VACAS ASTURIANAS DE LOS VALLES Y CABRAS DE ABUELO VENTURA
El ganado vacuno tiene una gran importancia en el norte de la península Ibérica desde tiempos remotos aunque en los últimos siglos su repercusión económica ha sido muchísimo mayor algo que no ha sido así con el caprino que, importante en épocas remotas, fue poco a poco cediendo terreno en favor del ganado vacuno aunque en algunas explotaciones aún conviven las dos especies como ocurre en la ganadería de José Ortiz Pérez, joven ganadero de San Antonio, Entrambasaguas (Cantabria).
José, nacido en 1994, lleva la ganadería en la sangre como tantos y tantos cántabros.
Su abuelo Ventura Ortiz Marañón tuvo vacas y cabras. Sus vacas eran de raza Frisona, conocida en Cantabria como Pinta, la típica vaca lechera con manchas o pintas negras y blancas que todos tenemos en mente y que fue la más numerosa en Cantabria durante décadas pese a ser de origen holandés.
Vaca Pinta.
(c) Pilar Domínguez Castellano.
Las cabras del abuelo Ventura pertenecían al tipo autóctono criado en los valles orientales de Cantabria desde tiempo inmemorial, donde constituían un importante complemento económico del ganado bovino, llegando a constituir en las zonas más altas e inhóspitas el principal medio de vida de no pocas familias.
Posteriorme, José Antonio Ortiz Barquín, hijo de Ventura y padre de José siguió con la ganadería pero sustituyendo las vacas Pintas por Pardas Alpinas o Suizas, originarias, como su nombre indica, de Suiza y conocidas popularmente en Cantabria y otras zonas del norte peninsular como Ratinas por su color parduzco semejante al de los ratones.
Estas vacas de aptitud mixta, proporciona muy buena leche aunque en menor cantidad que las Pintas pero la carne de sus terneros es de mayor calidad. Además son mucho más resistentes.
Con el tiempo, la raza Parda Alpina se dividió en dos razas: la Parda de aptitud lechera y la Parda de Montaña, de aptitud cárnica y que es la que se conoce mayoritariamente como Ratina en nuestros tiempos.
Vaca Ratina con su ternero.
(c) José Ortiz Pérez.
Cuando José Ortiz Pérez se hizo cargo de la ganadería familiar, apostó por una nueva raza vacuna pero en esta ocasión, la elegida fue la Asturiana de los Valles que, en otros tiempos era conocida también como raza Carreña.
Esta raza, autóctona de Asturias, agrupa animales de perfil recto o subconvexo y aspecto equilibrado. Se clasifican en dos tipos en función de su aptitud: normal y "culón". La capa es castaña en todas sus variantes con mucosas negras, siendo generalmente más oscura en los toros.
El formato es muy variable dependiendo del sistema de explotación con cifras medias de 140 cm de alzada y 600 kilogramos de peso en el caso de las vacas y 145 cm y 1000 kilogramos en el caso de los toros, cifras que se rebasan fácilmente.
Vaca Asturiana de los Valles.
(c) José Ortiz Pérez
Su origen está en el tronco Castaño, extendido por el norte de España y Portugal así como por ciertas zonas de Europa occidental.
En España está emparentada con razas como la Asturiana de la Montaña o Casina, la Tudanca, la Monchina, la Alistana-Sanabresa, la Limiá, la Vianesa, la Cachena o la Frieiresa mientras que en Portugal está emparentada con la Barrosa, la Auroquesa o la Mirandesa.
En Francia está emparentada con la famosa raza Aubrac.
Vaca Asturiana de los Valles con su ternero recién nacido.
(c) José Ortiz Pérez.
Durante siglos pobló intensamente las zonas bajas de Asturias así como las zonas montañosas del occidente de la región, siendo sustituida en las montañas orientales por la Casina.
Era explotada por su triple aptitud trabajo-carne-leche siendo sobresaliente para la primera y menos lechera que su pariente de la montaña pero consiguiendo abastecer de leche, queso y mantequilla a sus propietarios.
