EL DESECHO Y EL DESVIEJE

El desecho y el desvieje son dos prácticas fundamentales para el buen manejo de cualquier explotación ganadera. En ambos casos, se venden todos aquellos animales que no son productivos o que no alcanzan una producción satisfactoria, pero mientras que el desecho afecta a animales jóvenes, el desvieje se realiza únicamente sobre los animales de edad avanzada.

Cabra Verata de 12 años junto a una chiva.
Ganadería de Juan Manuel Rodríguez Sánchez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estas prácticas se llevan a cabo con todas las especies ganaderas desde vacas y cabras a gallinas y conejos ya sea en explotaciones intensivas como extensivas. En el primer caso, se suele buscar la máxima productividad desde el primer momento aunque también se presta atención a las características morfológicas del animal mientras que en el segundo se caso, aunque la productividad y la morfología son muy importantes, se mira mucho el estado fisiológico de los animales y su capacidad para buscar alimento y resistir inclemencias meteorológicas.

Vaca Tudanca.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Llevar a cabo estas operaciones de manera rigurosa, especialmente el desecho, garantizarán la calidad del ganado y la consiguiente rentabilidad de la ganadería puesto que es fundamental eliminar cuanto antes los animales poco productivos como iremos viendo a lo largo de este artículo.

Abel con su rebaño de ovejas.
(c) Abel Pache Gómez.

1. DESECHO.
Cuando tiene lugar la paridera en el caso de los mamíferos y el nacimiento de los pollos tras la eclosión de los huevos en el caso de las aves, el ganadero procura que todas las crías se desarrollen adecuadamente ya sean criadas por sus madres o con cuidados dispensados por el propio ganadero.

Cabra Verata con su cabrito.
Ganadería de Juan Manuel Rodríguez Sánchez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al llegar el momento de la comercialización de esas crías ya sea con destino al sacrificio para la producción de carne o como animales vivos con destino a cebaderos u otras explotaciones, el ganadero se reserva los mejores ejemplares para la reposición de los animales adultos que a lo largo del año o años siguientes, serán desechados o desviejados.

Cerda con sus lechones.
Ganadería de Óscar Nunes Pérez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esta selección de animales, que debe realizarse de manera muy rigurosa cumpliendo con los requisitos establecidos por el ganadero, no se considera desecho, puesto que la venta de gran parte de estos animales jóvenes constituye en muchos casos el principal pilar económico de la explotación.

Cordero Fleischschaf.
(c) Alexis Ávila Pulido.

Normalmente, el ganadero sabe los animales que aproximadamente debe dejar para reposición y compensar el desvieje de los animales de edad más avanzada pero el desecho y también el posible desvieje de animales que no han alcanzado el final de su vida útil, es algo absolutamente impredecible como iremos viendo a lo largo del artículo.

Terneras de reposición.
(c) David Mahíllo González.

Es a partir de ese momento, cuando comenzarán a desecharse animales cuando el ganadero observe que siguen sin cumplir los requisitos de selección y/o producción establecidos según su criterio y conocimientos. Para tener una ganadería formada por ejemplares bien seleccionados, es fundamental realizar el desecho de manera cuidadosa desde el primer momento y sin dudas a la hora de retirar ciertos animales.

Chiva Verata de reposición.
Ganadería de Juan Manuel Rodríguez Sánchez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Así, el primer momento en el que tiene lugar la realización de un posible desecho, es al alcanzar los animales la madurez sexual. En el caso de las aves ponedoras y/o reproductoras, si tardan mucho en empezar a poner huevos, se puede proceder a su desecho.

Pollitas de Gallina Castellana Negra.
(c) Mariano Martín Ayuso.

Las hembras de los mamíferos pueden ser desechadas si no quedan preñadas tras la primera campaña de cubrición o tras la realización de las primeras inseminaciones artificiales. Algunos ganaderos esperan un tiempo para que cuando se produzcan nuevos celos, esas hembras puedan ser cubiertas o inseminadas satisfactoriamente.

Becerra Frisona.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Si las hembras no se quedan preñadas, pueden ser directamente desechadas o venderse tras un periodo de preparación y engorde para destinarlas al sacrificio, pudiendo retenerlas, especialmente en el caso de las vacas durante algunos años para dar lugar a las célebres machorras de sabrosísima carne.

