domingo, 2 de abril de 2023

A LOMOS DE UN BORRICO

El asno doméstico, también conocido como burro, borrico, jumento o pollino, ha sido un animal muy importante para el hombre, que lo ha utilizado fundamentalmente como animal de trabajo (carga, montura y tiro) además de emplearlo para la producción de carne y leche.
Posiblemente, fue el primer animal en ser utilizado como animal de montura por el hombre.

El borrico ANASTASIO listo para ser montado.
Casas del Puerto (Ávila).
(c) Alexis Hernández Llorente.

El asno doméstico desciende del asno salvaje africano, équido que antaño se distribuía por todo el norte de África pero que hoy se encuentra en gravísimo peligro de extinción habitando en estado salvaje únicamente en algunas estepas y desiertos de África nororiental.

Burra con su cría.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Miguel Alba Vegas.

Fue domesticado hacia el V Milenio antes de Cristo en el Antiguo Egipto y aunque posiblemente fue utilizado inicialmente para la producción de carne y leche, pronto se convirtió en animal de trabajo, extendiéndose pronto al resto del mundo siendo conocido en Mesopotamia antes que el caballo.
A la península Ibérica llegó hacia el siglo VI a.C. y serían los conquistadores españoles quienes lo llevasen a América en el siglo XV. 

Burro en un prado.
Navalonguilla (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Merece la pena hablar de la importancia que ha tenido el burro en la península Ibérica desde su introducción hace más de 2500 años, puesto que podemos presumir de ser una de las regiones del mundo que más ha contribuido a la selección y protección de esta especie ganadera.

Burros pastando
El Torno (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

Hay autores que opinan que fueron los fenicios quienes introdujeron el burro en la Península para utilizarlo como animal de carga en las minas del valle del Guadalquivir, extendiéndose muy poco a poco por la península pues hasta el siglo III a.C. no aparecería en el norte de la Península.
En época romana, los asnos hispanos eran sumamente apreciados siendo los más valorados de todo el Imperio.

El burro como animal de carga.
Genaro Jiménez con sus burros.
Navalosa (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Durante siglos fueron utilizados como animales de trabajo especialmente en las zonas montañosas y secas del sur peninsular donde la cría de caballos y bueyes eran complicada y costosa.
Debido a su menor fortaleza para la realización de trabajos pesados que los caballos, se trató de solucionar esto cruzando a los burros con las yeguas para la obtención de mulos que unían las virtudes de ambas especies y fueron enormemente apreciados.

Mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, durante la Reconquista, la crianza de mulas en el sur peninsular comenzó a ser preocupante ya que los ganaderos y labradores preferían que sus yeguas pariesen muletos que eran más caros que los potros llegando a ser complicado encontrar buenos caballos para la guerra que eran mucho mejores que las pequeñas jacas criadas en los reinos cristianos.
Alfonso X dictó las primeras medidas para favorecer la cría caballar en detrimento de la de burros y mulos pero sería Enrique IV quien en 1462 prohibiría la cría de mulos al sur del río Tajo bajo severas penas. Todos los monarcas españoles a partir de entonces, ratificaron esta prohibición con la excepción Felipe V y Carlos III que valoraron mucho los asnos españoles.
Hasta 1834 no se permitiría la libre hibridación entre las dos especies.

Yegua con una muleta.
Talayuela (Cáceres).
(c) Isidro Pérez Jiménez.

El objetivo de los monarcas era proteger a los caballos en detrimento de los asnos, pero los criadores de estos animales salieron en realidad más beneficiados que perjudicados por esta medida que, a la larga, sirvió para que España se convirtiese en el país con los mejores asnos del mundo.