A partir del siglo XIX con la introducción de razas lecheras especializadas, la raza Asturiana de los Valles comenzó a ver reducida su área de distribución hacia zonas más altas e inhóspitas. Esto supuso la desaparición del tipo que habitaba las zonas bajas asturianas y que asombraba por su monumental desarrollo.
En los años 70 y 80 se llegó a temer por el futuro de la raza pero gracias a la creación de ASEAVA (Asociación Española de Criadores de Ganado Vacuno Selecto de Raza Asturiana de los Valles), la raza comenzó a ser protegida y seleccionada para extenderse poco a poco por toda la Península, siendo sus sementales cada vez más demandados para el cruzamiento con razas de cría extensiva.
Semental de raza Asturiana de los Valles.
(c) José Ortiz Pérez.
La carne de la raza Asturiana de los Valles se encuentra amparada bajo el logotipo RAZA AUTÓCTONA 100% y por IGP como Ternera Asturiana y Carne de Cantabria.
Vaca con su ternero.
(c) José Ortiz Pérez.
La explotación cuenta actualmente con unos 90 animales entre reproductoras, sementales y crías, estando todo el ganado adulto inscrito en el Libro Genealógico de la raza Asturiana de los Valles y perteneciente a ASEAVA.
Vacas pastando.
(c) José Ortiz Pérez.
Vacas pastando.
(c) José Ortiz Pérez.
El parto tiene lugar a menudo en pleno campo y sin dificultad alguna ya que para ello se seleccionan animales con facilidad de parto.
Este es precisamente uno de los aspectos a los que José y todo criador de Asturiana de los Valles presta mayor atención debido a que al existir en el seno de la raza ejemplares normales y culones, pueden producirse problemas cuando se utilizan toros culones sobre vacas normales.
Los terneros permanecerán con la madre durante 6 ó 7 meses alimentándose de leche materna complementada con el pasto.
Crecen rápidamente debido a la buena producción lechera de las vacas, característica que conservan de aquellos tiempos en los que eran sometidas a ordeño.
Vaca amamantando a su ternero.
(c) José Ortiz Pérez.
Tras el destete, los terneros son mantenidos en praderas o recintos independientes donde son alimentados con piensos y forrajes siempre y cuando haga buen tiempo.
Terneros alimentándose.
(c) José Ortiz Pérez.
Ganado joven estabulado.
(c) José Ortiz Pérez.
A la hora de elegir las terneras de reposición, José busca "animales femeninos, expresivos y de gran tamaño".
Para esto no basta con elegir simplemente las futuras reproductoras sino que, llegado el momento, ha de buscarse el toro idóneo para que transmita dichas características a sus hijas.
Las vacas adultas pasan el año alimentándose de pastos naturales y su alimentación se complementa sólo en momentos puntuales.
En invierno, son estabuladas y alimentadas con hierba seca.
Las vacas son muy resistentes al frío y a la lluvia, pero si se concentran demasiadas durante semanas o meses en un lugar determinado, destruirán el suelo, por lo que es conveniente mantenerlas en una nave cubierta algo que, aunque no sea imprescindible, los animales agradecen.
Vacas estabuladas.
(c) José Ortiz Pérez.
Con los toros ocurre algo parecido, si bien su alimentación se suele suplementar con algo de pienso o hierba seca en épocas de máxima actividad reproductora, especialmente a los ejemplares más jóvenes, dándoles el alimento a pleno campo.
Semental comiendo hierba seca.
(c) José Ortiz Pérez.
La rigurosa selección llevada a cabo por José y los esmeradísimos cuidados dispensados a sus vacas, hacen que nos encontremos con una ganadería excepcional que, en no pocas ocasiones ha recibido numerosos premios en distintos concursos y certámenes ganaderos.
Algunos de los premios conseguidos.
(c) José Ortiz Pérez.
Además de las vacas Asturianas de los Valles, José mantiene todavía un par de vacas Ratinas como recuerdo de las que crio su padre durante años.
