LA PARIDERA DE LAS CERDAS

La paridera es la época en la que las cerdas paren y amamantan a sus crías, conocidas como lechones o cochinillos.
Como ocurre en cualquier especie de mamíferos domésticos dedicados a la producción, el buen manejo reproductivo de las cerdas repercute en la rentabilidad de la explotación por lo que se debe llevar un riguroso control de todo el ciclo reproductivo para lograr que la paridera tenga lugar en el momento idóneo para los intereses del ganadero.

Cerda Ibérica con sus lechones.
(c) Javier Bernal Corral.

1. ORIGEN DEL CERDO DOMÉSTICO.
El cerdo doméstico (Sus scrofa domesticus) desciende directamente del jabalí euroasiático (Sus scrofa).
Los jabalíes salvajes habitaban en gran parte de Europa, Asia y el norte de África siendo introducidos por el hombre en otros lugares del mundo.
Son animales muy adaptables, omnívoros y sumamente prolíficos.
Las hembras entran en celo a finales del otoño o principios del invierno y tras unos 4 meses de gestación alumbran a sus crías, denominadas jabatos o rayones por su peculiar pelaje. Una jabalina puede parir desde 3-4 crías hasta 12, las cuales maman durante varias semanas pero comenzando muy pronto a complementar su dieta con todo lo que encuentran.

Rayón, cría de jabalí llamada así por su peculiar pelaje rayado.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

2. LA REPRODUCCIÓN DEL CERDO DOMÉSTICO.
El cerdo doméstico comparte muchas características reproductivas con su antepasado silvestre el jabalí.
De hecho, ambas especies pueden cruzarse y dar lugar a híbridos totalmente fértiles algo que ha sido muy común a lo largo de la historia pues durante miles de años los cerdos se han criado de manera extensiva y a menudo semisalvaje en zonas boscosas y montañosas donde habitan también los jabalíes.

Híbrido de cerdo y jabalí.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, los híbridos de cerdo y jabalí son animales muy temperamentales y de complicado manejo que proporcionan canales de menor peso y muy magras por lo que el cruzamiento entre ambos no interesa.
Desde el siglo XVII hasta nuestros días, los cerdos autóctonos de Europa comenzaron a ser cuidadosamente seleccionados, manteniéndolos en estado de absoluta cautividad y cruzándolos con cerdos hiperprolíficos asiáticos para luego seleccionarlos hasta obtener animales de mayor tamaño y canales mejor conformadas pero que al mismo tiempo fuesen muy prolíficos. El resultado fue la obtención de las modernas razas europeas y americanas.

Cerdos blancos.
(c) Antonio Acosta Gómez.

No obstante, en las penínsulas y algunas islas del sur de Europa, se mantuvieron poblaciones que no recibieron influencia de cerdos asiáticos entre las que destaca el singular y famoso cerdo Ibérico que, como veremos a lo largo de este artículo es menos prolífico que otras razas por descender de cerdos primitivos.

Cerdo Ibérico.
(c) Javier Bernal Corral.


2.1. PRECOCIDAD SEXUAL.
Los cerdos son animales sumamente precoces, existiendo ciertas razas asiáticas de pequeño tamaño y rápido desarrollo que alcanzan la pubertad entre los 2,5 y los 4 meses.

Cerdos enanos.
(c) Silvestre de la Calle García.

En el caso de las razas europeas y americanas de mayor tamaño, la aparición de la pubertad se retrasa hasta las 8-10 meses.
La edad a la que las cerdas alcanzan la madurez varía en función del manejo seguido y de la alimentación, siendo menos precoces las cerdas criadas en sistemas más extensivos y tradicionales que aquellas criadas de forma intensiva.

Cerda lista para comenzar su vida reproductiva.
(c) Óscar Nunes Pérez.