Burro.
Navalosa (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Al sur del río Tajo, donde se criaban los mejores caballos de la península, precursores del antiguo caballo andaluz y del caballo de Pura Raza Española de nuestros días, se necesitaban animales para realizar trabajos pesados en el campo y los caballos no eran aptos para esto.
Donde era posible, se empleaban yuntas de vacas y bueyes pero en las zonas montañosas o excesivamente secas, estos animales eran difíciles de mantener. Al escasear las mulas, los ganaderos y labradores optaron por seleccionar asnos de gran tamaño que pudieran realizar los mismos trabajos que una mula, surgiendo así el asno Andaluz, animal de bella estampa capaz de realizar todo tipo de trabajos de tiro y carga además de ser un animal de montura extraordinario en las serranías sureñas.

Asno Andaluz.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

En las zonas situadas al norte del Tajo y en la Corona de Aragón, donde podían criarse mulos sin problema, se seleccionaron yeguas y burros de gran tamaño para criar mulos que eran utilizados tanto en las zonas de producción como para enviarlos al sur peninsular. 
De hecho, una vez reconquistada la Península, los mulos fueron intensamente utilizados como animales de labranza en el sur, sustituyendo en gran medida a los bueyes.

Ángel de la Calle Vicente trabajando con un mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

De esta forma, surge en el Reino de Castilla el asno Zamorano-Leonés, animal de gran tamaño, coloración oscura y pelo largo, que está especialmente adaptado al clima frío y es capaz de realizar trabajos pesados y producir unos mulos extraordinarios.
Normalmente, los burros Zamorano-Leoneses se criaban en las zonas más pobres donde las yeguas no lograban adaptarse y desde ellos, los garañones eran enviados allí donde había yeguas mulateras.

Asnos Zamorano-Leoneses.
(c) Miguel Alba Vegas.

En la Corona de Aragón ocurrió algo parecido, seleccionándose dos razas de gran tamaño y muy similares: el Asno Catalán y el Balear.
Se trata de asnos de gran alzada, capa oscura, pelaje corto e imponente estampa.
Durante siglos, además de ser un excelente animal de trabajo, el asno catalán sirvió para producir garañones muy apreciados y dar lugar a las mejores mulas de España, famosas aún hoy en día.

Asno Catalán.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

A partir de los siglos XVIII y XIX los garañones españoles fueron los más cotizados del mundo, exportándose a Estados Unidos por sumas verdaderamente astronómicas para crear el Gran Asno Americano o Mammoth Jackstock.
Felipe V permitió la exportación de asnos Zamorano-Leoneses a la región francesa del Poitou y Carlos III regaló a George Whasington un garañón Zamorano llamado Royal Gift.

Garañón.
Navacepeda de Tormes (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Durante todos estos siglos, los asnos españoles fueron utilizados como animales de trabajo, además de ser muchas burras sometidas a ordeño para alimentar con su leche a niños y enfermos ya que la leche de burra es la más parecida a la leche humana. El aprovechamiento cárnico de la especie fue meramente circunstancial, limitándose a sacrificios de urgencia o al aprovechamiento de animales viejos al final de su vida útil cuya carne llegó a tener cierta estima para la elaboración de cecina.

Burra dando de mamar a su cría.
Casas del Puerto (Ávila)
(c) Alexis Hernández Llorente.

Ciertamente, para la labranza y el tiro de carretas se preferían los bueyes y vacas, para la carga eran utilizados los mulos y para montura y tiro de carruajes se preferían los caballos, pero cuando estos animales no podían utilizarse, la solución era el sufrido borrico.

Jesús Marina Jiménez arando con una yunta de burras.
Navacepeda de Tormes (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Aún utilizándose otros animales para trabajar, en la inmensa mayoría de las casas de los labradores españoles, había al menos un burro que era utilizado como animal de montura para ir al campo o al mercado, para acarrear agua o para ser utilizado como la más segura cabalgadura por niños, mujeres y ancianos así como por diversos personas que tenían que realizar cortos desplazamientos diarios como frailes, sacerdotes, carteros....

