miércoles, 24 de mayo de 2023

SEQUÍA Y GANADERÍA

La península Ibérica presenta una gran diversidad climática y las sequías no son algo desconocido, especialmente en la mitad sur.
Sin embargo, la sequía que se está sufriendo en la mayoría del territorio pese a las lluvias torrenciales sufridas en las últimas semanas en el sur y el levante peninsular, es una de las más severas de la historia afectando gravemente a la agricultura y la ganadería.

Vaca Avileña Bardina en la dehesa extremeña.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

El hombre, como cualquier especie, necesita agua para sobrevivir. No podemos estar más de 3 días sin beber agua fresca o moriremos por deshidratación.
Además necesitamos agua para lavarnos, cocinar, limpiar nuestros hogares y para actividades económicas básicas para nuestra subsistencia como son la agricultura y la ganadería.

Vacas cruzado el Río Tiétar.
Cuacos de Yuste (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las distintas especies ganaderas necesitan beber con relativa frecuencia aunque algunas como los camellos y dromedarios son capaces de resistir semanas sin probar una gota de agua gracias a la reserva de grasa conservada en sus jorobas que, en contra de lo que piensa la gente, no están llenas de agua.
Aún así, desde los camellos a las vacas, todos los animales domésticos necesitan disponer de un suministro de agua.

Buey Avileño bardino bebiendo.
Cuevas del Valle (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero el agua no sólo es necesaria para que los animales puedan beber sino que es vital para el crecimiento de los pastos que sirven de alimento al ganado manejado de forma extensiva.
Las lluvias garantizan el crecimiento natural de los pastos que, debidamente gestionados por el ganadero, servirán de sustento a los animales durante la mayor parte del año.

Yeguas Hispano-Bretonas pastando.
Ruente (Cantabria)
(c) Raquel Cayón Campuzano.

Si las lluvias no se producen pero hay reservas de agua en cursos naturales o en embalses y pozos creados por el hombre, puede recurrirse al regadío de praderas y pastizales para asegurar el crecimiento de la hierba y que pueda servir de sustento al ganado.

Sistema de riego tradicional de praderas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como en gran parte de la península Ibérica el régimen de lluvias es muy desigual a lo largo del año y hay también una gran diferencia de temperatura entre las distintas estaciones del año, los ganaderos han realizado desde tiempo inmemorial un manejo trashumante del ganado.
Durante el invierno, el ganado permanecía en las dehesas o pastos de invernada del centro y sur peninsular donde debido al clima relativamente benigno y a la baja altitud, el pasto crece durante el invierno además de poder aprovechar otros recursos naturales como las nutritivas bellotas.

Vaca Avileña bociblanca en la dehesa.
(c) Miguel Alba Vegas.

A finales de la primavera, aumentan las temperaturas y disminuye el régimen de lluvias en estas zonas sureñas, lo que impide el crecimiento del pasto. Lo que antes era un verde pastizal se convierte en un pardo secarral en el que el ganado apenas encuentra sustento.

Vacas en la dehesa extremeña.
(c) David Mahíllo González.

Ciertas razas ganaderas autóctonas están perfectamente adaptadas a la sequía y son capaces de subsistir durante meses a costa de sus reservas de grasa como ocurre con la primitiva raza bovina Blanca Cacereña, que lleva más de 2000 años criándose en las dehesas y pastizales de Extremadura donde las sequías son habituales. Estas vacas engordan durante la primavera y son capaces de soportar el duro verano sin problema alguno siempre y cuando dispongan de agua para beber.

Vaca Blanca Cacereña en la dehesa extremeña.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.

Otros animales como los cerdos y las cabras son capaces de vivir y prosperar en cualquier sitio gracias a su peculiar forma de alimentación.
Los cerdos son capaces de hozar en busca de raíces y animalillos, volviéndose muy "carnívoros" en las épocas de sequía y recorriendo las dehesas en busca de cualquier cosa que se pueda comer.
Por su parte, las cabras son capaces de subsistir ramoneando los árboles y alimentándose de arbustos y hierbas que crecen en terrenos pedregosos.

Cabras Guisanderas ramoneando.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero la mayoría de razas bovinas, equinas y ovinas tienen serias dificultades para alimentarse en tales terrenos por lo que tienen que trasladarse a las zonas montañosas en las que gracias a la altitud y al clima más fresco, el pasto aún permanece verde y el agua abunda.
Transitando por las seculares vías pecuarias el ganado realiza largos desplazamientos que pueden variar entre menos de 100 kilómetros (trasterminancia) y de 100 a 300 e incluso más de 500 kilómetros (trashumancia).
Esto permite su supervivencia.