2.2. CUBRICIÓN O INSEMINACIÓN.
Como en el caso de todos los mamíferos domésticos, el sistema tradicional de cubrición es la monta natural.
En los sistemas extensivos se suelen hacer lotes de 6-10 cerdas por verraco (cerdo reproductor) para que éste las cubra cuando salen en celo. Una cerda que no esté preñada, saldrá en celo cada 21 días por lo que el periodo de cubrición deberá ser mayor para asegurarse así que el cerdo cubre a la cerda.
Otras veces, tanto en sistemas extensivos como intensivos, las cerdas son mantenidas siempre separadas del verraco y son llevadas a cubrir cuando salen en celo.
En los sistemas intensivos es cada vez más frecuente la inseminación artificial que ahorra costes al no tener que mantener verracos y permite realizar programas de selección, mejora y cruzamiento de una manera muy eficaz y sencilla.

Cubrición.
(c) Miguel Alba Vegas.

2.3. GESTACIÓN Y PARTO.
La gestación o preñez de las cerdas es ligeramente más corta que la de los jabalíes salvajes durando por término medio 115 días (3 meses, 3 semanas y 3 días).
Pasado ese periodo tiene lugar el parto. Generalmente, las cerdas paren sin ayuda aunque en ocasiones puede presentarse algún contratiempo por lo que es conveniente que el ganadero esté presente por si es necesario intervenir o incluso llamar al veterinario.
Al nacer, los cerditos son bastante pequeños. Mientras que una cerda adulta puede superar ampliamente los 100 kilos, los cerditos no pesan más de 1-1,5 kilos lo que hace que sean muy vulnerables.

Cerda con sus cerditos.
(c) Jesús Carreras Delgado.

Tradicionalmente, cuando las cerdas reproductoras se manejaban de forman totalmente extensiva en el campo, se construían sencillos albergues para alojarlas durante el parto y para que los lechones estuviesen protegidos de las inclemencias meteorológicas y de los depredadores durante los primeros días de vida.
En algunos lugares se construían pequeñas pocilgas o zahurdas con gruesos muros de piedra y una pequeña puerta para que el habitáculo fuese lo más cálido posible. La cubierta solía ser de piedra y con una gruesa capa de tierra para impermeabilizar totalmente la sencilla edificación.

Pocilga en Villanueva del Campillo (Ávila)
(c) Alexis Hernández Llorente.

En otras ocasiones, las pocilgas tenían muros de piedra pero estaban cubiertas por materia vegetal, normalmente un entramado de madera cubierto de helechos, retamas, piornos o plantas similares. Podían ser también enteramente de materia vegetal.

Zahúrda en Madrigal de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En los pueblos, a menudo se disponía de pequeñas cuadras situadas en la planta baja de la casa o en un edificio contiguo reservadas especialmente para los cerdos o bien se construían apartados para estos animales en las cuadras en las que se albergaban otros animales como vacas o equinos.
El mayor problema de estos recintos era el aplastamiento de los cochinillos cuando la cerda se tumbaba, produciéndose en ocasiones grandes pérdidas.

Cerda con sus cochinillos recién nacidos en una cuadra tradicional.
(c) Abel Pache Gómez.

Actualmente, las cerdas que siguen manejándose de forma extensiva, paren en sencillas casetas de chapa metálica conocidas como campings, que se colocan en zonas secas y protegidas de los vientos dominantes.
Sin embargo, cada vez es más común que las cerdas den a luz en el interior de modernas naves en cuyo interior se puede disponer de sencillos apartados para cada cerda hasta sofisticadas parideras que cuentan con suelo emparrillado para facilitar la limpieza y jaulas para mantener a la cerda controlada y que no pueda aplastar a los pequeños lechones.

Cochinillos y cochinillos en una paridera tipo "camping".
(c) Abel Pache Gómez.


