SABIDURÍA DE LOS CABREROS

Si repasamos las entradas, publicaciones, artículos...o como queramos llamarlos de EL CUADERNO DE SILVESTRE, veremos que las cabras y los cabreros son los protagonistas principales de muchos de ellos.
Para hacer un artículo sobre cabras se puede recurrir a libros y publicaciones diversas, pero nada hay como hablar con los propios cabreros, los cuales son auténticos sabios.

Cabrero con los chivillos en las alforjas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El artículo de hoy será un tanto personal, recordando las historias que he escuchado a numerosos cabreros jubilados y en activo, algunos de los cuales ya nos dejaron.
Aún así, animo a los lectores a leer este interesante artículo.

El autor con un cabrito.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Me crié en mi pueblo, Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), escuchando a mis abuelos hablar de cabras. A mí me sorprendía mucho cuando era niño que mis abuelos hablasen de cabras porque no las tenían. Mis abuelos maternos Juan y Marcelina tenían vacas, gallinas y una yegua y mis abuelos paternos Antonio y Visitación, tenían un burro, gallinas y el cochino para la matanza.

El autor con una vaca de sus abuelos. 1992.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, todos mis abuelos fueron cabreros en su infancia y juventud. Mi abuelo Juan y mis dos abuelas eran hijos de cabreros "profesionales" que tuvieron buenas piaras de cabras mientras que los padres de mi abuelo Antonio eran vaqueros pero tenían una cabra "casera" para tener siempre leche cuando las vacas no la tenían.

Mi tatarabuelo Cipriano Jiménez Pérez (centro), abuelo de mi abuelo Antonio.
(c) Colección Familia de la Calle.

Mis abuelos Juan y Marcelina ya fallecieron hace años, pero aún recuerdo las historias sobre las cabras que me contaban cuando era niño.
Sí, queridos lectores.
Soy aún de esos niños que crecieron escuchando a sus abuelos.

Mis abuelos Marcelina y Juan.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Decía mi abuela Marce:

"Mi padre tenía de todo. Aunque tenía un bar, el baile y una fábrica de gaseosas, tuvo cabras también.
Tenía un hatajo de 70 cabras grandes más o menos y tenía un criado como se decía entonces para cuidarlas.
Estaban en el corral del Toril, a una hora del pueblo. Nos tocaba ir muchas veces con los burros a por la leche para bajarla al pueblo y hacer el queso.
Luego, mi padre compró vacas suizas pero siguió muchos años con las cabras."

Corral de El Toril.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mi abuelo Juan estuvo aún más vinculado a las cabras:

"En mi casa hubo cabras de toda la vida. Yo me crié con mi abuela materna que llegó a tener más de 700 cabras grandes.
En verano vivíamos en la sierra en las chozas y tocaba ordeñar a mano y luego irse de careo con las cabras.
En invierno estábamos con ellas en los corrales pero había que sacarlas lloviera o nevara porque entonces comían lo que había en el campo.
Luego mi abuela vendió las cabras y compró ovejas."

Cabra Verata revolá.
(c) Silvestre de la Calle García.

Mis abuelos Antonio Leandro (97 años) y Visitación (92 años), viven todavía. Muchas veces cuentan historias de las cabras de sus padres.

Mis abuelos Antonio y Visitación.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mi abuela Visitación cuenta:

"Mi padre era carnicero pero también tenía cabras. Algunas veces tuvo un cabrero para cuidarlas y otras veces las tuvo a medias.
Estábamos con las cabras aquí en el pueblo de verano y en invierno las llevábamos a las dehesas y vivíamos en Majadas, donde mis abuelos tenían una casa.
Luego mi padre quitó las cabras y compró vacas suizas."

Cabrero en la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mi abuelo Antonio, se crió en una casa vaquera pero en la que había una cabra:

"Mi padre era cartero y vaquero. Tenía vacas negras que eran para vender los becerros aunque a algunas se las ordeñaba mientras estaban criando pero para cuando no daban leche, tenía una cabra.
En invierno, la cabra estaba en el pueblo y se la echaba con las cabras caseras que eran de mucha gente del pueblo que sólo tenía una o dos cabras para leche.
En verano estaba en los prados con las vacas".

