HISTORIA DE LOS CABREROS DE GREDOS

La Sierra de Gredos forma parte del Sistema Central, comenzando en el Cerro de Guisando al Este y terminando en el Puerto de Béjar al Oeste.
La ganadería y la agricultura han sido las actividades tradicionales que han servido de sustento a los habitantes de esta serranía durante miles de años, destacando especialmente la cría de ganado caprino.

Cabrero de Gredos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el presente artículo nos centraremos en conocer la historia de los cabreros de uno de los pueblos más modernos pero a la vez más emblemáticos e importantes de esta serranía: EL RASO.
Este pueblecito, anejo de la villa de Candeleda, fue fundado en pleno siglo XX por familias de cabreros que se asentaron en una región deshabitada en aquel momento pero en la que ya hubo presencia humana estable en la Edad del Bronce.

El Raso (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La Sierra de Gredos es famosa por una especie faunística de gran valor natural y económico. Nos referimos a la CABRA MONTÉS, mamífero perteneciente al orden de los artiodáctilos y a la familia de los bóvidos que estuvo a punto de extinguirse de estas montañas a comienzos del siglo XX pero que se salvó gracias a la creación por parte del rey Alfonso XIII el Coto Nacional de Gredos hoy Reserva de Caza de la Sierra de Gredos.

Macho de cabra montés.
(c) Silvestre de la Calle García.

En contra de lo que asegura la tradición oral de la zona, las cabras domésticas no descienden de las cabras monteses de Gredos sino que, como todas las cabras domésticas del mundo, descienden de ciertas especies de caprinos asiáticos, fundamentalmente la Capra aegagrus o Cabra del bezoar. Esta especie fue domesticada en el suroeste de Anatolia y en los montes Zagros hace entre 10 y 12.000 años, recibiendo posteriormente la influencia de otros caprinos como la Capra falconeri o Marjor.
Desde allí, las cabras domésticas se extendieron al resto del Viejo Mundo, llegando a la península Ibérica hacia el V Milenio antes de Cristo.

Cabras pastando.
(c) Silvestre de la Calle Hidalgo.

En el paraje conocido Prao de La Carrera a 1.200 metros de altitud, se encuentra un poblado de la Edad del Bronce (3.300-1.200 a.C.) que fue posiblemente uno de los primeros núcleos de poblamiento más o menos estable en esta zona de la vertiente sur de la Sierra de Gredos, el cual estaría habitado sin lugar a dudas por cabreros que combinarían su actividad con la caza y la recolección.

Restos en el poblado del Prao de La Carrera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Muestra indeleble de su presencia, además de los restos de sus edificaciones y de la cerámica que utilizaron, son las pinturas rupestres de Peñaescrita, situadas relativamente cerca de este poblado. En color ocre sobre la piedra y de forma esquemática, vemos figuras humanas, animales, puntos, rayas...

Pinturas rupestres de Peñaescrita.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estos primeros cabreros, posiblemente fruto de la confluencia entre los pobladores autóctonos y los invasores indoeuropeos, criarían un tipo de cabra semejante a la Capra aegagrus salvaje: animales de perfil cefálico ligeramente cóncavo, cuernos en forma de arco, coloraciones pardas u oscuras y pelaje largo fruto de la adaptación al clima más lluvioso de la Europa continental, la cual atravesaron desde Asia antes de llegar a la península Ibérica.
Serían cabras muy similares a la actual raza Pirenaica.

Cabra Pirenaica.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

Posteriormente, ya en el I Milenio a.C. llegó a las costas mediterráneas ibéricas un nuevo tipo de caprino más semejante a la Capra falconeri si bien tradicionalmente los expertos se han referido a él como "Capra prisca". Estos caprinos presentaban perfil cefálico recto y cuernos en forma espirílea llegando en los barcos de los comerciantes griegos desde la península balcánica.
Serían semejantes, cuando no totalmente idénticos, a la actual cabra Blanca Celtibérica.