2.4. PROLIFICIDAD.
La prolificidad hace referencia al número de cerditos nacidos por parto. El cerdo, junto al conejo, es el mamífero doméstico más prolífico. Es verdaderamente curioso que un animal tan grande, tenga tantas crías por parto pues ciertas razas asiáticas paren como media 15 lechones por parto, habiéndose documentado casos excepcionales de 42 lechones nacidos.
Sin embargo, en las razas criadas en nuestras latitudes, la prolificidad es mucho menor aunque no deja de ser elevada. Podemos hacernos una idea viendo los siguientes datos:

- Raza Ibérica: 6,5-7,5 lechones/parto.
- Razas paternales: 9 lechones/parto.
- Raza Duroc: 9,5-10 lechones/parto.
- Razas maternales: 10-11,5 lechones/parto.

Cerda Ibérica con 7 lechones.
(c) Javier Bernal Corral.

Este aumento tan notable en la prolificidad con respecto a las jabalinas salvajes de las que descienden las actuales cerdas domésticas como ya dijimos, se debe a la selección llevada a cabo y a la mejora de manejo sobre todo en lo referente a la alimentación y al alojamiento.
En la raza Ibérica, la prolificidad es relativamente baja debido al sistema mayoritariamente extensivo al que se encuentra sometida la raza mientras que en las razas maternales (Landrace y Large White) es mucho mayor debido a que se manejan en sistemas intensivos.

Cochina blanca con sus lechones.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A medio camino entre las razas blancas y la Ibérica, se encuentra la raza Duroc, cuyos verracos son utilizados a menudo en cruzamiento con cerdas Ibéricas para aumentar la prolificidad o con cerdas de razas blancas para mejorar la calidad de la carne de las crías.

Cerda Ibérica con lechones cruzados de verraco Duroc.
(c) Abel Pache Gómez.

2.5. LACTANCIA Y DESTETE.
Durante las primeras semanas de vida, los cerditos se alimentan exclusivamente de leche materna pudiendo complementar su alimentación con pienso a partir de los 15 días si es necesario o si se quiere acelerar su desarrollo.
El destete se produce entre los 21 días en las explotaciones intensivas o en las que destinan los lechones al sacrificio como cochinillos hasta los 45 e incluso 60 días en las explotaciones más tradicionales.

Cochinillos mamando.
(c) Javier Bernal Corral.

Generalmente, durante todo este periodo, se procura que los cochinillos permanezcan en el interior de las naves o en las casetas de chapa por ser demasiado vulnerables, pero a partir de los 15 o 20 días pueden salir al exterior siempre y cuando no haga mal tiempo ni haya depredadores.

Cochinillos en el campo.
(c) Daniel Muñoz Sánchez.

2.6. INTERVALO ENTRE PARTOS.
La selección genética llevada a cabo por los ganaderos, especialmente en los últimos siglos, y el cuidadoso manejo al que ya hemos aludido antes, han favorecido que las cerdas domésticas, pasen de ser "poliéstricas temporales de días fríos" como las jabalinas salvajes a ser poliéstricas permanentes totales, lo que significa que pueden entrar en gestación y por lo tanto parir en cualquier época del año y no sólo en primavera.

Cerda con sus cerditos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esto ha permitido reducir el intervalo de partos desde los 12 meses propios de la especie salvaje y las razas primitivas hasta los 5-6 meses actuales, lo que supone que cada cerda pare por término medio dos veces al año, aunque en sistemas netamente extensivos, pueden parir sólo una vez.

Cerda con sus cochinillos.
(c) Abel Pache Gómez.

Los ganaderos pueden establecer distintas parideras a lo largo del año y ajustarlas a sus intereses. En el caso de las razas mantenidas en sistemas intensivos, las parideras pueden realizarse durante todo el año mientras que en razas mantenidas de forma extensiva como la Ibérica, es necesario tener cuenta los momentos más adecuados en función de la disponibilidad de recursos naturales (pastos, bellotas, rastrojeras...).
En las explotaciones tradicionales de cerdo Ibérico se organizaban dos parideras, una en marzo-abril y otra en septiembre-octubre. Actualmente, se suelen mantener varios lotes de cerdas y organizar tres parideras: noviembre-diciembre, mayo-junio y febrero-marzo.

