lunes, 15 de julio de 2024

TÍO HERVA. MEMORIAS DE UN CABRERO.

En la localidad cacereña de Villanueva de la Vera, junto a la Sierra de Gredos, vive Servando García Jara, conocido popularmente como TÍO HERVA.
Natural de Madridal de la Vera y descendiente de cabreros guisanderos, estamos ante uno de los cabreros más emblemáticos de esta comarca que da nombre a una singular raza caprina autóctona, la Verata, que ha sido el principal sustento de muchas familias a lo largo de los siglos y ha sido la base sobre la que en gran medida se ha forjado la cultura verata.
La historia de tío Herva nos permitirá conocer un poco más la vida y costumbres de los cabreros veratos y de la Sierra de Gredos.

Tío Herva con una cabra junto a un chozo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Servando nació el 23 de octubre de 1936 en Madrigal de la Vera (Cáceres) siendo hijo de Antonio García Fraile y de Valentina Jara Retamal, cabreros que como tantos y tantos de Candeleda, El Raso, Madrigal de la Vera o Villanueva de la Vera, descendían de aquellos cabreros de Guisando (Ávila) que se vieron obligados a emigrar cuando los montes de su pueblo fueron repoblados con pinos resineros, prohibiéndose entonces el pastoreo de cabras.

Antonio García Fraile y su esposa Valentina con sus hijos.
Delante de Antonio, vemos a Servando.
(c) Colección Servando García Jara.

Fue la abuela de Servando, Narcisa Garro "La Tintora", una de las primeras Guisanderas en abandonar en el pueblo con sus cabras. Siendo ya viuda, se estableció en Madrigal de la Vera, fijando su majada en el lugar conocido como La Covacha.

Guisando (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Servando, junto a sus hermanos, se crio en la majada de Los Tremesinos.
Con tan sólo 7 años ya iba de careo con las cabras y los cabreros vecinos decían a sus padres que le comprasen y pusiesen una manta roja para poder distinguirle entre las cabras cuando estaba lejos de la majada y saber de esa forma que estaba bien.
Era una costumbre muy habitual en Madrigal y en otros pueblos de La Vera, que los niños de 7 u 8 años ya se encargasen de ir de careo o pastoreo con las cabras mientras que los padres se dedicaban a tareas más duras. Sin embargo, esto suponía que los niños no pudiesen asistir a la escuela, algo que también ocurrió en el caso de Servando.

Cabrero con la manta junto al chozo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En aquella época la sierra estaba llena de lobos. Servando los vio muchas noches a la luz de la luna cuando estaba en la sierra y las cabras dormían cerca del chozo. Para mantenerlas a salvo de los lobos, siempre se hacía lumbre y se echaba un vistazo cada poco rato para controlarlas aunque los cabreros siempre tenían buenos perros para mantener a los lobos a raya.
A muchos cabreros los lobos les mataban bastantes cabras pero al padre de Servando nunca le mataron ninguna gracias a los perros, aunque fue precisamente uno de estos animales el que encontró la muerte tratando de defender a las cabras del lobo.

Lobo.
(c) Leticia Pato Martín.

Durante su infancia y adolescencia, la vida de Servando fue dura aunque, como él mismo cuenta:
"La vida de antes era muy bonita y la sierra estaba llena de gente. Te encontrabas con otros cabreros, vaqueros, borregueros...., veías a los trashumantes de Navalonguilla y Bohoyo que cruzaban la sierra con su ganado, a los arrieros que transportaban a La Vera harina y regresaban con aceite y otros productos, en la cumbre veías a los borregueros de Navalonguilla...."

Piara de cabras Veratas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La vida en las majadas de invierno y en los puestos de verano, que eran los lugares de la sierra donde se encontraban los chozos en los que vivían los cabreros durante el verano para que el ganado aprovechase los pastos de altura, era dura pero nunca jamás se pasó hambre.
En cada majada había un horno donde los cabreros cocían el pan que ellos mismos amasaban:
"Al principio, recuerdo que mi padre compraba trigo y cuando hacía falta harina, me mandaba a algún molino para moler el trigo y hacer la harina. Había molinos que hacían harina más fina que otros.
Después se subía la harina hasta la majada y allí se hacía el pan. No he vuelto a comer pan como aquel.
En los últimos tiempos, la harina la bajaban ya los serranos desde Navalonguilla."