Antonio Leandro de la Calle Jiménez, cartero rural, a lomos de una burra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, el burro sigue utilizándose en España como animal de trabajo en aquellas zonas donde la mecanización es complicada o costosa, habiendo también ganaderos y labradores que siguen trabajando con ellos por tradición.
Se están estudiando nuevas utilidades para este animal como la producción de leche para el consumo o la elaboración de cosméticos así como su uso como montura para realizar rutas al ser más dócil y fácil de manejar que el caballo. Además, son ideales para terapias con personas discapacitadas, adquiriendo la asinoterapia cada vez mayor importancia.

Javier Bernal a lomos de su burro Juanito.
(c) Javier Bernal Corral.

Pero veamos ahora la importancia del asno o burro en el Mundo Antiguo.
Es sabido que el burro fue en el Antiguo Egipto utilizado durante miles de años como animal de tiro, carga y sobre todo como montura puesto que hasta el siglo XVII a.C. el caballo, originario de las estepas euroasiáticas fue totalmente desconocido en la región, donde fue introducido por los hiscos, utilizándose primero para tirar de carros y no sustituyendo al burro como animal de montura, aunque no completamente, hasta el siglo XIV a.C.

Burro pastando.
Lagartera (Toledo)
(c) Javier Bernal Corral.

Pronto el burro se extendió por Asia Menor donde entró en contacto con el onagro persa o asno salvaje asiático que era mantenido en estado de semidomesticidad en Asiria y Mesopotamia. Fue frecuente el cruzamiento de burras domésticas y onagros para dar lugar a los kungas, el primer animal híbrido creado por el ser humano y que fue montura de grandes dignatarios.
Posteriormente, comenzaría a cruzarse con las yeguas para la producción de mulas, que ya eran perfectamente conocidas en Asia Menor durante la dominación griega.

Ángel de la Calle Vicente con su mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

Griegos y romanos apreciaron mucho a los burros tanto como animales de trabajo como para la producción de leche y carne, considerando la carne de asno joven como un auténtico manjar.
La leche de burra era uno de los cosméticos más apreciados pero no era Cleopatra la que en el caluroso Egipto se bañaba en leche de burra como nos hizo creer Hollywood, sino que la que realizaba esto fue Popea, esposa del excéntrico emperador Nerón, que tenían 300 burras de leche para conseguir este blanco elixir.

Burra amamantando a su cría.
(c) Miguel Alba Vegas.

En el mundo griego, el burro tenía una gran utilidad como animal de montura por tratarse de clima seco y orografía bastante escarpada, donde los caballos eran difíciles de mantener.
En el vasto impero romano, el burro era un animal insustituible en las zonas más secas y agrestes para la realización de trabajos y como animal de montura para la gente corriente aunque no tenía utilidad alguna en la caballería guerrera donde se utilizaban fundamentalmente caballos, siendo muy buscados los asturcones de las montañas del norte de Hispania.

Burros en una zona seca y montañosa.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo fueron los judíos los que más importancia dieron al burro encontrando en La Biblia numerosos pasajes y descripciones que hablan de este animal.
Ciertamente, no podemos utilizar la Escritura como un libro científico en la mayoría de los casos, pero en materia ganadera, encontramos algunas descripciones verdaderamente interesantes.

Burra con su cría.
San Mamés de Meruelo (Cantabria)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El burro, junto con la paloma y la oveja, es el animal que aparece en más ocasiones en La Biblia, pues se menciona su nombre en más de 100 ocasiones. 
Se menciona fundamentalmente al asno doméstico pero aparecen también el asno salvaje, animal africano del que ya hemos hablado antes, y el onagro que es el asno salvaje asiático y que muchas veces es confundido con los verdaderos asnos.