Estos animales, no necesitan cuidados especiales y son manejados del mismo modo que las Asturianas.
En Cantabria, el ganado caprino fue siempre minoritario respecto al vacuno e incluso al ovino. Únicamente en zonas puntuales, generalmente montañosas, como pueden ser la Liébana o la zona del Asón y Soba, las cabras llegaron a tener gran importancia, siendo el principal sustento de muchas familias, especialmente las más humildes.
Han existido tradicionalmente tipos fundamentales de cabras en Cantabria pertenecientes al tronco alpino-pirenaico.
El primer tipo, perteneciente al tronco pirenaico, está integrado por cabras de perfil recto o subcóncavo, tamaño medio y pelaje largo (cernelludas) de color variable. Son cabras de aptitud mixta leche-carne, predominando la primera de ellas. Se extienden fundamentalmente por el oeste de Cantabria.
El segundo tipo, más acorde con el tipo alpino por su pelaje corto y fino, agrupa animales de tamaño medio a grande y con perfil recto o ligeramente convexo, algo verdaderamente curioso. Aunque puede someterse a ordeño, la principal aptitud de estas cabras es la cría de cabritos para carne. Se extiende por los valles orientales de Cantabria.
Las cabras de José, que pueden incluirse en el segundo tipo, pertenecen al denominado Conjunto Mestizo si bien desde los tiempos del abuelo Ventura se cría el mismo tipo de cabra que no es otra que la que se crio siempre en los valles orientales de Cantabria y que comparte ciertas características con una raza reconocida oficialmente conocida como Azpigorri, autóctona de Euskadi, y con una raza cántabra que todavía no cuenta con reconocimiento oficial pero que es perfectamente conocida ya: la cabra del Asón.
Cabra.
(c) José Ortiz Pérez.
Al no ser una raza definida y por lo tanto no existir un patrón de selección prestablecido, José selecciona sus cabras siguiendo los criterios de su abuelo Ventura, que buscaba "cabras de mano gorda, cabeza vuelta y buenos ubres", motivo por el cual estas cabras pueden ser conocidas como LAS CABRAS DE ABUELO VENTURA, manteniendo José aproximadamente unas 40 cabezas.
Cabra extraordinaria.
(c) José Ortiz Pérez.
Podemos definirlas como cabras de perfil recto con variaciones entre el subcóncavo y el subconvexo (cabeza vuelta), de tamaño medio a grande y proporciones ligeramente alargadas.
Cabra adulta.
(c) José Ortiz Pérez.
Las encornaduras, muy desarrolladas, adquieren forma de arco (tipo aegagrus), conocidas localmente en Cantabria como cuernas acachabadas, abriéndose ligeramente en las puntas en el caso de las cabras más viejas.
Los machos suelen presentar cuernos más abiertos y ligeramente espiríleos (tipo intermedio entre el aegagrus y el prisca/falconeri), los cuales también pueden presentarse en algunas cabras que reciben en ese caso la denominación de castronudas.
Cabra con cuerna acachabada.
(c) José Ortiz Pérez.
La capa o coloración es negra absoluta (cabras moras) o con degradaciones rojizas (corza y lobata).
Las cabras moras son totalmente negras, presentando un pelaje sumamente brillante en verano y más apagado en invierno.
Cabra mora.
(c) José Ortiz Pérez.
Las cabras corzas, muy populares en todo el norte de España, presentan una coloración general negra con degradaciones rojizas que afectan a a la cabeza y las extremidades, existiendo ejemplares con tripa negra y otros con tripa roja.
Cabra corza de tripa roja.
(c) José Ortiz Pérez.
Las cabras lobatas son muy similares a las corzas pero con las degradaciones rojizas menos extendidas, presentando una línea negra característica en las patas anteriores que recuerda al pelaje de los lobos ibéricos.
Macho lobato.
(c) José Ortiz Pérez.
Como las vacas, las cabras de José son manejadas de forma extensiva, alimentándose durante la mayor parte del año de los recursos naturales pastando tanto en praderas como en aquellas áreas de matorral o de difícil acceso para las vacas.