Vaca Casina machorra.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Llegan así las hembras preñadas al momento de realizar su primer parto que tiene lugar a edades variables según la especie y raza desde los 5 meses de las conejas a los 3 ó 4 años de las yeguas y burras pasando por los 12-18 meses de cerdas, cabras y ovejas o los 2-3 años de las vacas.

Oveja Merina con su cordero.
(c) Abel Pache Gómez.

Valorará el ganadero en este momento y en las semanas o meses siguientes, la facilidad de parto, el instinto maternal, la producción lechera y el desarrollo de las crías, etc...
Las hembras que cumplan los requisitos, serán cubiertas o inseminadas nuevamente y las que no lo hagan, serán desechadas.

Vaca Parda de Montaña con su ternero.
(c) José Sánchez Erice.

Ya en el mismo momento del parto, el ganadero valora si las hembras presentan dificultades para parir y si necesitan para hacerlo ayuda e incluso intervención veterinaria. En ese caso, se tienen en cuenta las características morfológicas del animal y el historial materno y paterno para decidir si la hembra es desechada o no.

Novilla Avileña-Negra Ibérica.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

En el caso de las hembras sometidas a ordeño, se valorará la producción lechera en kilogramos de leche durante un determinado periodo. Se fija un límite mínimo, inferior al de las hembras de segundo y sucesivos partos que las hembras primerizas deberán superar en un periodo de días igual o más corto que las hembras de segundo parto en adelante. Si las primerizas no superan esos parámetros, serán desechadas.

Vaca Pasiega.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

En el caso de las hembras de razas lecheras de gran rendimiento, gran parte de los ejemplares son desechados tras la primera o segunda lactación por lo que no alcanzan una edad en la que su retirada podría considerarse desvieje. A menudo, sobre todo en el caso de las explotaciones de ganado vacuno que no practican la recría, estas vacas son retenidas y cruzadas con toros de razas cárnicas para tratar de compensar con la venta del ternero la pérdida económica por la menor cantidad de leche producida.

Vaca Frisona.
(c) Germán Gutiérrez Martín.

Se valora también en estas hembras, la facilidad de ordeño. Esta práctica, generalmente realizada con ordeñadoras y robots de ordeño exige una morfología particular de la ubre por la que toda hembra que presente defectos en la misma, será retirada.

Vacas Pasiegas ordeñadas con ordeñadora.
(c) Asociación de criadores.

Conejas y cerdas suelen ser desechadas por baja prolificidad y malas cualidades maternales, siendo las segundas castradas para favorecer su engorde y mejorar la calidad de su carne.

Coneja con sus conejillos.
(c) Marc Ferrer Subirana.

En el resto de especies, la prolificidad o número de crías por parto, también se valora, pero de distinta manera. Así, en yeguas y burras los ganaderos evitan por todos los medios las que paren dos crías ya que los partos pueden ser verdaderamente peligrosos tanto para la madre como para las crías.

Yegua Hispano-Bretona con su potrillo recién nacido.
(c) Raquel Cayón Campuzano.

En el caso de las vacas, dependiendo de la raza, el parto doble es mejor o peor visto por los ganaderos ya que muchas vacas son incapaces de amamantar a dos terneros y ello exige que el ganadero tenga que alimentar personalmente a uno de ellos si no tiene la suerte de disponer de una vaca nodriza.
Normalmente, la mayoría de los ganaderos no desechan a las vacas jóvenes que paren mellizos pero en algunas ocasiones, ante el aumento de trabajo que puede suponer su tenencia, las venden para vida a otros ganaderos.

Vaca Frisona amamantando tres terneros.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

En el caso de las ovejas y cabras, el parto doble es preferido y buscado por muchos ganaderos y las hembras que ya en el primer parto paren y crían satisfactoriamente dos crías, son sumamente valoradas y ocuparán un puesto destacado en la ganadería.

Oveja con dos corderos.
(c) Abel Pache Gómez.

En el caso de las aves ponedoras, explotadas en gran número naves industriales en jaulas o en el suelo o bien en naves con salida a parques exteriores, el desecho es prácticamente imposible de realizar ya que esto sólo podría hacerse en pequeñas granjas familiares. 
Criterios parecidos a los que se utilizan para la selección de aves ponedoras se usan para las aves dedicadas a la reproducción.

