domingo, 5 de septiembre de 2021

LAS CABRAS CASERAS

Hablaremos hoy de una costumbre muy curiosa que se daba en muchísimos pueblos de España: los rebaños comunales de cabras.
Tomaremos como ejemplo lo que ocurría en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) donde estas cabras pastoreadas de forma comunal eran conocidas como CABRAS CASERAS.

Tío Manuel "El Corzo" recogiendo las cabras frente a su casa en la Calle del Monje.
Guijo de Santa Bárbara. 1960.
(c) Concha Jiménez.

Guijo de Santa Bárbara fue siempre un pueblo agrícola y ganadero en el que se decía que los tres alimentos básicos eran el pan, las patatas y la leche. Platos como las sopas de patatas, las sopas canas, las migas o las patatas "triscás" (revolconas) son ejemplos de la gastronomía guijeña más tradicional.
La ganadería lechera, formada por cabras y vacas, ocupaba un lugar fundamental en la economía del pueblo.

Cabras Veratas, el principal animal lechero de Guijo de Santa Bárbara durante siglos.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.


Aunque las vacas autóctonas, que eran semejantes a las actuales Avileñas, se ordeñaban durante breves periodos tras el parto, la leche más consumida era la de cabra.
Además, las cabras eran más fáciles de mantener que las vacas.
Muchas familias se dedicaban casi de forma exclusiva a la cría de cabras, siendo propietarios de piaras de 80 ó 100 cabezas, destinando la leche obtenida a la elaboración de queso para la venta. 
Sin embargo, muchos vaqueros o personas que no tenían piaras de cabras por diversas circunstancias, tenía 1 ó 2 cabras "pa tener leche pa casa".

Piara de cabras en la sierra de Guijo de Santa Bárbara
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estas cabras eran conocidas como cabras caseras porque se tenían en la cuadra que se encontraba en la planta baja de la mayoría de las casas guijeñas, donde se tenían también los cerdos o cochinos para la matanza y las bestias (caballos, burros y mulos) de labor.
Dentro de la cuadra se construían pequeños apartados para cada animal, con el fin de evitar accidentes entre ellos, sobre todo con las bestias que podían dar alguna coz a los animales más pequeños.

Puerta típica de una casa guijeña.
Eran anchas y de dos hojas para facilitar el paso del ganado, sin olvidarse de hacer la "gatera" para que pudiesen entrar los gatos y las gallinas cuando la puerta estaba cerrada.
(c) Silvestre de la Calle García.

Cada mañana, se formaba una piara con todas las cabras caseras del pueblo y eran llevadas por un cabrero asalariado a pastar a "El Coto Municipal", terreno propiedad del Ayuntamiento situado en los alrededores del pueblo.
El cabrero permanecía todo el día con la piara para evitar que las cabras se metiesen en las fincas particulares.
Al caer la tarde, las cabras regresaban al pueblo y cuando ya estaban cerca, escapaban corriendo para ir cada una a su casa sin necesidad de que el cabrero tuviese que llevarlas o que los dueños saliesen a buscarlas.

El cabrero regresa a casa con las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En Guijo de Santa Bárbara, las cabras caseras eran pastoreadas o "guardadas" por un cabrero a sueldo, costumbre que existía también en otros pueblos. Sin embargo, como luego veremos, en otras zonas españolas, los rebaños comunales de cabras u otras especies eran pastoreados por sus propietarios siguiendo un sistema de turno en función de los animales que tuviese cada uno.
Cabreros de cabras caseras fueron, entre otros muchos, tío Dionisio "El Picholito" o tío Antonio "El Niño".

Tío Dionisio y tío Antonio, abuelos de Juan Antonio Rodríguez, uno de los pocos cabreros que aún quedan en Guijo de Santa Bárbara.

Las cabras caseras, recibían unos grandes cuidados y por ello daban mucha más producción que las cabras de las piaras.
Además de lo que comían en el campo se les daba en la cuadra heno, paja, cebada, panizos (maíz) y cualquier tipo de "pienso" que pudiera producirse en casa, sin olvidar de darles de vez en cuando un puñadito de sal porque los pastos son pobres en minerales.

Las cabras bien cuidadas, viven muchos años y producen mucho a lo largo de su vida.
(c) Silvestre de la Calle García.

