LOS BUITRES Y LOS GANADEROS
Los buitres son grandes aves rapaces carroñeras, es decir, que se alimentan de animales muertos por distintas causas y no cazados por ellos mismos como hacen otras rapaces como las águilas. Sin embargo, cuando no encuentran alimento, pueden llegar a atacar al ganado surgiendo entonces grandes conflictos.
En la península Ibérica habitan 4 especies que podríamos denominar buitres por su alimentación aunque sólo dos de ellas son conocidas con este nombre: el buitre leonado y el buitre negro.
Las otras dos especies son el alimoche y el quebrantahuesos, de las cuales hablaremos en otro artículo.
Es preciso señalar que en el sur de la Península no es raro avistar buitres africanos como el buitre dorsiblanco y el buitre moteado, especie esta última cada vez más abundante.
Buitre leonado.
(c) Miguel Alba Vegas.
El buitre leonado (Gyps fulvus) es un ave de gran tamaño, alcanzando una longitud corporal de 95-105 cm y una envergadura de 255-280 cm.
Se distingue fácilmente por su plumaje de color leonado y por su cabeza y cuello desprovistos de grandes plumas.
Detalle de la cabeza y el cuello de un buitre leonado.
(c) Miguel Alba Vegas.
Bastante común, se distribuye por gran parte de la Península excepto Galicia y zonas costeras y llanas, abundando en Navarra, Aragón, sur y este de Castilla y León, norte de Extremadura y zonas de Andalucía, habiendo algunos ejemplares de Mallorca.
Muy gregario, formando grandes colonias y anidando en roquedos.
Buitre leonado.
(c) Miguel Alba Vegas.
El buitre negro (Aegipyus monachus) es de mayor tamaño que el buitre leonado, alcanzando una longitud corporal de 100-110 cm y una envergadura de 250-295 cm.
Se caracteriza por su plumaje muy oscuro y por presentar la cara desnuda por no la parte trasera del cuello. Su aspecto general es mucho más fuerte y compacto que el del buitre leonado.
Buitre negro.
(c) Miguel Alba Vegas.
Menos común que el buitre leonado, se distribuye fundamentalmente por Extremadura y zonas vecinas de Castilla y León y Castilla-La Mancha, existiendo una población reducida en Mallorca. Habita en sierras boscosas donde forma colonias mucho más separadas que el buitre leonado, anidando en grandes árboles como encinas, alcornoques, pinos...
Nido de buitre negro.
(c) Miguel Alba Vegas.
Es frecuente ver juntas a ambas especies ya que aunque son carroñeros, se alimentan de diferentes partes del animal. El buitre negro consume las partes más duras como la piel y los músculos. Por ello, tiene un pico más fuerte y duro capaz de desgarrar la piel.
Detalle del pico de la cabeza y pico de un buitre negro.
(c) Miguel Alba Vegas.
Los buitres leonados, por el contrario, poseen un pico más débil al alimentarse de tejidos blandos y vísceras. A menudo introducen su cabeza en el interior de los grandes animales muertos por lo que se manchan de sangre. Por ese motivo, su cabeza no tiene grandes plumas, de forma que la sangre pueda secarse rápidamente y el animal no corra riesgo de sufrir enfermedades.
Detalle de la cabeza, el cuello y el pico de un buitre leonado manchado de sangre.
(c) Miguel Alba Vegas.
Ambas especies tienen un comportamiento sexual idéntico formando parejas monógamas durante toda la vida. En invierno tienen lugar los elaborados cortejos de estas grandes aves y tras la cópula y el acondicionamiento del nido, la hembra deposita un único huevo que es incubado 50-55 días por ambos sexos.
El polluelo es alimentado por ambos padres que regurgitan la carne que consumen. Poco a poco el polluelo va cambiando el plumón por el plumaje juvenil, comenzando a ejercitarse y realizando los primeros vuelos hacia los 3 meses de vida.
Buitre negro con su polluelo en el nido.
(c) Miguel Alba Vegas.
Como ya se dijo, en condiciones naturales y óptimas los buitres no cazan presas vivas ya que pese a su gran tamaño, no están adaptados para cazar. Se alimentan de carroña, es decir, de animales muertos por causas naturales o cazados por grandes depredadores. Los grandes ungulados silvestres como ciervos, gamos, cabras monteses, rebecos, jabalíes...son parte esencial de su alimentación como también lo son los cadáveres de animales domésticos como vacas, équidos, ovejas, cabras...
