LA ESCUSA DE LOS PASTORES

La escusa de los pastores (no confundir con la palabra excusa) era uno de los dos conceptos del suelo de los pastores asalariados que, por un lado cobraba la soldada o dinero en metálico según su categoría laboral y por otro obtenían los beneficios de la escusa o cantidad de cabezas de ganado de su propiedad pero que eran mantenidas por el jefe. 
Además de eso, la mayoría de los pastores recibían también la manutención que incluía comida y alojamiento.

Pastor con su rebaño.
(c) Abel Pache Gómez.

La escusa, como decimos en la introducción, era una cantidad de cabezas de ganado de una o varias especies que eran propiedad del pastor pero cuyo mantenimiento corría a cargo del jefe, amo o dueño de la ganadería. La producción de estos animales era total o parcialmente para el pastor y, en años buenos, el beneficio obtenido podía ser muy superior al de la soldada.

Caprinos y ovinos solían vivir juntos.
(c) Miguel Alba Vegas.

Dependiendo de la ganadería en la que trabajase el pastor y de su categoría o puesto en el caso de trabajar con más pastores, la cantidad de cabezas de la escusa así como la soldada, podían variar ostensiblemente. 
Además variaba mucho de unas regiones a otras y también dependía si los pastores asalariados realizaban o no desplazamientos trashumantes siendo, por lo general, mayor en el primer caso dada la dura vida de los pastores trashumantes.

Rebaño de ovejas.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

1. LA ESCUSA ENTRE LOS PASTORES TRASHUMANTES.
Los pastores que trabajaban en ganaderías trashumantes, pasaban gran parte del año fuera de casa, por lo que su vida era sumamente dura, constituyendo la escusa un beneficio una parte fundamental de su sustento y del de su familia.
Tomando como ejemplo los pastores de la provincia de León, estos pasaban 8 meses en las dehesas de Extremadura, 2 meses en la montaña, 1 mes de camino de subida y otro mes de camino de bajada. En los 2 meses de estancia en la montaña solían estar alrededor de 1 mes en su casa con la familia pero no seguido, sino en periodos alternos de una semana, turnándose con otro pastor para cuidar el rebaño.

Rebaño de ovejas Merinas Negras en la dehesa extremeña.
(c) Abel Pache Gómez.

Existían tres grupos principales de pastores, a saber, los pastores que trabajaban en las grandes Cabañas trashumantes, los que trabajaban en los rebaños de piaras y los que trabajaban en rebaños particulares que no llegaban a ser verdaderas Cabañas pero cuya organización era muy similar.

Rebaño de ovejas en la montaña.
(c) Miguel Alba Vegas.

1.1. LA ESCUSA EN LAS CABAÑAS TRASHUMANTES.
Las Cabañas eran grandes ganaderías que podían estar formadas por varios miles de ovejas divididas en rebaños de 1.000-1.100 cabezas.
Así por ejemplo, Cabañas como la del Marqués de Perales llegaron a contar en 1780 con 35.350 cabezas.
Las Cabañas pertenecían al dueño o amo, que poco o nada veía a los animales, haciéndose cargo de todo el mayoral. En cada rebaño trabajaban 6 pastores que, de mayor a menor categoría, recibían las denominaciones de rabadán, compañero o ropero mayor, ayudador o ropero ayudante, persona, sobrao y zagal

Zagal trashumante.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Para trabajar en una ganadería, los pastores debían ser previamente ajustados o contratados.
El ajuste lo realizaba el mayoral tras haberlo acordado previamente con el dueño o amo de la Cabaña.
Según la categoría que tuviese el pastor, el ajuste variaba en cuanto al sueldo, compuesto por la soldada o dinero en metálico y la escusa. La manutención era idéntica para todos los pastores pero el alojamiento variaba ya que, durante la estancia en la dehesa, los rabadanes y los zagales por ser los más veteranos y jóvenes respectivamente, dormían en chozos mientras que los pastores lo hacían en pequeños chozos portátiles o chozuelos.

