LA LUMBRE Y LA LEÑA

El fuego, lumbre como decimos en muchos pueblos, fue sin lugar a dudas el "invento" más importante de la Historia. El fuego se produce de manera natural pero en algún momento ciertos homininos aprendieron a controlarlo y utilizarlo y posteriormente a encenderlo. Con eso, pasaron de llevar una vida como cualquier animal a convertirse en la especie dominante del mundo.
Pero para poder hacer fuego es necesario disponer de una materia combustible, siendo sin lugar a dudas la más utilizada durante miles de años la leña que, en zonas de escasez podía sustituirse por otras materias como estiércol seco y que posteriormente, para ser aprovechada más eficientemente fue transformada en carbón vegetal y picón.


La leña y la lumbre.
(c) Montaje: Silvestre de la Calle García.

Por leña, entendemos toda aquella madera destinada al fuego, obtenida generalmente a partir de los matorrales y ramas de árboles que no puede destinarse a otros usos como la carpintería.
De esta forma, se realiza un aprovechamiento integral de los recursos forestales, pues al cortar un árbol para destinarlo a uso madero, las ramas que no pueden aprovecharse, se utilizan para hacer leña, carbón y picón o cisco.
Los matorrales, que no pueden ser aprovechados para muchos fines, constituyen una excelente leña también.

Bosque de alta montaña.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, la leña ha pasado a tener una importancia secundaria en regiones desarrolladas si bien en el medio rural sigue siendo muy utilizada para calentarse, cocinar y para diversos usos como la combustión en hornos de pan, para el ahumado de carne y para el secado de ciertos vegetales como los pimientos utilizados para elaborar el famoso pimentón ahumado de La Vera.
Existen numerosas empresas dedicadas a la venta de leña que se ocupan de entregar al cliente la leña ya lista para su combustión pero antes, esto era muy diferente y una de las principales tareas realizadas por los hombres del campo era el aprovisionamiento de leña para el hogar e incluso para la venta.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez descargado leña a la puerta de su casa.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La leña era cortada en el campo utilizando hachas debidamente afiladas que estaban, en tiempos prehistóricos formadas por piedras fuertemente sujetas a mangos de madera para ser sustituidas posteriormente por hachas de metal con mango igualmente de madera y que siguen utilizándose hoy en día sin que hayan cambiado prácticamente nada en más de 2.000 años.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez afilando el hacha.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tras cortar con el hacha la leña que, como ya hemos dicho podía proceder de ramas de árboles o bien de arbustos, era necesario transportarla desde el campo hasta casa.
Cuando el trayecto era corto y la cantidad a transportar era muy reducida, a menudo la necesaria para consumir durante el día, la leña era transportada al hombro en pequeños haces.

Máximo Vasco transportando un haz de leña.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Si había que transportar bastante cantidad pero también en lugares de difícil acceso, se utilizaban caballerías debidamente aparejadas.
Podía cargarse la leña, debidamente cortada, directamente sobre la albarda del animal utilizando para ir colocando la leña y que se cayese unos palos clavados verticalmente a ambos lados del animal denominados "cargaderas".
Las "cargaderas" se colocaban justo al lado de la albarda y se iba cargando la leña poco a poco y ambos lados del animal para que fuese compensada en todo momento la carga.
Era imprescindible que el animal fuese muy dócil y que no se moviese en ningún momento.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez cargado la leña con "cargaderas".
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando el animal estaba debidamente cargado, se aseguraba fuertemente la carga con sogas de gran longitud, denominadas "reatas". 
Cuando la carga estaba asegurada, se retiraban las "cargaderas" quedando el animal libre y listo para el viaje.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez retirando las cargaderas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Un animal con una carga de leña bien asegurada, podía recorrer grandes distancias con total seguridad incluso por caminos escarpados hasta llegar al lugar donde se llevase la leña.
Los burros eran los animales más idóneos para este fin pues eran dóciles y fáciles de cargar por su baja estatura pero como contrapartida, no podían llevar tanta carga como un caballo o un mulo que eran sin embargo animales más ariscos.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez camino a casa con el burro cargado.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cargar a una caballería utilizando cargaderas, era una tarea complicada. Se necesitaban animales dóciles y bien domados y había que saber colocar perfectamente la leña para evitar incidentes.
Por facilitar el trabajo, era común utilizar aperos al efecto que se colocaban sobre la albarda como los "ganchos" o "parihuelas" consistentes en un armazón con ganchos laterales para colocar fácilmente la leña que era luego debidamente asegurada con sogas.

Burro cargado de leña con "parihuelas".
Quintanar de la Sierra (Burgos)
(c) Adrián Pablo Olalla.