Buitres negros junto al cadáver de un jabalí.
(c) Miguel Alba Vegas.
Debido a su gran tamaño, los buitres son malos voladores pero excelentes planeadores. Aprovechando las corrientes térmicas, pueden planear durante horas si aletear prácticamente nada. Desde los grandes roquedos o árboles en los que duermen, pueden impulsarse fácilmente cuando el aire de la mañana ya se ha caldeado lo suficiente. Por este motivo, los buitres suelen habitar a nivel mundial en áreas de clima templado y seco así como en zonas montañosas o con grandes árboles.
En contra de la leyenda extendida en el medio rural, los buitres no huelen la carroña sino que la detectan gracias a su agudo sentido de la vista. En ocasiones, pequeñas y ruidosas aves como los córvidos (cuervos y urracas), rapaces como los milanos o los alimoches, llegan hasta el lugar donde se encuentra la carroña y con su algarabía llaman la atención de los buitres. Estas aves sólo pueden consumir tejidos blandos como los ojos, mucosas externas y carne de alguna herida abierta.
Milanos reales y cuervo junto al cadáver de un jabalí.
(c) Miguel Alba Vegas.
Tras ellos, llegan los buitres. A menudo, los buitres leonados llegan primero gracias a su silueta más grácil y volar más rápido pero si el cadáver no tiene partes abiertas, a menudo les cuesta comenzar a comer.
Buitre leonado aterrizando.
(c) Miguel Alba Vegas.
Cuando llegan los poderosos buitres negros, desgarran la piel del cadáver y comienzan a comer, no tardando los buitres leonados en acceder a las vísceras. Cuando comen, los buitres crean un gran revuelo y algarabía, especialmente los más numerosos buitres leonados.
Buitres leonados alimentándose.
(c) Miguel Alba Vegas.
Son frecuentes las riñas y peleas entre poderosas aves pero debido a sus garras menos desarrolladas que las de otras grandes rapaces, tales escaramuzas no suelen acabar en tragedia.
Buitres leonados peleando.
(c) Miguel Alba Vegas.
Cuando terminan de comer, los buitres descansan en el lugar donde han devorado la carroña. Los buitres leonados esperan a que se sequen las pequeñas plumas que recubren su cabeza y cuello aparentemente desnudos.
Cuando los buitres están ya listos para emprender el vuelo, esta tarea les cuesta muchísimo. Se suele decir que no son capaces de volar porque han comido mucha carne pero, aunque esto es cierto en parte, el principal motivo se debe a que al ser aves muy pesadas, en particular los buitres negros que pueden alcanzar pesos de 14 kilogramos, necesitan impulsarse para volar y aprovechar como ya se dijo las corrientes térmicas. Si han comido en un lugar alto, remontan el vuelo fácilmente pero en un terreno llano, les cuesta mucho más.
Buitre leonado con las alas extendidas.
(c) Miguel Albas Vegas.
Al marcharse los buitres, poco queda de una cadáver pero allí donde hay quebrantahuesos, estas enormes aves acudirán a alimentarse de los huevos mientras que otros carnívoros oportunistas como el astuto zorro aprovecharán la ocasión para rebuscar en busca de trozos de carne, pequeños huesos...
Zorro con un trozo de carne.
(c) Miguel Alba Vegas.
De todo lo dicho hasta ahora, se desprende que los buitres cumplen una función biológica importantísima al eliminar los cadáveres y reducir así el riesgo de la propagación de enfermedades y epidemias que de una u otra manera pueden llegar a afectar al ser humano.
Entonces ¿Por qué tienen actualmente cada vez más mala fama entre los ganaderos?
Buitre negro.
(c) Miguel Alba Vegas.
Tradicionalmente, los buitres devoraban los restos que dejaban en el campo cazadores activos como el lobo que, como todos sabemos, ha sido durante siglos o milenios un gran enemigo de los ganaderos puesto que no sólo se alimenta de presas salvajes sino que ataca con gran frecuencia al ganado.
Lobo ibérico.
(c) Javier Bernal.
Pero en los siglos XIX y XX se persiguió al lobo hasta casi exterminarlo, lo que supuso un duro golpe para las poblaciones de buitres, que pasaron a depender en gran medida del ganado muerto en el campo por causas naturales. Sin embargo, los propios buitres sufrieron directamente la persecución del lobo al que no se eliminaba sólo por caza activa sino mediante el envenenamiento con estricnina de cadáveres, lo que ocasionaba en no pocas ocasiones la muerte de todo tipo de carroñeros incluyendo los buitres.