Horno tradicional.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Llegado el momento, Servando buscó novia y se casó con una guapa moza de Candeleda llamada Angelita Galán Fraile, de la mítica y numerosa familia de Los Guáchares, con la que tuvo tres hijos llamados José, Feliciano y Rocío.

(c) Colección Servando García Jara.

Hasta los 37 años, Servando estuvo con sus cabras en la sierra, subiendo a los puestos de Las Chorreras y El Aliso, en la finca de Pedro Gómez.
En aquella época, la mayoría de los cabreros ya no subían a la sierra en verano porque las autoridades sanitarias no permitían elaborar y comercializar libremente queso artesano como se había hecho de toda la vida.
Servando resistió hasta que los dueños de la finca, tratando de rentabilizarla tras el progresivo abandono de los cabreros, introdujeron especies de caza mayor, obligándole a marchar.

La familia de Servando en 1982.
(c) Colección Servando García Jara.

Se instaló entonces en las vegas del río Tiétar donde permaneció hasta su jubilación en el año 2000.
Ya en este nuevo emplazamiento, Servando no elaboraba queso sino que vendía la leche a la industria quesera, obteniendo unos beneficios mucho menores que cuando vivía en la sierra, donde con 150 cabras mantenía perfectamente a su familia.
Al bajarse de la sierra, redujo ligeramente la piara hasta el centenar de cabezas pero poco a poco fue aumentando el número debido a la bajada continua de los precios de la leche que era compensada con el precio relativamente bueno de los cabritos, llegando a tener alrededor de 300 cabras en sus últimos años como cabrero.

Cabras en la dehesa.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las cabras de Servando pertenecían a la raza autóctona de la zona: La Verata.
Se trata de una raza sumamente rústica y resistente, adaptada a la explotación extensiva tanto en zonas de sierra como de dehesa y destinada a la producción de leche y carne. Con su leche se elaboran exquisitos quesos mientras que el principal tipo cárnico es el cabrito lechal que preparado en caldereta constituye uno de los más excelsos manjares de la gastronomía verata.

Elaboración artesanal de la caldereta de cabrito.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Se caracterizan las cabras Veratas por su perfil cefálico recto o subcóncavo, tamaño medio y formas recogidas, con cornamenta muy desarrollada en forma de espiral alargada y con menor frecuencia en forma de arco. La capa, coloración o pelo es sumamente variable.
En el caso de Servando, todas las cabras eran bastante grandes, negras o moruchas  y con cuerna en espiral alargada (machunas), figurando entre las mejores de la comarca.

Cabra Verata morucha y machuna.
(c) Silvestre de la Calle García.

Al disminuir los beneficios de las cabras, Servando compaginó la ganadería con la agricultura, cultivando durante muchos años tabaco como gran parte de los agricultores veratos, cultivo que necesitaba una cierta inversión inicial para construir locales adecuados para su secado pero que a medio plazo era muy rentable como de hecho lo fue durante bastantes años.

Tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al jubilarse Servando, que ya hacía años había fijado su residencia en Villanueva de la Vera, se dedicó al cultivo de un pequeño huerto cerca del pueblo, donde además mantenía algunas cabras, gallinas y otros animales.
También tuvo que hacer cargo durante muchos años de su mujer, que estaba bastante delicada de salud.
Actualmente, a punto de cumplir 88 años, Servando sigue manteniendo una gran actividad trabajando diariamente en su huerto y atendiendo a sus animales, entre los que se encuentran 4 cabras de raza Florida, más dóciles, manejables y productivas que las Veratas.

Servando con una de sus cabras.
9 de julio de 2024.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Con la leche de sus cabras, Servando sigue elaborando riquísimos quesos de forma artesanal para el consumo familiar.

Queso curado de cabra elaborado por Servando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque la finca está al lado del pueblo y cuenta con edificios modernos tanto para las cabras como para servir de almacén y eventual lugar de habitación para su propietario y la familia, Servando decidió hace años construir una magnífica choza a semejanza de las que había en la sierra pero de mayor tamaño y mejor construida, constituyendo para él todo un orgullo de su pasado como cabrero.