Pastor, cabra y perro junto al chozo.
Guisando (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Centrándonos en la escusa, en las Cabaña del Marqués de Perales los pastores tenían derecho en 1940 a tener un determinado número de cabezas de ovino y caprino, algún cerdo y gallinas, habiendo tenido además hasta unos años antes también derecho a mantener yeguas.
La cantidad de cabezas variaba en función de la categoría del pastor, salvo el número de gallinas como luego veremos.

Ovejas.
Al ser la Cabaña una empresa dedicada a la explotación de ganado ovino de lana fina (raza Merina), es lógico que el mayor número de cabezas de la escusa correspondiese a esta especie.

Rebaño de ovejas Merinas Negras.
(c) Abel Pache Gómez.

Las principales aptitudes de las ovejas Merinas trashumantes eran la lana y en menor medida la venta de corderos.
Los pastores de cada rebaño tenían derecho a tener las siguientes ovejas de escusa:

- Rabadán: 53.
- Compañero: 43.
- Ayudador: 40.
- Persona: 38.
- Sobrao: 38.
- Zagal: 18.

Así, había en cada rebaño había 230 cabezas de ganado ovino de la escusa de los pastores que pastaban junto con las del amo. El mayoral tenía además derecho a mantener 150 ovejas en la finca donde residiese.
Las ovejas de la escusa pastaban con las del amo pero cada pastor hacía su propia señal de oreja y utilizaba su propia marca de pez para distinguir a sus ovejas.

Ovejas marcadas con diferente hierro.
(c) Abel Pache Gómez.

La lana de las ovejas de la escusa no era para los pastores sino para el amo, en compensación por los gastos ocasionados por mantener a las ovejas y demás animales de la escusa (lana por costo se decía). 
Sólo en algunas cabañas se daba la lana a los pastores aunque con el paso del tiempo, se comenzó a dar en todas debido a sus escaso valor.

Saca de lana.
(c) Abel Pache Gómez.

Sin embargo, los corderos eran para los pastores aunque para evitar que éstos cuidasen mejor a sus ovejas que a las del amo.
Para ello, dependiendo el número de corderos que hubiese, eran pesados todos o sólo un número significativo de ellos para sacar el peso medio de toda la partida y después se ajustaba el precio. Obtenida la cantidad final, se dividía entre el número de corderos y cada pastor recibía el dinero correspondiente según los corderos que tuviese.

Pesando el cordero con la romana.
(c) Abel Pache Gómez.

Generalmente, las ovejas Merinas eran poco prolíficas en épocas pasadas, puesto que se seleccionaban unilateralmente para la producción de lana fina, considerando el cordero como un producto secundario.
En años buenos, casi todas las ovejas parían al menos un cordero pero en los años malos, podía ser necesario recurrir al doblado, técnica consistente en sacrificar la mitad de los corderos y que los supervivientes, generalmente corderas, fuesen criadas por dos madres. Las ovejas de la escusa, no se libraban de esta práctica y ello podía reducir el beneficio de los pastores.
Sin embargo, al mejorar los sistemas de explotación y la selección favorable, las ovejas podían criar sin problema a su cordero o corderos, aumentando los beneficios de la escusa de los pastores.

Oveja con dos corderos.
(c) Alexis Ávila Pulido.

Cabras.
Rara vez los amos de las Cabañas tenían cabras pues eran un ganado menos productivos. Únicamente la Condesa de Bornos Doña María de la Asunción Ramírez de Haro y Crespí de Valladaura (1850-1915), llegó a ser propietaria de una gran cabrada.
Las ovejas de lana fina daban grandes beneficios con la venta de lana, pero las cabras "solamente" producían leche y cabritos cuya venta dejaría una mínima ganancia a los ricos amos de las Cabañas.