Cabras Blancas Celtibéricas.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

No sabemos a ciencia cierta cómo se extendieron estos caprinos hacia el interior de la Península, pero posiblemente fue gracias al comercio con los habitantes de las zonas costeras algo perfectamente corroborado en la necrópolis del Raso donde se han encontrado objetos orientalizantes como un magnífico ungüentario del siglo V a.C.
Del mestizaje entre estos dos tipos de caprinos en la Sierra de Gredos, surgiría un tipo intermedio que daría lugar a la primitiva Cabra Serrana, origen a su vez de las antiguas cabras Veratas.

Cabra Verata de tipo antiguo.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Avanzado ya el I Milenio antes de Cristo, existió un poblado en las proximidades del actual pueblo de El Raso, del que se conservan pocos restos siendo lo más conocido su necrópolis. Este poblado conocido como "El Castañar" fue posiblemente devastado por los cartagineses hacia el siglo III a.C. obligando a los habitantes de la zona a trasladarse a una zona más alta construyendo un poblado fortificado o castro en el Cerro del Freíllo, el cual es conocido popularmente como "El Castro Celta del Raso", si bien este núcleo de población fue habitado por los vetones, pueblo prerromano conocido fundamentalmente por sus toscas esculturas de piedra conocidas como verracos.

Castro del Collado del Freíllo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tras la conquista romana, el Castro fue abandonado y sus habitantes fueron obligados a vivir en zonas bajas donde pudieran ser controlados para evitar posibles sublevaciones contra Roma.
Muchos historiadores opinan que hasta las repoblaciones medievales, estas montañas estuvieron prácticamente deshabitadas pero es muy posible que pequeñas comunidades pastoriles llevasen una vida sencilla y similar a la que llevaron los cabreros hasta hace pocas décadas, viviendo durante el invierno en zonas bajas y ascendiendo en el verano con su ganado hasta zonas altas en busca de pastos frescos.

Majada de Braguilla o Puesto del Tío Plática.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Existe un curiosísimo hecho que nos permite corroborar la presencia ininterrumpida de población y el mantenimiento de parte de la cultura vetona en la zona: la devoción a Nuestra Señora de Chilla, patrona de Candeleda.
Los vetones adoraban a varios dioses entre los que estaba Ataecina, diosa de la fertilidad y del renacer, a la cual se rendía culto en lugares próximos a arroyos y fuentes, estando asociando siempre a un animal: la cabra.
En la Edad Media, existe constancia de la devoción a Nuestra Señora de Chilla que, según la tradición oral, resucitó una cabra de un pastor llamado Finardo para que el amo de este no le despidiese, cerca donde hoy se encuentra el Santuario de esta advocación mariana a la que se representa junto a un pastor, un perro y una cabra como si de una moderna Ataecina se tratase.
En definitiva, estaríamos ante una cristianización de un culto pagano, algo muy frecuente en toda España pero que en este caso se realizó de una manera absolutamente sublime.

Nuestra Señora de Chilla.
(c) Silvestre de la Calle García.

La población humana de estas montañas, no debía ser en cualquier caso muy numerosa ya que Alfonso XI "El Justiciero", rey de Castilla entre 1331 y 1350, escribe el célebre LIBRO DE MONTERÍA en el que repasa todos los montes del Reino de Castilla en los que podían cazarse osos y puercos (jabalíes) que eran las piezas venatorias predilectas para la nobleza.
Menciona con todo detalle los montes de Candeleda y la presencia de osos e incluso relata una cacería a la que él mismo asistió y en la que mató uno de los osos de mayor tamaño que jamás había visto.
La presencia de osos, indica que los montes eran muy boscosos y menos aptos para el pastoreo de lo que son hoy y además de eso, los cabreros y sus cabras estarían en constante peligro ante de los osos por lo que vivir en la sierra complicado.