Cabra Verata morucha.
(c) Silvestre de la Calle García.

Junto a mis abuelos, tengo que mencionar a mi tía Nicolasa Sánchez García, prima de mi abuelo Juan, que para mí fue como una abuela y que en su juventud fue cabrera.

Nicolasa Sánchez García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mi tía me hablaba mucho de los tiempos antiguos y de trabajos tan importantes en el mundo cabrero como la elaboración del queso:
"Hacer queso parece fácil pero tiene su ciencia. Para empezar hay que tener la mano fría porque si no, no se apura bien la cuajada y no se puede hacer el queso como es debido.
Lo primero es ordeñar y enfriar la leche, para luego colarla y echar el cuajo. Antes se hacía con cuajo de los chivos y había que tener cuidado porque si se echaba más de la cuenta, el queso picaba mucho.
Se removía y se dejaba cuajar. Cuando estaba lista la cuajada, había que apurarlo. Esto consiste en apretar la cuajada poco a poco para que se quede en el fondo del baño y el suero, suba arriba y se pueda quitar.
Luego ya se echa la cuajada en los cinchos."

Elaboración artesanal del queso.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero en mi pueblo había muchísimos cabreros cuando yo era niño y muchísimos que llevaban años jubilados pero que aún recordaban con gran cariño y nitidez su antigua vida.
Uno de ellos era Tío Crisantos "El Zorrita", Crisantos Sánchez Vicente, primo hermano de la madre de mi abuela Marce. 

Con tío Crisantos, mi hermana y mi madre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tío Crisantos contaba a todo el que le visitaba historias de su juventud y enigmáticos acertijos que costaba mucho averiguar:

"Yo estuve toda la vida en la sierra con las cabras. De 7 años ya me mandaban con ellas algunos días y a los 9 ya iba sólo con ellas todos los días.
A lo mejor llevaba un hatajo de 80 ó 90 cabras y en aquellos tiempos encima había muchos lobos. Tenías que estar atento porque te quitaban una chiva y ni te enterabas.
Luego ya cuando me casé seguí con las cabras. En verano subía con ellas a Pimesaíllo y vivíamos en una choza. Allí se han criado mis hijos y mis nietos.

Y ahora tenéis que averiguar estas dos cosas:

- ¿Cómo se echan las cabras en el corral?
- ¿De qué puedes llenar un cubo pa que pese menos que vacío"

*Nota: Soluciones al final del artículo.

Tío Crisantos "El Zorrita".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otro gran cabrero guijeño, era tío Alfonso "El Fuelle", Alfonso Rodríguez Romero. Con más de 80 años y ya con muy poca vista, ayudaba todavía a su hijo Fidel con las cabras:

"Antes había muchas cabras y desde chicos estábamos con ellas. Daban mucho trabajo porque en la sierra había que estar pendiente de los lobos y cuando estaban cerca del pueblo, había que vigilar para que no se metieran en las fincas porque entonces no había nada perdido. Todo se ponía de patatas, cebada, centeno, "verjeles"..."

Tío Alfonso "El Fuelle".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero hablar de cabras y cabreros en el Guijo, es hablar del famoso TÍO PIVO, Primitivo Torralvo García, fallecido hace 2 años y con el que hablé muchísimas veces.
Hasta el último momento, tío Pivo ayudó a sus hijos y a su nieto Alejandro con las cabras.
Además de cabrero, fue "contaor" en la Dehesa Sierra de Jaranda, por lo que conocía todas las cabras del pueblo al tener que contarlas tres veces al año para que los cabreros pudiesen pastar en esta finca particular que cuenta con más de 150 años de historia.