Vacas trashumantes subiendo la calzada romana del Puerto del Pico.
Villarejo del Valle (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Durante el verano, el ganado permanecerá en los pastos de verano, agostaderos o puertos para regresar en invierno a las dehesas completando así el ciclo que lleva repitiéndose año tras año en la Península Ibérica desde hace unos 7000 años, si bien este movimiento era ya realizado por los herbívoros salvajes desde tiempos ancestrales. De hecho, las vías pecuarias no fueron trazadas caprichosamente por el hombre, sino que se limitan a seguir los caminos naturales que utilizaban herbívoros salvajes de gran porte como caballos y uros (toros salvajes) en épocas remotas.

Ovejas en la dehesa.
Arenas de San Pedro (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el norte de la península y en las zonas montañosas, donde el régimen de lluvias no es tan variable, los desplazamientos realizados por el ganado son mucho más cortos que a menudo se limitan a unos pocos kilómetros.
El ganado asciende en verano a los pastos de montaña o puertos donde permanece hasta que el frío y la nieve obligan a que sea trasladado a las zonas más bajas donde permanecerá a la intemperie o estabulado en las cuadras tradicionales o en modernas naves.

Vaca Casina.
Caloca, Pesaguero (Cantabria).
(c) Carlos Fidel Vejo.

Todo parece perfecto para estos animales trashumantes pero si el año viene seco puede que el pasto no crezca en las zonas bajas durante el invierno y que tampoco lo haga en verano en las montañas.
Cuando esto ocurría en el pasado, podía suponer la muerte de muchos animales y la ruina total para sus propietarios al no poder proporcionar alimento de ningún tipo a sus animales.
Para evitar esto, cada ganadero mantenía un reducido número de animales que estaba en relación con el alimento que podía almacenar para épocas de escasez (heno, paja, cereales, forrajeras...) por lo que estos ganaderos tenían una economía muy débil y fuertemente condicionada por el clima.

Carro de heno.
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por suerte, hoy en día se puede complementar la alimentación del ganado con piensos y forrajes desecados (paja y heno) en casos de necesidad cuando el pasto no crece por motivos como la sequía. 
Esto permite a los ganaderos mantener un mayor número de animales aunque en ocasiones, la rentabilidad de las explotaciones se ve fuertemente reducida si se tiene que administrar alimento al ganado durante muchos meses a lo largo del año.

Ganado comiendo pienso.
La Adrada (Ávila)
(c) Miguel Alba Vegas.

Hoy en día, gran parte del ganado no se maneja de forma trashumante debido a las dificultades que entraña este sistema ancestral de explotación debido a factores relacionados con la ocupación y destrucción de las vías pecuarias, el crecimiento urbanístico y el cambio de usos del suelo, las continuas trabas burocráticas y sanitarias...
Muchos ganaderos realizan la trashumancia en camiones pero esto reduce grandemente la rentabilidad de la explotación y más ahora cuando el coste de los combustibles es elevadísimo.
Por lo tanto, gran parte del ganado extensivo trashumante ha pasado a ser estante, lo que significa que aunque se maneja en pastoreo, no se mueve del mismo lugar a lo largo del año.

Vacas en una rastrojera.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

El ganado estante, especialmente en el centro y sur peninsular, puede verse seriamente afectado por las sequías tanto por la falta de pastos como por la falta de agua si las fincas carecen de manantiales permanentes o pozos.
Este ganado tiene que ser alimentado cuando el campo niega todo auxilio y los ganaderos que siguen este sistema de manejo son perfectamente conscientes de ello por lo que están acostumbrados a dar de comer e incluso beber al ganado durante varios meses al año.

Ovejas Ile de France comiendo paja.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Conscientes de que el verano puede ser bastante seco, los ganaderos del centro y sur peninsular organizan el calendario reproductivo de los animales teniendo en cuenta este hecho, de forma que se procura que los partos tengan lugar en la época de mayor abundancia de pastos para favorecer el desarrollo de los fetos en las últimas semanas de gestación y el desarrollo de los recién nacidos.
Si por alguna circunstancia la sequía veraniega se adelante, puede suponer un duro golpe para el desarrollo de las crías e incluso ocasionar su muerte en casos extremos.

Vaca con ternerillo en época de sequía.
La Adrada (Ávila)
(c) Miguel Alba Vegas.