Burros.
Navalosa (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sería imposible detallar aquí todos los pasajes bíblicos en los que se menciona al asno, desde el que acompañó a Abrahán al monte Moria o los asnos que figuraban entre las más preciadas riquezas de Jacob a las borricas de Quis, padre de Samuel, las 1000 borricas que Job poseía al final de sus días o los asnos que Abigail utilizó para llevar presentes a David.
Tampoco podemos olvidar a la célebre burra de Balaán que, junto a la serpiente del Jardín del Edén, es el único animal que habla en La Biblia.

Rebaño de burros.
(c) Miguel Alba Vegas.

Sin embargo, el pasaje más importante y en el que el burro es un protagonista fundamental, es la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén antes de su Pasión y que sirvió para que se cumpliese la profecía de Zacarías:

¡Salta de gozo, Sión;
alégrate, Jerusalén!
Mira que viene tu rey,
justo y triunfador,
pobre y montado en un borrico,
en un pollino de asna.

Asna con su pollino.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los cuatro Evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) hablan de este hecho singular.
Mateo nos cuenta que Jesús mandó a dos discípulos a la aldea de enfrente donde encontrarían una borrica atada con su pollino y les dice que los desaten y se los lleven, advirtiéndoles que si alguien les pregunta deberán decir que el Señor los necesita y los devolverá pronto. Ellos lo hicieron y cuando llegaron donde estaba Jesús, pusieron sus mantos sobre los animales para que Jesús se montase.
Así entró Jesús en Jerusalén siendo alabado por la gente que alfombraba el camino con sus mantos y con ramas de árboles.

Borrica atada con su pollino.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Marcos y Lucas relatan el hecho de forma prácticamente idéntica si bien para ellos únicamente había un pollino atado, precisando que Jesús dijo a los dos discípulos que el animal no había sido montado todavía.
De hecho, en castellano la palabra pollino, aunque puede utilizarse como sinónimo de asno o burro, suele reservarse para designar a los ejemplares jóvenes y que aún no han sido domados.

Pollino atado.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Juan, es el más escueto de los cuatro Evangelistas al describir este hecho, pues para él, la gente de Jerusalén salió al encuentro de Jesús que encontrando un pollino, se montó en él.

Pollino en un prado.
Nava del Barco (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sea como fuere, con esto se cumplió la profecía antes citada y nos sirve también para ver como el burro había pasado de ser un símbolo de riqueza como ocurría en la época de los grandes Patriarcas a ser un animal utilizado por la gente pobre y humilde, debido posiblemente a su gran abundancia y a que ya se utilizaban como cabalgadura o animal de carga otros animales como el caballo, la mula, cuya cría fue curiosamente estaba prohibida en época de Moisés tal como se nos dice en el Levítico,  o el camello (dromedario).

Burros.
San Mamés de Meruelo (Cantabria).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La imagen de Jesús a lomos del borrico quedaría para siempre grabada en la memoria del pueblo cristiano, siendo representada en numerosas pinturas y tallas.
Actualmente, en numerosos pueblos de España, el domingo de Ramos o en los días previos al Jueves Santo, se recuerda este hecho con la procesión de La Burrita, la Borriquita, la Pollinica...

La Borriquita.
Parroquia de Santiago.
Miajadas (Cáceres)
(c) Francisco Torres Ruiz.

A MODO DE EPÍLOGO.
Como vemos, el asno, burro, jumento, pollino, borrico...ha tenido una gran importancia a lo largo de la historia como animal de trabajo siendo especialmente utilizado como animal de montura, utilidad que aún mantiene en muchos lugares.
Importante es también su gran importancia histórica y cultural siendo como hemos visto un animal al que pueblos como los antiguos judíos tuvieron en gran estima hasta el punto de que Jesucristo entró en Jerusalén A LOMOS DE UN BORRICO.

El autor con un burro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

Bibliografía:
- García Nieto, Eliseo y Mondelo, Desiderio (2017) Hermano Asno.
- Yanes García, J.E. (2005) Razas asnales autóctonas españolas.
- La Biblia. Edición de la Conferencia Episcopal Española. 2016.

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