Tío Pivo con su hijo Florín y su nieto Alejandro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Me contaba tío Pivo:

"Yo siempre fui cabrero. Había muchas cabras. Cuando ya entré de contaor con mi quinto Juanito (mi abuelo Juan) había menos que cuando nosotros éramos chicos. Cuando yo era mozo había 4000 cabras pero ya cuando empezamos nosotros a contar no llegaban a 3000. Había muchas piaras pero eran chicas. De 80 y 90 las medias. Pocas pasaban del ciento y algunas eran hatajillos de 50 ó 60. 
En estos tiempos modernos, han sido mis hijos los que más han tenido porque juntaban entre los dos más de 600 en una sola piara y si contamos las de otro hijo mío que tenía más de 100 en una piara de por parte, tenían a poca costa la mitad de las cabras del pueblo ellos.
Ahora ya sólo quedan aquí unas 300, otra piara de ciento y pico y algún hatajillo chico".

Tío Pivo con las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Heredero de esa sabiduría cabrera de tío Pivo, es Alejandro Torralvo Gutiérrez, joven cabrero de Guijo de Santa Bárbara y activo colaborador de EL CUADERNO DE SILVESTRE.

Alejandro Torralvo Gutiérrez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otro cabrero guijeño que colabora activamente en EL CUADERNO DE SILVESTRE es Juan Antonio Rodríguez Vidal. Descendiente de familias cabreras de gran tradición, conserva los conocimientos que aprendió de su abuelo Antonio, uno de los grandes cabreros del Guijo.

Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Con un pequeño hatajillo de cabras, sigue en el Guijo Jacinto Torralvo Sánchez, hijo de tío Pivo y con el que realizamos hace años mi padre y yo magníficas reconstrucciones de la vida de los cabreros de antaño.
Con las algo más de 100 cabras de Jacinto inmortalizamos hace años preciosas escenas.

Jacinto Torralvo con sus cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fuera de Guijo de Santa Bárbara, también he pasado y paso ratos con cabreros de los que he aprendido y aprendo mucho.
Con José Montero y su extraordinaria piara de  cabras Veratas grabamos y fotografiamos hace años la trashumancia de las cabras desde la sierra de Piornal a la dehesa de Robledillo.

El autor con José Montero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tuve la suerte de pasar mucho tiempo con "EL ÚLTIMO CABRERO" de estas sierras. 
Me refiero al mítico Paulino Gargantilla Serrano, de Jerte (Cáceres). Conocí a tío Paulino en el 6 de agosto de 2004 y jamás podré olvidar ese día, al que luego seguirían muchos otros. 
Tío Paulino fue el último cabrero en criar cabras según el sistema tradicional y el último en elaborar el queso de manera totalmente tradicional en plena sierra.

Tío Paulino ordeñando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tío Paulino, me contó brevemente su vida:

"Soy cabrero pero no toda la vida lo he sido. Fui Guardia Civil en Madrid pero aquello no me convencía y me volví.
He sido el que más cabras ha tenido en estas sierras porque en algún momento tuve más de 950. No pasé de 1000 pero cerca andaba a veces.
Y con eso he sacado adelante a la familia y aquí seguiré con ellas mientras pueda.
Me las quieren comprar a veces pero a día de hoy, no las vendo."

Tío Paulino.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin salir de Extremadura, en Madrigal de la Vera he compartido buenos ratos con muchísimos cabreros. Podrían citar a tío Desi, tía Pola, tía Felisa, tío Neque o la gran Manuela "La Pitera".....

Felisa Pérez, Desiderio Fraile y Pola Pinar.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero no me puedo olvidar de la gran Rosa Gómez Chozas, que fue para mí parte de esa familia que no es de sangre pero sí de corazón, la Familia Hernández Gómez y sobre todo Vicentín el hijo de tía Rosa:

"Mi marido Vicente y yo tuvimos cabras muchos años. Teníamos más de 250 y subíamos a la sierra con ellas. Luego ya nos dedicamos más a los higos y quitamos las cabras pero nos quedamos un hatajillo para casa. A mí siempre me gusta decir que soy cabrera."

Rosa Gómez Chozas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pocas cabras quedan ya en Madrigal, pero aún suena por los caminos el alegre tintineo de las cencerras de un hatajito de cabras. ¿Quién las guarda? No es un cabrero, sino una cabra. Carmen González Fraile, cabrera e hija de cabreros.
Orgullosa de conservar el legado de sus antepasados, Carmen es la más feliz del mundo con su hatajillo de 30 cabras.