Cabras Veratas en la dehesas.
(c) Silvestre de la Calle García.

En la Cabaña del Marqués de Perales, los pastores podían tener las siguientes cabras:
- Rabadán: 13
- Ayudador: 11
- Compañero: 11
- Persona: 9
- Sobrado: 9
- Zagal: 6

En total, el amo tenía que mantener 59 cabras de los pastores por rebaño, las cuales eran totalmente improductivas para él por lo que en muchas Cabañas siempre surgían conflictos con estos animales pues los amos querían reducir su número y los pastores aumentarlo. Los amos ganaron la partida, pues en los años 70 del siglo XX, las cabras fueron eliminadas de la escusa a cambio de aumentar ligeramente el sueldo a los pastores.
Como curiosidad, el mayoral nunca tenía cabras de escusa.

Cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

Para los pastores de toda cabaña, las cabras eran un ganado imprescindible. En primer lugar, proporcionaban leche para hacer las tradicionales sopas canas o para la elaboración de quesos que eran vendidos o llevados a casa para el consumo de la familia. También producían cabritos cuya venta, como lechales o como chivos de 4-5 meses, era un ingreso importante para los pastores que podían venderlos con total libertad y sin intervención del amo.

Ordeñando una cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En segundo lugar, las cabras eran muy útiles durante la trashumancia pues con sus cencerros guiaban a las ovejas, especialmente al transitar por zonas complicadas. Sus agudos sentidos, hacían que detectasen a los lobos y otra cualquier amenaza antes que las ovejas, alertando con sus berridos y carreras a los mastines.

Cabras y ovejas.
(c) Miguel Alba Vegas.

Cerdos.
Durante siglos, estos animales no formaban parte de la escusa de los pastores de las Cabañas puesto que era imposible realizar con ellos viajes de 20-30 jornadas a pie entre las dehesas y la montaña, pero cuando empezó a realizarse el transporte en ferrocarril, se permitió a los pastores mantener algunos cerdos o guarros en la dehesa para luego llevarlos a la montaña.

Cerdos Ibéricos.
(c) Juan José Calvente Cózar.

Estos cerdos, de tipo Ibérico, eran comprados por los pastores en el otoño al llegar de la montaña, permitiendo el amo que pastasen en la dehesa y comiesen las nutritivas bellotas, recibiendo además el suero sobrante que obtenían los pastores al elaborar el queso.
Cuando los rebaños regresaban al norte, los cerdos se embarcaban en el tren y se llevaban a la montaña, quedándose en los pueblos para ser cebados por la familia del pastor, si bien en algún caso, eran llevados a los puertos durante los meses de julio y agosto.

Cerdo en la dehesa.
(c) Abel Pache Gómez.

Se permitía que los pastores tuviesen el siguiente número de cerdos:

- Rabadán: 3.
- Compañero: 2.
- Ayudador: 2.
- Persona: 2.
- Sobrado: 2.
- Zagal: 1.

En total, una docena de cerdos formaban la piara que el amo debía mantener por cada rebaño de ovejas.
Para tenerlos controlados, los pastores construían rústicas zahúrdas, semejantes a pequeños chozos con muros de piedra y cubierta en forma de falsa bóveda de piedra cubierta con tierra para que no entrase el agua de la lluvia.

Cerdos comiendo.
(c) Abel Pache Gómez.

Gallinas.
Realmente las gallinas no formaban parte de la escusa como tal. El amo simplemente permitía a los pastores que tuviesen en común unas cuantas gallinas en las cercanías del chozo para abastecerse de huevos o para venderlos.
Los pastores compraban las gallinas al llegar a la dehesa en el otoño y las vendían o se las dejaban al guarda cuando regresaban a la montaña en verano ya que era imposible llevárselas.