Para controlarlas mejor cuando quiere concentrarlas en un terreno sin tener que estar cuidándolas durante todo el día, José recurre a la instalación de cercas eléctricas.
Cabras pastando en una pradera.
(c) José Ortiz Pérez.
De esta forma, generan productos de calidad alimentándose de recursos que otros animales no pueden aprovechar.
Cabras en una zona de matorral y de difícil acceso.
(c) José Ortiz Pérez.
En invierno, las cabras son estabuladas en cuadras tradicionales. Estos animales son muy resistentes al frío pero detestan la humedad constante y la lluvia.
En la cuadra son alimentadas con hierba seca y con pienso si es necesario. Se suele aprovechar esta época para que las cabras realicen la paridera y poder así atenderlas mejor.
Cabras en el interior de una cuadra tradicional.
(c) José Ortiz Pérez.
Los machos cabríos utilizados como sementales, siguen el mismo manejo aunque en determinadas épocas son separados de las cabras para programar la paridera en el momento idóneo según los intereses de José.
Macho amarrando con la tradicional cebilla en el cuello.
(c) José Ortiz Pérez.
Cuando José ve que es oportuno, deja que machos y cabras estén juntos. Un macho puede cubrir sin problema alguno 20 ó 30 cabras por temporada pero conviene tener algún macho más.
Cabra y macho.
(c) José Ortiz Pérez.
La gestación de las cabras se prolonga durante 5 meses tras los cuales viene al mundo la cría o crías.
Las cabras paren en el campo sin dificultad alguna pero cuando esto ocurre es conveniente trasladarlas lo antes posible a la cuadra para evitar que los cabritos puedan ser atacados por depredadores como los zorros.
Estas cabras, debido al buen manejo al que están sometidas y a la selección llevada a cabo por su propietario, son bastante prolíficas, siendo frecuentes los partos dobles e incluso triples.
Aunque la producción lechera de estas cabras es aceptable, conviene alimentarlas adecuadamente si realizan partos dobles o triples o si el pasto escasea.
Cabra comiendo pienso mientras amamanta a su cabrito recién nacido.
(c) José Ortiz Pérez.
Los cabritos suelen mantenerse estabulados, siendo alimentados con leche materna y complementando su dieta con pienso y hierba seca hasta que son destetados y vendidos.
Cabritos en la cuadra.
(c) José Ortiz Pérez.
Como cabritas reproductoras se eligen aquellas que cumplen a la perfección el patrón de selección para convertirse en grandes cabras de abuelo Ventura y seguir así perpetuando este tipo de caprino tan singular.
Cabrita considerada por su propietario como el modelo de cabra de Abuelo Ventura.
(c) José Ortiz Pérez
Además de las cabras de abuelo Ventura, José tiene como capricho un pequeño lote de cabras enanas. Estos llamativos animales de pequeño tamaño y variados y llamativos pelajes, son muy populares en zoológicos, granjas escuelas, alojamientos rurales o como mascotas.
Cabra enana y cabrito.
(c) José Ortiz Pérez.
La de José Ortiz Pérez es el ejemplo de una ganadería tradicional del norte de España y debe servir de modelo a todos los jóvenes ganaderos de España para seguir adelante con las ganaderías familiares pese a la difícil situación que atraviesa el sector debido a los bajos precios percibidos por el ganadero al vender sus animales, los elevados costes de producción, la cada vez más exigente burocracia y un sinfín de problemas más.
Vaca Asturiana de los Valles.
(c) José Ortiz Pérez.
Quiero que este artículo sirva de humilde pero sincero homenaje a José Ortiz Pérez que desde hace varios años colabora activamente con EL CUADERNO DE SILVESTRE aportando de manera totalmente desinteresada sus magníficas fotografías que forman parte del archivo del blog para poder ser utilizadas siempre que sea necesario e ilustrar así detalles de la ganadería y la cultura tradicional.
Técnico forestal.
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