Oso pardo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pese a la presencia de osos, el Puerto de Candeleda constituía uno de los pasos más importantes para atravesar la Sierra de Gredos, dando a los ganaderos del Honrado Concejo de la Mesta acceso desde las dehesas del sur a lo pastos del norte.
En 1477 atravesaron el Puerto 42.405 cabezas de ganado de todo tipo mientras que por el célebre Puerto del Pico sólo pasaron 26.941 cabezas.
Aproximadamente un siglo más tarde, en 1563, el Puerto de Candeleda fue cruzado por 33.888 ovejas y cabras y por 1.312 vacas mientras que por el Puerto del Pico cruzaron 252.703 ovejas y cabras y 4.388 vacas.

Puerto de Candeleda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El aumento del censo de ganado trashumante que cruzaba el Puerto del Pico en detrimento del que lo hacía por Candeleda se debió, fundamentalmente, a que D. Beltrán de la Cueva (1433-1493) y sus descendientes, pleitearían para que la Cañada Real Leonesa Occidental atravesase sus territorios señoriales para poder cobrar los derechos de pontazgo y portazgo para así construir su castillo de Mombeltrán.

Vacas subiendo el Puerto del Pico.
(c) Silvestre de la Calle García.

Al desaparecer los osos de la zona como muy tarde en la primera mitad del siglo XVII, los cabreros pudieron llevar una vida más tranquila y sosegada en la sierra aunque debieron estar durante siglos pendientes del ataque del lobo.
La vida de los cabreros de los siglos XVII, XVIII y XIX no era muy diferente de la vida de los cabreros del siglo XX que muchos lectores hemos conocido de primera mano o por boca de nuestros padres y abuelos.

Cabrero en la sierra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Durante el invierno pastoreaban sus pequeños hatajos de cabras en las zonas de la sierra, ascendiendo posteriormente a la zona media de la misma y llegando en verano a los pastizales de altura, estableciéndose en los denominados puestos que contaban con chozas para los cabreros, majales y/o berengas o beregones para las cabras, queseras para almacenar el queso....

Cabrero y cabras en la berenga.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cabreros llevaban una vida de mera subsistencia, elaborando queso y criando cabritos, también las cabras carniceras o de desvieja, para venderlos y destinar el dinero obtenido a la compra de aquellos productos que ellos mismos no podían obtener en la sierra tales como harina, patatas, aceite, legumbres...

´
Elaboración artesanal del queso de cabra.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Poco a poco, en las tierras bajas se fue desarrollando una agricultura basada en los cultivos cerealistas y hortofrutícolas tales como el viñedo, las higueras, las patatas, los castaños, los pimientos para elaborar el célebre pimentón...y la superficie de pastos fue disminuyendo al mismo tiempo que lo hacían los rebaños de cabras por lo que los cabreros que quedaron en las zonas altas aprovecharon esta circunstancia para así vender queso y cabritos a los habitantes de las zonas bajas que ya no criaban cabras.

Cabrito.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero el inmenso término de Candeleda permaneció baldío hasta finales del siglo XIX.
Sin embargo, ya en el siglo XVII se produjo en el cercano pueblo de Guisando se produjo un hecho que cambiaría para siempre la historia de los cabreros de Gredos.
Se cuenta que Felipe IV, rey de España entre 1621 y 1665 estaba de cacería en Guisando cuando una gran nevada le obligó a permanecer en el pequeño pueblo más de lo esperado. El monarca, al ver los montes poblados de robles en las zonas bajas y prácticamente pelados en las zonas altas, creyó oportuno que se repoblasen con pinos, lo que obligó a muchos cabreros a emigrar del pueblo.

Guisando (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cabreros de este municipio criaban un tipo particular de cabra conocido como Guisandera, raza actualmente no reconocida de manera oficial, caracterizada por su perfil recto o ligeramente convexo, tamaño grande y proporciones alargadas, capa mayoritariamente roja aunque también se describen animales negros y manchados (piñanos) con la particularidad de presentar el hocico y las orejas de color blanco (oriscanas).
Se trata de cabras con excelentes cualidades carniceras y aceptable aptitud lechera.
Una característica fundamental de las cabras Guisanderas era su pelo largo en el lomo, cuartos traseros y otras regiones del cuerpo dándoles un aspecto churro.