En el norte de la Península, la sequía es más rara ya que el clima es húmedo y relativamente cálido, lo que permite el crecimiento del pasto durante todo el año.
Si se manejan pequeños lotes de ganado en parcelas acotadas y se hace un pastoreo racional llevando a cabo rotaciones periódicas del ganado entre las diferentes parcelas, el pasto no se acabará en ningún momento salvo en casos excepcionales y posiblemente no sea necesaria la suplementación alimentaria en ningún momento.

Vacas Pasiegas.
Meruelo (Cantabria)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otro tipo de ganado es el estabulado. Se trata de animales que permanecen todo el año en el mismo lugar y sin salir nunca a pastar o sólo durante breves periodos a praderas cercanas a la explotación.
Estos animales reciben prácticamente todo el alimento que consumen sin moverse de los establos, de ahí el nombre del sistema de manejo aplicado.

Vacas Frisonas en estabulación.
(c) Miguel Alba Vegas.

Siguen este sistema de manejo vacas de alta producción lechera, cerdos blancos, gallinas ponedoras, conejos... y otros animales que, provenientes de la cría extensiva, son sometidos a engorde como terneros, corderos o potros así como en ocasiones el ganado de desecho y desvieje que es engordado brevemente antes de su sacrificio.

Conejos de raza antiguo pardo español.
El Barco de Ávila.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Como dijimos antes, el ganado extensivo puede ser sometido a estabulación durante breves periodos a lo largo del año como pueden ser el invierno en caso de no realizar la trashumancia o durante la época de paridera para poder atender mejor a las madres y a los recién nacidos y protegerlos de las inclemencias meteorológicas y del ataque de los depredadores.
En tales casos, el ganado es alimentado de forma análoga al ganado que vive permanentemente estabulado.

Vacas Tudancas estabuladas durante el invierno.
Caloca, Pesaguero (Cantabria).
(c) Carlos Fidel Vejo.

La sequía afecta a todo el ganado, desde el extensivo trashumante al permanentemente estabulado.
Tradicionalmente, el ganado trashumante ha dependido exclusivamente del pasto por lo que si se seca o agosta el mismo en los pastos de invernada siempre queda la esperanza de que se mantenga verde en los pastos de agostada y que el ganado, al llegar a ellos tras pasar algunas semanas o meses de carestía, pueda recuperarse en unos días gracias a la abundancia de comida y agua.

Vacas Avileñas en los pastos de verano.
Villarejo del Valle (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, si el invierno o la primavera son secos, el ganado tendrá que ser alimentado con piensos y forrajes en las zonas durante meses y si la sequía ha sido igual en la montaña, el ganado encontrará poca comida al llegar y en lugar de recuperarse y engordar perderá peso y tendrá que ser bajado antes de la fecha para poder alimentarlo con pienso ya que subir el pienso a la montaña es complicado al obligar a los ganaderos a utilizar caballerías.

Caballos en los pastizales de verano.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por su parte, el ganado extensivo estante puede verse seriamente afectado por la sequía si no dispone de agua. El suministro de comida (pienso y forrajes) es relativamente sencillo pero el agua debe ser llevada en camiones cisterna lo que dificulta y encarece el suministro.
Además, si la sequía se prolonga durante muchos meses, la rentabilidad de la explotación puede verse seriamente afectada.

Vaca con sus terneros.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

El ganado estabulado, ya sea de forma temporal o permanente, puede verse muy afectado por la sequía veraniega tanto en el caso de la estabulación permanente como en el caso del ganado estabulado sólo en invierno. 
Puede parecer paradójico lo que decimos, pero como veremos a continuación esto es totalmente cierto.

Vacas Pirenaicas estabuladas en invierno.
Orozko (Bizkaia)
(c) Leire Amundarain Ganadutegia.

Si la sequía impide el crecimiento del pasto que sirve de alimento a los animales, impide también el crecimiento de las plantas sembradas para producir pienso y forrajes para alimentar al ganado cuando es necesario en el caso del ganado trashumante y/o estante o siempre en el caso del ganado estabulado.
Al no crecer o no hacerlo debidamente estas plantas, la producción disminuye y el precio aumenta ostensiblemente.
Sin embargo, si el ganadero no quiere ver morir a sus animales tiene que comprar el alimento al precio que sea.

Vacas Monchinas comiendo.
(c) José Antonio Velasco Crespo.

