estas vacas ascienden durante los meses estivales a los puertos más altos donde permanecen hasta el otoño. 

Vacas Tudancas camino de los puertos.
(c) Carlos Fidel Vejo.

La Tudanca era una raza de doble aptitud trabajo-carne que eventualmente se sometía a ordeño para cubrir las necesidades familiares de leche y derivados pero no todas las vacas eran ordeñadas por lo que su estancia en el puerto no requería la presencia permanente del vaquero.
Tradicionalmente, el ganado se agrupaba en vacadas comunales que quedaban bajo el cuidado de algún sarruján o criado.

Tudanca en el puerto.
Ganadería José Manuel y Santiago García (Los Cabriss)
(c) Andrea Martínez Mingoya.

Hoy en día, al ser las ganaderías de mayor tamaño, son cuidadas individualmente por sus propietarios que confían en los poderosos mastines para que durante la noche ahuyenten al lobo y al oso y así el ganado esté seguro.

Tudancas y mastines.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Llegado el otoño, antes como ahora, las vacas bajan a los valles para pasar el invierno. Tienen lugar en este momento fiestas tradicionales en torno al paso de las vacas Tudancas por los pueblos, donde se concentra gran número de público pues aquí la vaca Tudanca es un animal muy especial.
Además se celebran multitud de ferias en las que tradicionalmente se vendían los terneros, novillas y animales adultos que no podían mantenerse durante el invierno en las cuadras.

Vacas Tudancas.
(c) Miguel Alba Vegas.

Pasarán las vacas el invierno estabuladas en antiguas cuadras o en modernas naves, prendidas con la cebilla y alimentándose con la hierba seca segada y almacenada durante el verano en los prados, aprovechando la estancia del ganado en las zonas altas pues la muda tiene, como ocurría en el Pas, esa doble finalidad de que el ganado paste hierba fresca en verano y poder almacenar hierba seca para el invierno.

Vacas Tudancas estabuladas.
(c) Carlos Fidel Vejo.

En el occidente de Cantabria, el ganado de aptitud lechera acabó también por imponerse siendo la Tudanca sustituida por la Frisona o Pinta en las zonas bajas y por la llamada antiguamente Parda Alpina en las zonas medias, llegando esta última a extinguir a las razas Lebaniega y Campurriana que seguían un sistema de explotación idéntico al de la raza Tudanca.
Sin embargo, las Tudancas se mantuvieron en las zonas más inhóspitas y con el paso del tiempo, parte de la cabaña bovina lechera se reconvirtió hacia la producción cárnica surgiendo la raza Parda de Montaña, que se maneja del mismo modo que las Tudancas.

Vacas Pardas de Montaña camino del puerto.
(c) Ganadería Almirante.

Diversas son las razas que realizan hoy la muda en Cantabria aunque podemos destacar la Tudanca, la Parda de Montaña y la Casina entre las autóctonas y la Limusina entre las razas integradas y sus cruces con las autóctonas.

Vacas Casinas en el puerto.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Pero la muda se realiza también con otras especies entre las que destaca el ganado equino de aptitud cárnica, representado por la raza Hispano-Bretona que, en su día, vino a ocupar ese vacío dejado en los puertos por el ganado vacuno de aptitud cárnica al fomentarse la producción lechera.

Yeguas en el puerto.
(c) Raquel Cayón Campuzano.

La muda de las yeguas se realiza exactamente de la misma manera que la de las vacas de aptitud cárnica con las que comparten los puertos durante los meses estivales.
Durante el invierno, las yeguas permanecen en los valles para subir en verano a los puertos durante los meses estivales, regresando en otoño nuevamente a los valles.

Mudando las yeguas
(c) Raquel Cayón Campuzano.

El motivo por el cual la muda se realiza de manera menos sofisticada en la zona occidental de Cantabria respecto a la muda pasiega, responde, como ya dijimos al hecho de que no hubo gran tradición de la cría de ganado lechero durante siglos, más allá del dedicado al abastecimiento familiar.
Sin embargo, el verdadero factor que determinó que los puertos no fuesen ocupados por el ganado vacuno y equino o que lo fuesen de manera minoritaria, se debe a que hasta bien entrado el siglo XIX los rebaños de ovejas Merinas trashumantes integrados en el Honrado Concejo de la Mesta (1273-1836), ascendían desde las dehesas de Andalucía, Castilla-La Mancha y sobre todo Extremadura, hasta la Cordillera Cantábrica en busca de los frescos pastos estivales.

Rebaño trashumante.
(c) Miguel Alba Vegas.