Gallinas Castellanas Negras.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Yeguas.
Las dejamos para el final porque fueron las primeras en suprimirse de la escusa de los pastores de las grandes Cabañas, ya que su mantenimiento era un gasto considerable para el amo aunque eran animales muy necesarios para el transporte de todo el hato o pertenencias de los pastores, de ahí que fuesen conocidas popularmente como yeguas hateras.

Yeguas pastando en la dehesa.
(c) Hispano-Bretones Sur de Gredos.

Además de eso, las yeguas se utilizaban para la crianza de potros que tenían gran valor en el mercado y que, como ocurría con los cabritos o chivos, eran vendidos por los pastores sin que el amo tuviese que dar permiso alguno.

Yegua con su potrillo.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.

Así, hasta los años 30 del siglo XX, los pastores de la Cabaña del Marqués de Perales podían tener las siguientes yeguas:

- Rabadán: 5.
- Compañero: 4.
- Ayudador: 3.
- Persona: 3.
- Sobrado: 3.
- Zagal: 1.

En total 19 yeguas por rebaño más un caballo para cubrirlas, tenían que ser mantenidos por el amo. El caballo era siempre propiedad del amo.
En los años 30, se suprimen de la escusa y como compensación se aumenta el sueldo de cada pastor en 30 duros (150 pesetas).

Yeguas y potrillos en la dehesa.
(c) Hispano-Bretones Sur de Gredos.

1.2. LA ESCUSA EN LOS REBAÑOS DE PIARAS.
Tras la desaparición de muchas cabañas con la supresión de los Reales Privilegios del Honrado Concejo de La Mesta en 1836 y los diferentes conflictos bélicos y crisis económicas, las grandes Cabañas desaparecieron y los propios pastores formaron a partir de su escusa pequeños rebaños o piaras distinguiéndose dos grandes tipos:

Rebaño trashumante.
(c) Miguel Alba Vegas.

1.2.1. Piaras de Babia y La Tercia.
Eran rebaños de 150-200 cabezas juntándose 3 ó 4 piareros para realizar la trashumancia con 600-800 ovejas.
La organización de estas piaras era similar a la de las Cabañas pero con la diferencia de que no había jerarquía entre los pastores, los cuales realizaban los mismos trabajos.
Los corderos y la lana eran vendidos en común, recibiendo cada pastor la cantidad correspondiente según las ovejas que tuviese.

Pastor con las ovejas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

1.2.2. Piaras de Riaño.
Estas piaras eran una auténtica sociedad en la que había ganaderos propietarios de un lote o más de ovejas (1 lote estaba compuesto por 100 ovejas) o incluso solamente medio lote (50 ovejas), existiendo socios que aportaban únicamente el equivalente el dinero.
La organización de estas piaras era idéntica a la de las Cabañas en cuanto a jerarquía de los pastores, contratando en ocasiones pastores asalariados ajenos a la sociedad y habiendo socios que aportaban dinero u ovejas pero no trashumaban.
De esta forma, los pastores de las piaras de Riaño cobraban la soldada según su puesto en la jerarquía pastoril, tenían su escusa y cobraban los beneficios del lote o lotes que aportasen.

Rebaño de ovejas en la dehesa.
(c) Deme González Calvo.

1.3. LA ESCUSA EN LOS REBAÑOS PARTICULARES.
Se trataba de rebaños de cierta importancia aunque sin contar con el número de ovejas que las Cabañas.
El dueño actuaba como rabadán y contrataba a 3 ó 4 pastores que recibían una pequeña soldada, la manutención y una escusa de 30, 40 ó 50 ovejas, siendo, al igual que en las Cabañas, la lana para el dueño del rebaño y el cordero para el pastor.

Rebaño de ovejas.
(c) Alexis Ávila Pulido.


2. LA ESCUSA EN OTROS LUGARES DE ESPAÑA.

La escusa no era algo exclusivo de los pastores leoneses, sino que la inmensa mayoría de los pastores de España dividían su sueldo en soldada y escusa.
No obstante, mientras que en las Cabañas leonesas habían una excusa establecida que variaba poco de unas a otras, en el resto de ganaderías del país, la escusa quedaba a criterio del amo que establecía la soldada, la escusa y la manutención siguiendo las costumbres de cada zona pero con mayor libertad que en la Montaña Leonesa.