Cerdos en la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

2.7. PRODUCTIVIDAD NUMÉRICA.
La productividad numérica se mide en el número de cerditos destetados por cerda. Puede hacerse por parto o anual.
Pese a que las cerdas paren el número de lechones mencionados en el punto 2.4, no todos logran sobrevivir hasta el destete debido, sobreviviendo por término medio los siguientes:

- Raza Ibérica: 5,8-6,75 lechones/destetados/parto.
- Razas paternales: 7,5-8 lechones/destetados/parto.
- Raza Duroc: 9-9,5 lechones/destetados/parto.
- Razas maternales: 9-10 lechones/destetados/parto.

Lechones mamando.
(c) Jesús Carreras Delgado.

La productividad anual por cerda se mide en el número total de lechones destetados por lo que basta simplemente con sumar los lechones que ha destetado en cada parto que, como dijimos, son dos anuales.
Así, tendríamos que una cerda de una raza paternal desteta entre 15 y 16 lechones al año, las cerdas Duroc entre 18 y 19 lechones anuales y las cerdas de razas maternales entre 19 y 20 lechones. 
Respecto a las cerdas ibéricas manejadas en sistemas extensivos, realizan como media 1,6-1,7 partos al año lo que hace que disminuya la productividad total. Frente a cerdas que realizan dos partos y destetan de 11 a 14 lechones, otras no superan los 7 lechones.

Lechón ibérico ya crecido.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Todas estas cifras, son orientativas. Muchas veces no se trabaja con razas puras sino con híbridos de dos o más razas que siguen sistemas de explotación muy diferentes de unas ganaderías a otras lo que hace que el número de lechones nacidos y destetados varíe muchísimo.

Cerdos en el campo.
(c) Daniel Muñoz Sánchez.

Ya dijimos también que es frecuente que cerdas domésticas y machos de jabalí salvaje se crucen y esto influye también en el tamaño de las camadas y si se dejan como reproductores esos animales cruzados, las variaciones pueden ser infinitas.

Camada de híbridos de cerdo y jabalí.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

2.8 VIDA ÚTIL.
Las cerdas tienen una vida útil bastante larga pero todo depende del criterio seguido por el ganadero y de las cualidades reproductivas de cada cerda.
Las cerdas menos productivas, a menudo son castradas, cebadas y sacrificadas tras el primer parto, produciendo una carne de aceptable calidad para la industria charcutera.
Las cerdas más productivas pueden realizar 6-8 partos.

Cerda adulta.
(c) Silvestre de la Calle García.

CONCLUSIONES FINALES.
Podemos resumir la reproducción del ganado porcino de la siguiente manera:

- Edad de la primera cubrición: 8-10 meses.
- Gestación: 115 días.
- Nº de lechones parto: 5-11 (media).
- Nº de partos anuales: 1, 2 e incluso 3.
- Nº de lechones destetados/año: 5-20 (media).

Cerda con sus cochinillos.
(c) Jesús Carreras Delgado.

A MODO DE EPÍLOGO.
En 2008 realicé una entrevista a Nicolasa Sánchez García (1922-2012), ganadera de Guijo de Santa Bárbara, para conocer detalles sobre la cría tradicional de ganado porcino en este pequeño pueblo ganadero de la provincia de Cáceres.
Me parece interesante ponerla para terminar este artículo.

Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

"Cuando yo era chica, mis padres y mis abuelos maternos criaban un par de cochinos para la matanza en la cuadra que había en casa de mi abuela.
Antiguamente, casi todas las casas del Guijo tenían una cuadra en la planta baja donde se cerraban por las noches los cochinos, las bestias (caballos, burros y mulos) y las cabras caseras quien las tenía. En la cuadra había siempre un camellón de piedra para echar de comer al cochino.