Esto no significa que antes de esa fecha no hubiese vacas en Cantabria, pues debemos recordar que la Tudanca es una raza antiquísima y muy primitiva, pero entre 1497 y 1836 los cántabros destacaron como grandes carreteros que, gracias a los privilegios de la Real Cabaña de Carreteros, mantenían un gran número de parejas de bueyes que permitían mantener un activo comercio entre el puerto de Santander y el interior de Castilla y viceversa siendo precisamente la lana una de las principales materias transportadas por los carreteros.

Bueyes Tudancos.
(c) Miguel Alba Vegas.

Desaparecidos los Reales Privilegios del Honrado Concejo de la Mesta y de la Real Cabaña de Carreteros, el censo de ovejas decreció rápidamente y lo mismo ocurrió con las parejas de bueyes, quedando los puertos infrautilizados y abriéndose así un nuevo horizonte para los cántabros que pasaron a especializarse en la cría de vacas, exportando a Castilla bueyes para la labranza y destinando las terneras sobrantes del cupo de renuevo a la producción de exquisita carne consumida en las grandes ciudades.

Novilla Tudanca.
Ganadería Santi García (Los Cabris)
(c) Andrea Martínez Mingoya.

A MODO DE EPÍLOGO.
Como vemos en este artículo, la muda es un sistema muy antiguo y plenamente respetuoso con el medio natural, garantizando en todo momento el bienestar del ganado.
Lógicamente, los tiempos han cambiado mucho y ya no puede realizarse, ni siquiera pretender que se realice una muda como la que realizaban antaño los pasiegos pero sí que es importante conservar las cabañas y los prados como testigos mudos del antiguo y glorioso pasado del oriente de Cantabria.

Antiguas cabañas pasiegas.
(c) Ana Rubio Ruiz.

Más importante aún, es conservar las razas autóctonas de Cantabria asociadas históricamente a la muda, desde las vacas Pasiega y Tudanca sin olvidar a la Cabra del Asón, las gallinas Cántabra y Pedresa, el perro Lobero Cántabro o el caballo Hispano-Bretón.

Vacas Pasiegas.
(c) Granja La Ferrería.

Puede pensarse que con los progresivos cambios que está sufriendo la ganadería española en general y cántabra en particular, la muda actual o el manejo del ganado extensivo desaparecerán como lo hizo en el más estricto sentido de la palabra la muda pasiega pero la ganadería en Cantabria tiene mucho futuro....

Neizan Mazo con una vaca Pasiega.
El futuro de la ganadería cántabra.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Los lectores habituales de EL CUADERNO DE SILVESTRE conocen bien mi trayectoria profesional y mi relación con la ganadería cántabra, pero para quienes no lo sepan les diré que desde hace algo más de 3 años he realizado y publicado en el citado blog diversos estudios sobre la ganadería extensiva, las razas autóctonas y  la cultura tradicional asociada a las mismas presentes en Cantabria, motivo por el cual tengo el orgullo de haber sido nombrado socio de honor de ASCCASÓN (Asociación de Criadores de Cabra del Asón), habiendo participado también como presentador y ponente el I Encuentro de Razas Autóctonas Amenazadas presentes en Cantabria celebrado en Meruelo el 23 de septiembre de 2022.

I Encuentro de Razas Autóctonas Amenazadas presentes en Cantabria.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Puede que a muchos les sorprenda que un técnico forestal extremeño escriba sobre temas relacionados con Cantabria y, posiblemente, habrá autores cántabros que sepan mucho más del tema de la muda en Cantabria, pero mi objetivo con este artículo es dar a conocer esta importante tradición a todos los lectores de este blog.

El autor con una vaca Pasiega.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Quiero dedicar este artículo a todos los ganaderos de Cantabria que han colaborado y colaboran conmigo pero de una manera especial, aunque a ella no le guste ser protagonista, se lo dedico a ÁUREA QUINTIAL ORTIZ, la principal responsable de que yo escriba sobre la ganadería de Cantabria y sin lugar a dudas una de las principales lectoras y colaboradoras del blog.

El autor junto a Áurea Quintial.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.
Socio de honor de ASCCASÓN.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS.
García Lomas, Adriano G. (1960). Los Pasiegos. Estudio crítico, etnográfico y pintoresco.
Palomar, J; Merino, M. (2010)Arrieros y Carreteros por los Viejos Caminos de Castilla y León. Ed. La Horaca.
Rodríguez Pascual, M. (2004) La Trashumancia. Cultura, cañadas y viajes. Ed. Edilesa.
Sánchez Belda, A. (1984). Razas Bovinas Españolas.
Sánchez Belda, A; Sánchez Trujillano MC. (1986). Razas Ovinas Españolas.
Sánchez Belda, A. (2000). Razas Ganaderas Españolas Bovinas.

ARTÍCULOS DE INTERÉS.

- LA VACA PASIEGA.

- LAS VACAS DE CANTABRIA.


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