Cabrero con sus cabras.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Así, por ejemplo, en la localidad abulense de El Barco de Ávila (Ávila), D. Nicolás de la Fuente Arrimadas en su obra Fisiografía e Historia del Barco (1925) nos dice lo siguiente:
"Al pastor se le dan 200 pesetas al año, 1 kilo de pan al día y 2/4 de litro de aceite a la semana. Tiene escusa de meter 20 cabezas de ganado ovejuno y 5 más el mayoral".

Rebaño de ovejas en las cercanías de El Barco de Ávila (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Cerca de El Barco de Ávila, se encuentra el pueblecito de El Tremedal, anejo de Solana de Ávila, donde Julián Sánchez García, pastor trashumante en su juventud, escribió a finales del pasado siglo una obra titulada Costumbres para el recuerdo, tratando todo tipo de temas relacionados con la cultura tradicional de este bello pueblo.
Al hablar de los pastores, nos cuenta lo siguiente:

"El ajuste que se venía haciendo económicamente, situándonos en los años 1940-50 era 30 ovejas de escusa, eso quiere decir que el amo le mantiene este número de animales y la producción es para el pastor..."

Ovejas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), el ganadero Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022) nos hablaba de un curioso tipo de escusa de los vaqueros.
Dependiendo del tamaño de la ganadería, el amo mantenía un determinado número de vacas al vaquero, que vendía libremente los chotos (terneros). 
Sin embargo, en el invierno, cuando las vacas eran encerradas en los corrales o casillas para ser alimentadas con heno segado durante el verano, el estiércol generado por las vacas de la escusa, era para el amo.

Vaquero recogiendo las vacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Puede parecer que, a diferencia de aquellos ricos amos de la Cabañas leonesas, los amos guijeños salían perdiendo con esta escusa, pero realmente obtenían gran cantidad de valioso estiércol para sus tierras dedicadas al cultivo de patatas, olivos, viñedos...de donde obtenían grandes rendimientos económicos.

Vaca en un corral tradicional.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nicolasa Sánchez García (1922-2012), cabrera y borreguera de Guijo de Santa Bárbara, nos contaba que en el caso de las piaras de cabras y ovejas, el pastor tenía también derecho a mantener cabezas de escusa.
En las piaras de cabras, los chivos de la escusa eran para el cabrero pero la leche era para el amo aunque de cada carga de queso se daban algunos al pastor. Sin embargo, el amo dejaba sin ordeñar cada mañana a la cabra más lechera de la piara para que el pastor pudiera ordeñarla y beber la leche a lo largo del día.
En el caso de las ovejas, tanto el cordero como la lana eran para el pastor, puesto que este ganado era criado fundamentalmente por el estiércol que como en el caso de las vacas, era también para el amo.

Pastor con chivos en las alforjas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En este mismo pueblo, existía un curioso tipo de escusa que podríamos llamar "escusa familiar", de la que nos habló el ganadero Juan García García (1927-2012).
Cuando los hijos de los ganaderos contraían matrimonio, los padres de la novia y en ocasiones también del novio, entregan dentro de la denominada hijuela o dote, un determinado número de cabezas de ganado para que la joven pareja pudiese independizarse. 15-20 cabras en el caso de los cabreros y 3 vacas en el caso de los vaqueros, además de alguna caballería, un cerdo y unas gallinas, solían constituir la  cantidad de ganado entregada en la hijuela.

Cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, lo importante para poder independizarse de los padres era tener una casa y para independizarse como ganaderos, tener un corral.
Esto no siempre era posible y el joven matrimonio tenía que vivir en casa de los padres hasta que ahorraban dinero para independizarse. Para ello, los padres solían realizar un ajuste, de forma que los jóvenes recibían una pequeña soldada, la manutención y contaban con la correspondiente escusa a partir del ganado entregado en la hijuela.
Si no se les había dado ganado en la hijuela, los padres entregaban cada año un determinado número de chivas o chotas hasta complementar las cabezas de la escusa.
Cuando el matrimonio se independizaba, podía llevarse el ganado de la hijuela o de la escusa o bien dejarlo con el ganado de los padres y tenerlo a medias.

Joven cabrero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

3. LA ESCUSA EN LA ACTUALIDAD.

La escusa sigue figurando actualmente en el contrato de los pastores asalariados pero de una manera muy diferente a lo que ocurría en épocas pasadas.
Hoy en día, se establece que el pastor tiene un determinado número de cabezas de escusa pero ante la imposibilidad legal de mantener en la misma explotación ganado de diferentes propietarios, el pastor es dueño de las cabezas sino que recibe el equivalente en dinero del beneficio correspondiente a cada cabeza de escusa.

Cabras en la dehesa.
(c) Dionisio Prieto Cuarto.

Así, por ejemplo, si un pastor tiene derecho a tener 30 ovejas de escusa, el amo al vender los corderos, puesto que la lana ya carece prácticamente de valor, dividirá el total del dinero obtenido entre el número de ovejas para conocer los ingresos obtenidos por cada oveja, multiplicando por 30 esa cantidad y entregándosela al ganadero al pagarle la nómina bajo conceptos como horas extra, gratificación o similares.
Algo parecido ocurre con los demás tipos de ganado.

Oveja con su cordero.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

En ocasiones, la escusa va aumentando con el paso del tiempo conforme lo va haciendo la experiencia del pastor, a semejanza de lo que ocurría en las antiguas Cabañas trashumantes, pasando de las 18 ovejas del zagal a las 53 del rabadán.
Si en algún momento el pastor decide abandonar la ganadería y establecerse por su cuenta, el ganadero puede venderle las ovejas de la escusa. 

Rebaño de ovejas.
Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Se hablado en este artículo del ajuste o contrato de los pastores. A este tema dedicamos el año pasado un artículo exclusivo al que remitimos al lector para conocer más detalles:

Cabrero con cabras y perro.
Guisando (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No puedo terminar este artículo sobre la escusa de los pastores en el que se ha hablado mucho de la ganadería y cultura pastoril de la Montaña Leonesa, sin mencionar que parte de mis antepasados fueron precisamente pastores leoneses que desde Casares de Arbas, pueblecito perteneciente a Villamanín.
En algunos momentos, más de una treintena de hombres de dicho lugar trabajaron como pastores en la Cabaña del Monasterio de Santa María de Guadalupe.
En el siglo XIX Juan Rodríguez del Castillo se estableció en Guijo de Santa Bárbara y de él desciendo directamente por línea materna:

- Juan Rodríguez del Castillo.
- Fernanda Rodríguez Cañadas.
- Amalia Santos Rodríguez.
- Daniel Vicente Santos.
- Justina Vicente Burcio.
- Marcelina de la Calle Vicente.
- Vicenta García de la Calle.
- Silvestre de la Calle García.

Por lo tanto, aunque hayan pasado varias generaciones, puedo decir con gran orgullo que tengo sangre leonesa y escribir y publicar este artículo es muy especial para mí.

¿El autor o el "abuelo" Juan Rodríguez Castellano?
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Bibliografía:
- De la Fuente Arrimadas, N. (1925) Fisiografía e historia del Barco de Ávila.
- Klemm, A. La cultura popular de Ávila. Edición de Pedro Tomé (2008)
- Rodríguez Pascual, M. (2004) La trashumancia. Cultura, cañadas y viajes (5ª  edición) Ed. Edilesa.
- Sánchez García, J. (2000) Costumbres para el recuerdo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.

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