Además, la sequía afecta a la producción de frutos tan importantes para el ganado como las nutritivas bellotas. Una primavera seca puede reducir ostensiblemente la producción de las encinas y si la sequía persiste en verano y otoño, los famosos cerdos Ibéricos de bellota, no encontrarán suficiente alimento para engordar los kilogramos necesarios para producir el auténtico jamón de bellota y deberán ser alimentados con pienso.

Cerdos Ibéricos en la dehesa.
(c) Miguel Alba Vegas.

Varios años de sequía seguidos, pueden comprometer la rentabilidad de una explotación ganadera pues mientras los costes de producción (piensos, forrajes, insumos, carburantes...) aumentan de manera constante, los precios percibidos por el ganadero al comercializar los productos, se mantienen e incluso bajan debido a la dramática crisis atravesada por el sector ganadero desde hace tiempo pero muchos más en el momento en el que se redacta este artículo.

Vacas Pasiegas.
Riaño, Solórzano (Cantabria).
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

La situación es realmente alarmante pues al encarecimiento de precios del pasado año motivado por factores como la guerra en Ucrania, se une la sequía de este año que, unida a las lluvias torrenciales de las últimas semanas, han ocasionado la pérdida de gran parte de las cosechas de cereal y forrajeras por lo que el año próximo puede ser absolutamente catastrófico para la ganadería española.

Rebaño de ovejas.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Puede parecer que la situación no es tan grave, especialmente para aquellas personas ajenas o poco familiarizadas con el sector ganadero, pero muchas son las familias que están viendo peligrar su economía pues al no disponer de suficiente dinero para la compra de alimentos para el ganado, se ven obligados a enviar al matadero animales sanos y en plena producción, superando en ocasiones la demanda y haciendo que los precios percibidos por el ganadero que vende esos animales sean más bajos de lo habitual o que se llegue a producir un colapso de los mataderos que no dan a basto para sacrificar y comercializar la carne.

Vacas Blancas Cacereñas.
Las Navas del Marqués (Ávila)
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo. 

Desde EL CUADERNO DE SILVESTRE nos solidarizamos con los ganaderos españoles, pues sabemos la penosa situación por la que están pasando ya que a la sequía se unen otros problemas relacionados en parte con ella como los terribles incendios forestales que asolan nuestro país y otros problemas no relacionados pero causan verdaderos quebraderos de cabeza como el aumento constante de la población de lobos y otras especies salvajes.

Vaca esperando que todo cambie.
Acehúche (Cáceres).
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

Quien escribe estas líneas conoce de primera mano lo dura que es la sequía para la ganadería al haberse criado en una familia dedicada a la cría de ganado vacuno extensivo de aptitud cárnica por lo que habla de hechos vividos y no de oídas.
Mi abuelo Juan García García (1927-2012) fue ganadero toda la vida manteniendo a lo largo del tiempo, aunque no de manera simultánea, ganado caprino, ovino, vacuno lechero y vacuno de carne.
Todo este ganado se manejaba de forma estante y extensiva complementando la alimentación cuando era necesario con productos cultivados en la propia explotación.

Mi abuelo Juan García García.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) José García de la Calle.

En los últimos años al abandonarse el cultivo de cereales y forrajeras por falta de tierra y por las dificultades que entrañaba al no poder introducirse maquinaria en las fincas, se optó por complementar la alimentación del ganado con paja y cereales adquiridos fuera de la explotación además de con el heno recogido en la misma.
La disponibilidad de pastos influía poderosamente a la hora de decidir el momento de venta de los terneros y la supresión del ordeño residual de la leche no consumida por aquellos para cubrir las necesidades familiares.
En años malos o de sequía, los terneros tenían que ser vendidos "antes de tiempo" cuando aún no habían alcanzado el peso adecuado, lo que suponía una pérdida de beneficios. Si se juntaban 2 ó 3 años de sequía la rentabilidad de la explotación se veía seriamente afectada.

El autor hace ya algunos años con las vacas de su abuelo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nota final del autor:
Curiosamente, mientras escribo estas líneas desde Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), veo con alegría que está lloviendo en mi pueblo después de varias semanas sin caer una gota de agua y eso que se trata de uno de los pueblos más lluviosos de Extremadura.

Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Unas lluvias demasiado tardías y que pueden resultar dañinas para la agricultura (cerezos, olivos...) pero que son muy necesarias para el crecimiento del pasto en este pueblo, que cuenta con una de las cabañas de bovino de aptitud cárnica más numerosas de Extremadura en proporción a los habitantes que habitamos en este pequeño pueblecito de la cara sur de la Sierra de Gredos.

Vacas Avileñas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

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