Camellón para el cochino.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mis padres y mis abuelos compraban cochinos chicos y los engordaban durante más de un año. Se compraban en octubre o noviembre y se mataban en diciembre del año siguiente. Así salían más baratos.
Había gente que los compraba más grandes en la primavera pero eran más caros.
Se les echaba de comer el brebajo hecho con patatas cocidas y centeno cocido. También se les echaba sobras de la comida, fruta estropeada, verdolagas, suero del queso si se tenían cabras y en el otoño bellotas y castañas.
Para que engordaran bien y la carne no supiese "a cojúo" había que caparlos cuando eran chicos. Eso lo hacía el "capaor".

Cochino.
(c) Javier Bernal Corral.

En el invierno se hacía la matanza que tenía que durar para todo el año así es que si el cochino era chico, se mataba también una cabra o un borrego para "aumentar la matanza". Se hacían morcillas frescas, morcillas de calabaza, morcillas de verano, chorizos, salchichones, chofes, mondejos, tontos..., se echaban los huesos y las cortezas en adobo, se salaban y secaban los jamones y tocinos...
Muchas veces, se vendía un jamón para comprar el cochino para el año siguiente y a veces el otro se vendía para comprar tocino.

Curando la matanza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Siendo yo ya más grande y como mi abuela tenía muchas cabras y se hacía mucho queso, tuvimos cochinas de cría a las que echábamos el suero del queso. Solíamos tener una aunque algunos años tuvimos dos. 
Eran cochinas negras porque entonces no se conocían aquí los cochinos blancos. Parían 6 ó 7 cochinillos y si parían más de 8, mi abuela quitaba algunos de los más pequeños y los teníamos en un cajón grande con paja en la cocina y los dábamos leche de cabra con una cuchara como si fuesen niños chicos hasta que aprendían a beber y se lo dábamos en un tazón o una cazuela.
Me acuerdo que una vez una cochina parió 11 cochinillos y tuvimos que criar tres o cuatro en el cajón de la cocina hasta que los pudimos vender.

Cochina con cochinillos.
(c) Javier Bernal Corral.

Los cochinillos se vendían a la gente del pueblo o de otros pueblos para que los engordaran, reservando dos o tres para nuestra matanza. Matábamos algunos años tres cochinos y tres o cuatro cabras porque vendíamos chorizos, salchichones, lomos, jamones...
Algunos años, en vez de vender todos los cochinillos, criábamos algunos y los vendíamos ya gordos en octubre o noviembre a gente de Jarandilla, Losar o Aldeanueva. Un año vendimos 28 cochinos ya gordos y sacamos mucho dinero.

Cochinos.
(c) Javier Bernal Corral.

Luego ya, quitamos las cabras y al no tener suero, volvimos a comprar cochinos chicos para engordarlos y matarlos.
Estando yo ya casada, sólo engordaba un cochino para mí y mi abuela engordaba otro para ella.
Entonces había en el pueblo por lo menos un cochino en cada casa y en muchas dos o más si se tenía cochina de cría. Me acuerdo que por las mañanas, para no tenerlos cerrados en casa, se los llevaba a un corral que se llamaba El Corral de los Cochinos (actual Parque de la Mata) y por la tarde, los abrían la puerta y cada uno iba solo a su casa. 
Ahora ya yo vivo en Francia pero cada año cuando vengo al pueblo pregunto que cuánta gente hace matanza y cuántos cochinos quedan y me da mucha pena cuando me dicen que no se harán más de 15 matanzas y no se engordarán ni 20 cochinos."  

Nicolasa Sánchez García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Bibliografía y fuentes consultadas:
- Ruiz Tena, J.L y Barba Capote, C. (2008) Razas Ganaderas Españolas Porcinas. Colección FEAGAS.
- Sañudo Astiz, C. (2011) Atlas Mundial de Etnología Zootécnica. Ed. Servet.
- Yanes García, J.E. (coord) (2002) Catálogo de razas autóctonas de Castilla y León (España)-Región Norte (Portugal). Fundación Rei Alfonso Henriques.

ENLACES DE INTERÉS.

- DEL LECHÓN AL JAMÓN.


- EL CERDO EN LA SIERRA DE GREDOS.


- LA MATANZA.



Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.
Cronista oficial de Guijo de Santa Bárbara.

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