De esta forma, con dos buenas cabras, rara vez faltaba la leche salvo durante el breve periodo de descanso antes del parto y durante la crianza del cabrito o los cabritos, puesto que no era raro que estas cabras pariesen dos crías por parto.
Dependiendo de la época del año y de la producción, se las ordeñaba una o dos veces al día.
El ordeño se realizaba en las tradicionales "calderillas" o cubos metálicos y también en pucheros u otro cualquier recipiente si la cantidad era poca.

Dos buenas cabras pueden abastecer de leche a una familia.
(c) Silvestre de la Calle García.

Normalmente, la leche se consumía directamente o con café aunque también se empleaba para hacer las tradicionales sopas canas.
Cuando daban bastante cantidad de leche, se solía juntar la leche del ordeño de la noche y del de la mañana y se hacía un queso.
El suero sobrante de la elaboración del queso no se desperdiciaba. El primer suero o "suero dulce" se utilizaba para beberlo directamente solo o migado con pan e incluso para hacer sopas canas mientras que el suero que escurría una vez elaborado el queso, conocido como "suero salado", se destinaba a alimentar a los animales.

Quesos fresco de cabra.
Para elaborar 1 kilo de queso fresco se necesitan unos 5 litros de leche.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los domingos y días de fiesta, como tampoco faltaban los huevos de las gallinas criadas en casa, se hacía algún postre especial como natillas, flan o sapillos, postre este último muy típico de Guijo de Santa Bárbara.
Los sapillos se elaboran con una masa de miga de pan y huevo que se fríe añadiendo cucharadas de la misma a una sartén con abundante aceite caliente. Cuando están fritos, se sacan y se cuecen en leche con azúcar aromatizada con anís, cáscara de limón y canela. Se consumen generalmente fríos y de un día para otro.

Sapillos con leche.
Este postre es uno de los más populares en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Eugenio Monesma.

Los cabritos se criaban hasta que tenían 1 ó 2 meses y luego se vendían o se consumían para alguna ocasión especial como la cena de Nochebuena.
Cuando las cabras ya eran viejas y no daban leche, se las engordaba y se las reservaba para la matanza y hacer embutidos mezclando su carne con el gordo o grasa del cerdo. Se obtenían entre otros embutidos, las ricas "morcillas" de verano, una especie de chorizo realmente exquisito.

Cabritos de pocos días de vida.
(c) Silvestre de la Calle García.

Esta costumbre existía en El Guijo desde tiempo inmemorial pues personas mayores del pueblo la recuerdan desde siempre y han oído hablar de ello a sus
mayores.
En los años 50 y 60 la gente comenzó a emigrar del pueblo en busca de una vida mejor y además se extendió la costumbre de criar vacas lecheras.
La gente fue quitando las cabras caseras prefiriendo comprar leche de vaca a tener que estar pendientes del engorro de aviar la cabra por las mañanas y por las tardes.

Piara de cabras. Al fondo, el pueblo de Guijo de Santa Bárbara.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los rebaños comunales de cabras, fueron muy comunes en casi todas las zonas de España hasta que comenzaron a extenderse las vacas lecheras.
Aún así, lograron subsistir en áreas de montaña poco aptas para el ganado vacuno aunque con la mejora de la comunicaciones y la venta generalizada de leche envasada, la cabra terminó por desaparecer como productora de leche para el consumo familiar.


En el recuerdo quedan imágenes como esta.
Cabrero ordeñando a una cabra en una cuerna.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso dela Calle Hidalgo.

En algunas zonas, el pastoreo de estos rebaños era realizado por todos los propietarios siguiendo un riguroso turno que variaba en función de las cabras que cada uno tenía. Por llamarse "vez" a dicho turno, los rebaños eran denominados "veceras", recibiendo también otros nombres diferentes según el pueblo:
vecera, vicera, cabrada, cabriada, cabral, dula, dúa....
De esta forma, se ahorraban el pagar a un pastor. Cuando se hacía esto último, el pastor podía cobrar en dinero o en especie, recibiendo diversos productos del campo como pago por su trabajo.

Cabras en Navacepeda de Tormes (Ávila).
En este pueblo del valle del Tormes, los ganaderos también juntaban sus cabras para formar un rebaño común, costumbre ya desaparecida.
(c) Silvestre de la Calle García.