Una manera más cómoda y sencilla aún era cargar la leña utilizando serones colocados sobre la albarda de la caballería.
Esto permitía además transportar piezas de mayor tamaño al no necesitar una colocación tan perfecta de la leña.

Burro con serones cargados de leña.
Aldeanueva de Santa Cruz o de Las Monjas (Ávila).
(c) Alexis Hernández Llorente.

En ocasiones, había que transportar grandes cantidades de leña y si los lugares donde se encontraba eran suficientemente accesibles, esta tarea se realizaba en carros tirados por animales debidamente domados.
Esto permitía almacenar grandes cantidades de leña y evitaba el tener que preocuparse cada poco tiempo de ir a buscar leña.
Dependiendo de las costumbres locales se empleaban unos animales u otros. En nuestras latitudes se utilizaban carros tirados por burros, mulas o bueyes.

Los burros de Alexis Hernández Llorente con el carro cargado de leña.
Casas del Puerto (Ávila)
(c) Alexis Hernández Llorente.

Aunque todos los animales citados podían tirar de carros cargados de leña, los burros por su tamaño relativamente pequeño, no podían utilizar grandes carros siendo sustituidos por vacas o bueyes cuando era posible pues estos fuertes animales podían llevar cantidades enormes de leña.

Yunta de bueyes con carro de leña.
Ramacastañas (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

La leña se necesitaba todos los días del año pero para no estar todos los días realizando esta tarea, se aprovechaba para hacerla los días en los que había menos trabajo en el campo y se iba almacenando en casa.
Sin embargo, en muchas zonas existían leñadores profesionales que se dedicaban a la venta de leña a familias acomodadas o a propietarios de tahonas (hornos de pan) y realizaban esta tarea a diario.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez con el burro cargado de leña en el pueblo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Normalmente, se procuraba que la leña quedase lista ya para hacer la lumbre cuando se cargaba, pero en ocasiones, se transportaban troncos bastante gordos con intención de acelerar el trabajo que luego tenían que ser cortados nuevamente en casa para adaptar sus dimensiones a las de la chimenea o el horno.
Para ello, podían partirse directamente con el hacha o bien utilizando cuñas y mazas para seccionar los troncos por la mitad.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez partiendo leña con la cuña y la maza.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La leña quedaba de esta forma lista para su uso y poder hacer la lumbre, encendiendo primero unas ramillas de escoba secas o un poco de leña menuda para luego ir añadiendo poco a poco leña de mayor grosor hasta formar una buena lumbre que permaneciese encendida todo el día.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez encendiendo la lumbre.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La lumbre era básica en cualquier casa de campo. Cuando el ama de la casa se levantaba, lo primero que hacía era encender la lumbre para calentar la casa e iluminar la cocina.
Siempre había sobre la lumbre un caldero con agua para que estuviese caliente siempre que se necesitase. Alrededor de la lumbre, se colocaban los pucheros para hacer la comida para personas y animales.

Pucheros junto a la lumbre.
(c) Javier Bernal Corral.

Durante todo el día, la mujer vigilaba que la lumbre estuviese encendida aunque vigilar el fuego solía ser una tarea reservada a los abuelos que no podían salir a trabajar al campo.
En aquellos pueblos de clima frío, estar a la lumbre era agradable durante el invierno y en los días lluviosos pero en verano, cuando hacía calor, la lumbre tenía que hacerse sí o sí para cocinar y las mujeres lo pasaban realmente mal.

Antonio Leandro y Visitación, abuelos del autor, junto a la lumbre.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, el uso de la leña y la lumbre queda restringido a estufas, chimeneas o cocinas de leña.
La llegada del gas butano a los núcleos rurales primero y las cocinas y calefacciones eléctricas después, desplazaron en gran medida la "sucia" y trabajosa lumbre.
Desaparecieron con ella las largas estancia de toda la familia y los amigos en la cocina pasando la "sonochá"  o el "hilandero" cuando en nuestros pueblos  tras la cena, la gente se reunía a rezar, contar historias o comentar los sucesos del día al amor de la lumbre. Creo que a todo esto lo llaman... ¿PROGRESO?

Mi bisabuela Marceliana a la lumbre.
Guijo de Santa Bárbara. 1980.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Puede parecernos todo lo contado aquí, algo de épocas pasadas que no volverán pero tal y como va la cosa, puede que dentro de poco todo esto no nos suene tan raro...

El autor a la lumbre.
Si la cosa sigue así, cambiaremos EL CUADERNO DE SILVESTRE por las HISTORIAS A LA LUMBRE.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.



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