Gallinas Castellanas Negras.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Mención especial merece el curioso desecho de las hembras del ganado de raza de Lidia, puesto que no se realiza por motivos reproductivos sino por falta de bravura tras la prueba de la tienta.
Estas vacas, pueden ser vendidas como reses de lidia para festejos populares o ser retenidas en la explotación para ser utilizadas como vacas base para cruzamiento industrial pero, en cualquier caso, son desechadas para su fin primordial que sería la reproducción.

Vaca de Lidia.
(c) Silvestre de la Calle García.

Respecto a los machos, su desecho es muchísimo más complejo y complicado porque su productividad es menos patente a corto plazo. No obstante, en muchas ocasiones se realiza el testaje de los futuros sementales en centros especializados valorando la cantidad y calidad del esperma y otros factores comenzando su carrera reproductiva cuando ya están suficientemente probados para evitar así contratiempos.

Novillo Monchino.
(c) José Antonio Velasco Crespo.

Machos y hembras pueden llegar a ser desechados en ocasiones por su temperamento arisco, algo relativamente común en los bovinos y equinos y en menor medida en ovinos, caprinos y porcinos.
Dejando aún lado el ganado de raza de Lidia y salvo en el caso de ciertas razas, fundamentalmente de bovinos un tanto temperamentales, retirar este tipo de animales es fundamental para facilitar el manejo.

Carneros Merinos Negros.
(c) Abel Pache Gómez.

Finalmente, hay que reseñar el llamado desecho involuntario realizado sobre aquellos animales que sufren algún accidente que obliga a su sacrificio de urgencia. Los accidentes pueden tener lugar en cualquier explotación pero son especialmente frecuentes en explotaciones extensivas y de montaña.

Novillo Asturiano de los Valles.
(c) José Ortiz Pérez.

El desecho se realiza desde que los animales alcanzan la madurez a edad variable hasta que llegan a la edad adulta que en el caso de los bovinos, ovinos, caprinos y equinos ronda los 4 años de edad, siendo inferior en los porcinos, conejos y aves por ser especies mucho más prolíficas y con un corto intervalo entre partos en el caso de cerdas y conejas. Realmente, hablar de desvieje en estas dos especies, al igual que el caso de las aves, es más complicado puesto que su vida reproductiva es bastante corta.

Novilla.
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

2. DESVIEJE.
Una vez que los animales al alcanzado la edad adulta, se considera que ya no puede hablarse de desecho y en caso de tener que retirarse algún animal por cualquier causa, aunque sea relativamente joven, se hablaría de desvieje.

Macho y cabra de raza Verata.
(c) Alejandro Torralvo Gutiérrez.

No existe edad fija para realizar el desvieje pero se valoran una serie de parámetros relacionados con la producción y el estado general de los animales.
Así, en el caso del ganado lechero, el desvieje se realiza a edades relativamente tempranas cuando la producción lechera comienza a decrecer lo cual ocurre a partir del cuarto o quinto parto. Si la producción lechera no supera un determinado límite, las hembras son desechadas.

Vaca Pasiega.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Esto suele ser habitual en explotaciones intensivas o con gran número de cabezas pues en las explotaciones de menor tamaño o con un manejo más extensivo se suele dar mayor margen a los animales y aunque no alcancen producciones tan elevadas, se mantienen durante varias lactaciones más.

Vaca Canaria.
(c) Germán Gutiérrez Martín.

Para todas las hembras en general, se valoran las cualidades reproductivas. Si un año quedan vacías o no preñadas, se dice que han quedado horras y muchas veces se procede a su retirada pero en ocasiones, especialmente cuando se trata de hembras de edad avanzada y que tienen un buen historial productivo, permanecen en la explotación en espera de que vuelvan a quedarse preñadas. Si por segundo año consecutivo siguen sin reproducirse, se denominan machorras y son retiradas en la mayoría de los casos.

Cabra Verata.
Ganadería de Juan Manuel Rodríguez Sánchez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al igual que se dijo anteriormente con las hembras de primer parto, las dificultades en este momento del ciclo reproductivo del animal, condicionan poderosamente su desvieje. Una hembra que necesite ayuda en dos partos seguidos, es retirada aunque sea relativamente joven.