Hace ya bastantes años, realizamos una entrevista a la ganadera guijeña Nicolasa Sánchez García y nos habló largo y tendido del tema de las cabras caseras:

"Antiguamente toda la gente tenía cabras. El que no tenía piara de cabras, tenía 1 ó 2 cabras caseras. Hasta los vaqueros tenían cabras caseras.
No se podían tener más de 3 porque se decía que tres piara es y ya se tenía que encargar cada uno de cuidarlas.
Yo me quedé sin madre a los 5 años y vivía con mi abuela que era viuda. Teníamos una cabra en la cuadra de casa con el cochino para la matanza y las gallinas. Me acuerdo que yo la ordeñaba por las mañanas y estaba pendiente de sacarla cuando pasara el cabrero. Por la tarde, venía sola y se la volvía a ordeñar, se la echaba de comer y hasta el día siguiente.
Luego ya, se quedó viudo un tío mío y se vinieron mi primo y él a vivir con nosotras y entonces mi abuela compró una piara de cabras y luego tuvimos ovejas"

Nicolasa Sánchez García (1922-2012)
Ganadera de Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Actualmente, este sistema es inviable dados los requisitos que se exigen para tener una explotación ganadera.
Para empezar, no se podrían tener cabras en una vivienda, cosa que por otra parte puede ser entendible aunque haya algunos que tengan mastines y san bernardos en un pequeño jardín e incluso.....¡CERDOS EN UN PISO! Sí, sí querido lector. Hay gente que tiene cerdos como mascota. Un cerdo puede ser una mascota y una cabra o un burro no. En fin....

Una casa con jardín o huerto a las afueras de un pueblo, es un lugar ideal para tener una cabra.
Las cabras son animales muy inteligentes y cariñosos, pudiendo comprarse a los perros pero con la diferencia de que un perro sólo genera gastos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Por otro lado, se exigen las mismas normativas sanitarias a un ganadero con 3000 cabras que a un pequeño ganadero que sólo quiere tener 2 ó 3 cabras y unas gallinas en su huerto para abastecerse de productos para casa.
Además de eso, no se puede mezclar ganado de distintas explotaciones, por lo que el pastoreo comunal sería imposible de realizar por éste y otros aspectos.

Feli Marina Jiménez da de comer a sus cabras en un corral tradicional de una casa de Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c)Silvestre de la Calle García.

En un mundo donde nos preocupamos por la trazabilidad de los productos que consumimos y donde está tan de moda lo ecológico (que no es ni más ni menos que lo que comían nuestros abuelos toda la vida) debería facilitarse a las personas que así lo quieran, poder tener en su finca o en su huerta, una de estas pequeñas "explotaciones", sí, entre comillas puesto que no es realmente una explotación productiva.
Gente que trabaja en otro sector y quiere pasar su tiempo libre cuidando su ganado para obtener productos de autoconsumo.
Por suerte, en algunas regiones existe la legislación sobre los corrales domésticos aunque, en ocasiones, se siguen exigiendo una serie de requisitos excesivos.

Cabras y gallinas en un huerto en Navalonguilla (Ávila)
Imágenes como esta, son cada día más difíciles de ver.
(c) Silvestre de la Calle García.

Precisamente, en el relato de la tía Nicolasa tenemos la clave de uno de los grandes significados de las cabras caseras.
Muchas veces eran mantenidas por los abuelos o personas mayores que ya no podían trabajar en el campo pero que de esta forma tenían una distracción y podían dar a sus hijos o a sus nietos de vez en cuando un queso, una docena de huevos o prepararles una cazuela de sapillos con leche.
Eso mantenía a los abuelos activos y felices. Cuando ya los nietos empezaron a vivir fuera de los pueblos, era una ilusión para ellos ir en vacaciones y ver con el abuelo las cabras, las gallinas, los cerdos, los conejos.... disfrutaba quizás más el abuelo que los nietos.
Reflexionemos sobre esto.....

El autor de este artículo con una cabra lechera de raza Verata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

1 comentario:

  1. Hola!!! me encantan todos tus relatos sobre la vida tradicional. te conocí con tu homenaje a desiderio de Madrigal en pasión por Gredos. Me encantan todas las aportaciones de toda la gente mayor
    sobre cómo se vivía antes.tú haces visibles a todas estas personas que son pozos de sabiduría.sigue así!!soy de Madrid pero pero llevo ya casi 50 años de forastera por Villanueva de la vera.Carmen Lorenzo.

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