Servando con una cabra junto a su choza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Toda una vida con las cabras, primero en la sierra y luego en el pueblo, le ha permitido a Servando conocer a la perfección y de primera mano los cambios en el sector caprino en la comarca de La Vera y la Sierra de Gredos desde aquella época en la que cientos de familias se dedicaban esencialmente a la cría de este ganado hasta los tiempos actuales:

"Ya no hay cabras. Primero porque dejó de merecer la pena tenerlas pero sobre todo por los saneamientos. Han acabado con muchas piaras de Candeleda, El Raso, Madrigal y Villanueva y con eso lo único que se ha conseguido es que la sierra esté perdida".

Servando García Jara y al fondo, la sierra que tan bien conoce.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, Tío Herva piensa que no está todo perdido y colabora activamente con una asociación de jóvenes entusiastas denominada EL CINORRIO y que tiene su sede en Villanueva de la Vera.
El principal objetivo de esta asociación es conservar y divulgar la cultura tradicional de los cabreros de Gredos, recuperando antiguas tradiciones y desarrollando nuevos y apasionantes proyectos.
Las enseñanzas de tío Herva con sus charlas sencillas pero llenas de conocimientos y sabiduría motivan a estos jóvenes y también a jóvenes cabreros de la zona a seguir adelante.

Lucas Rodríguez Marcos entrega el Premio Cabra de Oro de EL CINORRIO a Tío Herva.
Fiesta de San Pedro 2023.
Villanueva de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En su tiempo libre, Servando ha sido y sigue siendo un gran artesano como fueron la gran mayoría de los cabreros de estas serranías, trabajando con gran maestría el cuero, el cuerno o la madera, fabricando morrales, zahones, sombreros, cuernas...

Servando con algunas de sus creaciones.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por si eso fuera poco, Servando es un gran poeta, escribiendo multitud de poesías o romances sobre su propia vida, la vida de los cabreros en la sierra, anécdotas curiosas y mucho más.
Recientemente, junto a su hermano Flore y otra persona de Madrigal de la Vera, ha dirigido en dicha población la construcción de un maravilloso monumento a los cabreros que puede admirarse junto a la garganta de Alardos un poco más arriba del famoso puente medieval y a escasos metros del célebre Charco del Cardenillo.

Servando en el Monumento a los Cabreros.
Madrigal de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hace tan solo unos días, Alejandro Torralvo Gutiérrez, joven cabrero de 25 años de la localidad de Guijo de Santa Bárbara y gran colaborador de EL CUADERNO DE SILVESTRE, me proponía escribir el presente artículo:
"Yo creo que tío Herva es comparable a mi abuelo Pivo y a tío Paulino porque es uno de los últimos cabreros viejos que quedan en La Vera y los jóvenes tenemos mucho que aprender de gente así porque para ser cabrero hay que tener siempre presentes las enseñanzas de los mayores y si no se escribe su historia, pronto desaparecerán y todo quedará en el olvido."

Alejandro Torralvo Gutiérrez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No puedo estar más de acuerdo con las palabras de Alejandro. 
El día 9 de julio de 2024, cuando entrevistaba a tío Herva en su finca para poder escribir este artículo, sentí que no me hablaba un hombre de carne y hueso sino que era la misma sierra con sus gargantas, canchales, chozos, cabras y cabreros, la que hablaba de tiempos pasados que, con ciertas adaptaciones a las realidades actuales, deberían volver.

El autor entrevistando a tío Herva.
9 de julio de 2024.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Quiero que este artículo sea un sencillo pero sincero homenaje a Servando García Jara, TÍO HERVA, y a tantos y tantos cabreros anónimos que sin saberlo forjaron la cultura verata.

Servando García Jara con la indumentaria típica del cabrero fabricada por él mismo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
Cronista oficial de Guijo de Santa Bárbara. 

1 comentario:

  1. Algo así pero con vacas y el carro por el campo, la montaña y la garganta de lanzahita ,a los doce años me mandaron al seminario para que fuese cura y la vida sigue todavía hoy .

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