Vaca tras realizarla una cesárea.
(c) Enrique Serrano Díez.

Los sementales son retirados cuando alcanzan tamaños y pesos demasiado elevados, especialmente si se corre el riesgo de que cubran a hembras primerizas. 
También se procede a su retirada cuando se tienen demasiadas hijas de él y la explotación no está dividida en lotes para evitar así la consanguinidad. 

Toro, vaca y ternero de raza Casina.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Puede darse el caso, igual que ocurría con los animales jóvenes, que tanto hembras como machos sufran algún tipo de accidente que obligue a su retirada antes de alcanzar edades avanzadas. En ocasiones, ciertas lesiones como fracturas de huesos y similares, pueden llegar a curarse pero si el animal tiene un mal historial productivo, se suele decidir su desvieje.

Vaca Berrenda en Colorado con su ternero.
(c) Ángel Rodríguez Martín.

Muchos animales de carne muy valorada como ocurre con las cabras en Canarias y con las vacas, especialmente las de ciertas razas selectas, en algunos lugares de la Península, se desviejan a edades relativamente tempranas por el valor de su carne y por la facilidad para recriar hembras de mejores características productivas.

Vaca Asturiana de los Valles.
(c) José Ortiz Pérez.

Algunos animales siguen reproduciéndose y produciendo sin problema alguno durante muchos años, alcanzando edades verdaderamente avanzadas superiores a los 12-14 años en ovejas y cabras y más de 15 e incluso 20 en vacas y equinos.
En estos casos, los ganaderos revisan de vez en cuando la dentadura de los animales, especialmente si se trata de explotaciones extensivas, para valorar si se pueden seguir alimentando en los pastizales sin problema alguno.

Cabra Verata.
Ganadería de Juan Manuel Rodríguez Sánchez
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Muchos ganaderos se niegan a retirar por desvieje ciertos animales por los que sienten especial cariño. En ocasiones ya ni siquiera producen nada pero mientras que su estado de salud sea relativamente bueno, se dejan en casa y en ocasiones sólo abandonan la ganadería cuando mueren acompañados por su dueño.

Ñu, vaca Pasiega de 14 años.
(c) Amaya Mazo Mayor.

3. CONCLUSIONES FINALES.
Resumiendo, podemos decir que el desecho sería la retirada de todos aquellos animales jóvenes que no cumplan desde un principio los requisitos morfológicos y productivos esperados por el ganadero y que el desvieje  sería la retirada de todos aquellos animales adultos cuya producción no sean ya rentable o que han llegado al final de su vida útil.

Abel con un extraordinario carnero.
(c) Abel Pache Gómez.

La experiencia del buen ganadero se ve a la hora de realizar el desecho ya que en palabras del cabrero Primitivo Torralvo García (1927-2020) de la localidad cacereña de Guijo de Santa Bárbara "cuesta muchos años tener una buena piara pero un momento la puedes esbarartar si dejas animales malos cuando son todavía nuevos, sobre todo si dejas machos y si crías chivas de cabras malas".

Primitivo Torralvo García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esta sabiduría tradicional, la conocen muy bien los ganaderos actuales como Juan Manuel Rodríguez Sánchez (n.1999) que días antes de escribir este artículo comentaba con nosotros que él está siendo especialmente riguroso a la hora de seleccionar su magnífico rebaño de cabras Veratas sin dudar ni un momento en retirar cabras jóvenes con cualquier tipo de defecto así como animales viejos que ya no producen o no en la cantidad adecuada salvo algunas excepciones como animales a los que, por diversos motivos, se les tiene especial cariño porque el ganadero.
Juan Manuel Rodríguez Sánchez con sus cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


Pueden algunos pensar que los ganaderos piensan únicamente en el beneficio económico pero esto no es cierto, pues, aunque es fundamental mantener ganado productivo, no existen reglas fijas y cada ganadero aplica unos criterios selectivos y a veces deja animales que otros no dejarían e incluso que llegan a comprar y mantener durante muchos años animales desechados o desviejados por otros como Pilar Domínguez Castellano con su ya mítica vaca Sofía, una suiza que tras 6 años sin parir pero sin dejar de dar leche, parió en 2024 con 14 años y lo hará dentro de poco con 15 años cumplidos.

Pilar con Sofía y su ternero en 2024.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

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