Carmen González Fraile.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Desde Madrigal de la Vera, pasamos a la provincia de Ávila. Candeleda con su anejo de El Raso es la capital del mundo de los cabreros.
Aquí conozco a muchísimos cabreros por lo que es imposible nombrarlos a todos: 

-Ángel y Nisio, conocidos como "Los Guáchares" por parte de madre y como "Los Torpes" por parte de padre pese a ser unos virtuosos tallando la madera o golpeando las cencerras, o su primo Eusebio "Moreta" que es un gran guitarrero.



Arriba: Ángel con una de sus creaciones.
Abajo: Nisio golpeando las cencerras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

- Jesús Carreras Delgado y sus padre Jesús y Prudencia. A día de hoy, Jesús Carreras Delgado tiene un buena piara de más de 800 "borras" (ovejas) pero también tiene una extraordinaria piara de cabras Veratas.
Jesús siempre está dispuesto a colaborar en los artículos de EL CUADERNO DE SILVESTRE enviando preciosas fotografías de su ganado a los pies del Almanzor.

Jesús Carreras Delgado (Centro) con sus padres Jesús y Prudencia.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


Pero si alguien destaca en Candeleda por sus cabras es la gran María Isabel Sánchez Vadillo, conocida en todo el mundo como "LA CABRERA DE GREDOS" y con la que hemos pasado muchísimos ratos:

"Yo nací y me crié en la sierra del Raso, en El Pinillo. Me crió una cabra. Mi madre no tenía leche y mi padre ordeñaba todos los días a la cabra y me daban el biberón. Así me crié yo de bien.
He trabajado en varios sitios pero al final me decidí a ser cabrera como todos mis antepasados y criar la cabra Verata que es la que tuvieron ellos.
He llegado a tener 715 cabras porque me hablaron de una mujer del Guijo de Santa Bárbara que tuvo 714 y yo quise superarla no por ser más que ella sino para hacerla un homenaje.
Ahora ya tengo menos. 200 y el pico. No se dice las que son, que da mala suerte.
Vendo mis cabritos por internet ya listos para cocinarlos: CABRITOS MARIBEL. LA CABRERA DE GREDOS.

Maribel Sánchez Vadillo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Y un poquito más allá de Candeleda, Guisando. Este pueblo, que NO es el de los Toros, da nombre a una peculiar raza caprina: LA CABRA GUISANDERA.
Un último rebaño de importancia queda en este municipio. Se trata del de Fidel García Blázquez con el que hemos pasado muy buenos ratos al igual que con su madre, la gran Benigna Blázquez Garro, una mujer excepcional que amaba por encima de todo su familia y su oficio como cabrera:

"Yo no era cabrera. Estaba sirviendo con el médico. Al casarme con Fidel García Tiemblo, me hice cabrera y he sido muy feliz hasta ahora.
Nosotros teníamos y mi hijo sigue con ella, la cabra Guisandera, raza de este pueblo. En invierno estábamos en la Dehesa del Ayuso-Valdeolivas y en verano subíamos al Hecho en Navarredonda y luego nos íbamos a Zapardiel de la Ribera hasta que nos veníamos otra vez para abajo. Subíamos y bajábamos por el Puerto del Pico."

Benigna Blázquez haciendo el queso.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el Valle del Tormes, se encuentra el pueblo de Navacepeda de Tormes con su impresionante iglesia en cuya puerta hay clavada la mano de un oso desde aproximadamente el año 1600.
Navacepeda es un pueblo ganadero por excelencia. En tiempos había un gran número de vacas, ovejas y cabras.
Las cabras casi han desaparecido, pero todavía quedan algunos ganaderos que las mantienen por cariño más que por su producción.
Es el caso de Jesús Marina Jiménez y su hermana Felicitación.

Jesús y Feli (centro).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Jesús y Feli son para mí verdadera familia pues he tenido mucha relación con ellos desde hace 15 años.
Cuando les conocí tenían más de 100 vacas entre las que destacaban algunas yuntas de labor utilizadas todavía para el trabajo en el campo.