Buitre leonado.
(c) Miguel Alba Vegas.
Por fortuna, el envenenamiento de la fauna y la caza de ciertas especies como los buitres quedaron terminantemente prohibidos y las poblaciones de buitres no tardaron en recuperarse. Para favorecer su alimentación, se crearon muladares y comederos en los que los ganaderos podían depositar los cadáveres de los animales muertos y donde también podían llevarse despojos de mataderos y carnicerías.
Buitre leonado comiendo.
(c) Miguel Alba Vegas.
Buitre negro.
(c) Miguel Alba Vegas.
Aquí surge el gran problema. Los buitres no disponen de suficiente alimento consumiendo los cadáveres de animales salvajes que mueren durante todo el año en el campo por lo que tienen que buscarse la vida para no morir de hambre. Antes, era posible también dejar los cadáveres de animales cazados en el campo pero ya se deben eliminar también en la medida de lo posible.
Cierva.
(c) Miguel Alba Vegas.
Frecuentemente, los buitres atacan a las hembras del ganado cuando paren en el campo y también a las crías recién nacidas. Comienzan a alimentarse de la placenta y a picar en los órganos sexuales a las hembras debilitabas por en el parto, llegando a tal extremo que en ocasiones el animal muere desangrado y de la peor manera posible. Las crías, no se libran fácilmente en las primeras horas de vida.
Vaca Tudanca recién parida.
(c) Miguel Alba Vegas.
Esta conducta de los buitres, totalmente antinatural como venimos diciendo, se produce por los cambios anotados. En tiempos pasados, el ataque a animales vivos por parte de estas aves era algo esporádico y cuando hace unos años ocurría un ataque de este tipo, saltaba a todos los medios de comunicación pero ya es tan corriente que ha dejado de ser noticia y muchos ganaderos no saben qué hacer durante la temida época de la paridera.
Oveja Castellana con corderos recién nacidos en el campo.
(c) Deme González Calvo.
Muchos "expertos" argumentan que la solución es dejar estabuladas a las hembras y crías durante la paridera y a los individuos más débiles pero esto no siempre es posible. Si se dispone de instalaciones adecuadas, evidentemente, puede hacerse, pero en ocasiones supone un gasto imposible de afrontar para los pequeños ganaderos.
Vaca con ternero recién nacido en una cuadra.
(c) Carlos Fidel Vejo.
¿Cuál es entonces la solución? En primer lugar, pagar inmediatamente una indemnización a los ganaderos que, pese a suponer un gasto para todos los contribuyentes, es necesario para poder seguir criando ganado que produzca la carne que todos queremos en nuestra mesa. Perder un ternero o un cordero puede parecer perder simplemente un animal y un puñado de euros, pero cualquier ganadero sabe que no es así. De hecho, cualquier persona con dos dedos de frente, se dará cuenta de eso...
Vaca con su ternero.
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.
En segundo lugar, es necesario reformar la legislación sobre la eliminación de cadáveres de ganado y ajustarla a la realidad cultural y biológica de España que es diferente a la de gran parte del resto de Europa donde, en primer lugar la ganadería extensiva tiene cada vez menos importancia y donde no existen grandes aves carroñeras que puedan eliminar los cadáveres en un tiempo rápido.
Los buitres son aves majestuosas que llevan miles de años surcando nuestros cielos y cumpliendo un papel fundamental como carroñeros. Debemos conservarlos pero sin que su presencia suponga un problema para los ganaderos y la solución, como tantas y tantas veces, es volver la vista atrás y hacer lo que hicieron nuestros abuelos pero adaptándolo a la realidad actual de forma que los cadáveres del ganado o de los animales cazados puedan dejarse en lugares apropiados para que estas enormes aves puedan alimentarse de ellos con seguridad.
Quiero agradecer públicamente la colaboración desinteresada de todos los colaboradores de EL CUADERNO DE SILVESTRE que siempre están ahí como son Carlos Fidel Vejo, Deme González Calvo, Gonzalo Lorenzo Gómez...
Pero en esta ocasión quiero agradecer y de paso dedicar este artículo a mi buen amigo MIGUEL ALBA VEGAS, ganadero y extraordinario fotógrafo que ha realizado la mayor parte de las magníficas fotografías que ilustran este artículo sobre los buitres.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.


































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