Jesús con su yunta.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tenían y tienen todavía un hatajillo de cabras en un casillo tradicional junto a la vieja casa que perteneció a sus abuelos y es que es el típico ejemplo de casa serrana con su "caramancho" sobre la puerta carretera que da acceso al amplio corral desde el que se accede por un lado a la vivienda (hoy utilizada como almacén de pienso) y por otro a los casillos, en uno de los cuales se alojan las 6 ó 7 cabras, el macho y algunos cabritos.

"Piñorra", cabra de Jesús y Feli.
(c) Silvestre de la Calle García.

Jesús nos cuenta:
"Antes había aquí cerca de 2000 cabras y en verano venían a las dehesas de Prao Puerto y demás cabreros de Candeleda y de la parte de La Vera.
Aquí la gente tenía pocas cabras. Uno tenía 15, otro 20, otro 10.. y algunos menos. Se juntaban todas y se cuidaban por turno según las que cada uno tenía.
Luego ya dejó de hacerse esto y algunos las sacaban por su cuenta y otros empezamos a dejarlas encerradas en los corrales y a echarlas pienso.

Jesús con las cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.

Feli nos habla de la producción de las cabras:
"Se tenían por la leche, los cabritos y el estiércol. 
La leche se bebía y se hacía queso con ella para casa y para vender. 
Los cabritos se vendían a los carniceros o a la gente aunque a veces se mataba alguno para casa.
El estiércol se sacaba cargado en los burros o con el carro de vacas y se  echaba en las tierras."

Feli con las cabras.
(c) Silvestre de la Calle Hidalgo.

Siguiendo el curso del río Tormes, llegamos a El Barco de Ávila, pueblo en el que siempre abundaron más las ovejas y las vacas que las cabras, pero donde siempre ha habido algún hatajillo de cabras como el de mi buen amigo y colaborador Óscar Martín, quien hace pocos meses compró un macho para renovar sangre a Jesús y Feli.

Óscar Martín con Feli y Jesús.
(c) Óscar Martín.

Un poco más lejos pero sin salir de la provincia de Ávila, encontramos la localidad de Muñogalindo, donde Jonatan Rodríguez y Bárbara González tienen su buena piara de cabras Serranas del Guadarrama.
Jonatan y Bárbara son grandes colaboradores de EL CUADERNO DE SILVESTRE, compartiendo conmigo sus historias y vivencias y enviándome fotos e información para mis artículos siempre que lo necesito.
No nos conocemos en persona, pero hablamos muy a menudo por teléfono.

Bárbara y Jonatan.
(c) Ganadería Caprina San Adrián T.C.

Podría pensarse que el norte de España no es tierra de cabras ni de cabreros pero desde Cantabria y Euskadi, hay cabreros que colaboran activamente conmigo como Gaspar Guas Fernández, Gorka Fernández Fernández, José Ortiz Pérez, Alejandro López García...criadores de cabras del Asón, una raza autóctona de Cantabria que aún no está reconocida.

Cabra del Asón.
(c) Gorka Fernández Fernández.

Desde Euskadi colaboran conmigo Ibai Menoyo Aguirre y su hermana Enara y Joritz Arbaiza Amundarain y su madre Leire Amundarain Ganadutegia.
Siempre que necesito datos sobre la cabra Azpigorri, raza que ellos crían, o fotografías de estas cabras o de las maravillosas vacas Pirenaicas de Leire, están dispuestos a colaborar conmigo.

Enara e Ibai Menoyo y Joritz Arbaiza.

Todos estos cabreros me han aportado sus vivencias, historias y conocimientos que hoy son claves para escribir este blog de EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Quiero que estas líneas sean un sencillo homenaje para todos ellos.

Nota final.
Soluciones a los acertijos de tío Crisantos "El Zorrita".

1. ¿Cómo se echan las cabras en el corral?
Por familias.
Las cabras tienen una organización muy matriarcal y en el corral se echan o tumban por grupos familiares de abuelas, hijas, nietas...

2. ¿De qué puedes llenar un cubo pa que pese menos que vacío?
De agujeros.

Fdo: Silvestre de la Calle García.




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