Cabra Guisandera de tipo antiguo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los cabreros de Guisando aprovechaban la sierra de su municipio, pastando en invierno en las zonas bajas y ascendiendo en verano a los puestos situados a gran altitud, donde la hierba era muy abundante. Su vida difería poco, por tanto, de la que llevaban los cabreros candeledanos.

El Hoyuelo-La Lancha, Guisando (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Las repoblaciones con pinos resineros realizadas en el siglo XVII se intensificarían a finales del siglo XIX, obligando en esta ocasión a que decenas de familias cabreras abandonasen Guisando.
Muchas conservaron casa y vecindad en el pueblo pero pasaban medio año en las dehesas de la provincia de Toledo y medio año en los agostaderos del norte de la Sierra de Gredos en pueblos como Navarredonda, Hoyos del Espino, Zapardiel de la Ribera e incluso Villafranca de la Sierra.

Rebaña de cabras Guisanderas de Fidel García Tiemblo. 1973.
Zapardiel de la Ribera (Ávila)
(c) Familia García.

Pero otros muchos cabreros emigraron a los pueblos vecinos y se establecieron en Arenas de San Pedro, Poyales del Hoyo o Candeleda si bien en estos pueblos vivían ya numerosas familias de cabreros, lo que dificultaba la convivencia con los guisanderos.
Sin embargo, dentro del extenso término municipal de Candeleda, al Este del mismo y ya casi en el límite con Extremadura, había una extensa zona escasamente poblada por encontrarse muy lejos del pueblo.
Era una zona rica en pastos, con abundante agua y muy adecuada para el ganado caprino por lo que poco a poco los cabreros fueron construyendo majadas cerca de las cuales sus hijos construirían más y así, en 1934 nació lo que hoy conocemos como EL RASO.

El Raso (Ávila)
Al fondo, Madrigal de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estos cabreros trajeron consigo sus cabras Guisanderas que se cruzaron con las cabras Serranas criadas en la zona desde tiempo inmemorial y que en 1949 serían conocidas ya oficialmente como cabra Verata aunque algunos cabreros opinaban que se deberían haber descrito dos razas bien diferenciadas: la Verata y la Raseña fruto esta última del mestizaje entre ambas razas y que dio lugar a un animal de porte agrandado, perfil recto, cuernos de gran desarrollo en forma de espiral alargada, buena producción lechera y excelente producción cárnica.

Cabras Veratas actuales.
Ganadería Ismael Sánchez Retamal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero lo verdaderamente importante, es que los guisanderos trajeron consigo su cultura y tradiciones que eran ligeramente diferentes a la de la zona a la que habían llegado, creándose una maravillosa fusión entre ambas culturas que es especialmente notoria en el rico folklore de la zona.

Ángel Galán Fraile tocando la guitarra.
(c) Silvestre de la Calle García.

Al principio, no hubo problemas para los guisanderos que se establecieron en El Raso pero poco a poco muchos tuvieron que emigrar en busca de nuevos territorios de pasto para sus cabras, estebleciéndose en pueblos como Madrigal de la Vera, Villanueva de la Vera e incluso pueblos tan alejados como Jerte donde hasta la primera década del siglo XIX vivió en plena sierra de Jerte y Tornavacas PAULINO GARGANTILLA SERRANO "Tío Guisando" cuya madre, aunque natural de Madrigal de la Vera, descendía de los cabreros guisanderos.

Paulino Gargantilla Serrano y sus cabras Veratas antiguas.
Tornavacas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La cultura de los cabreros del Raso, de Guisando y de Gredos en general sigue y seguirá viva pues todos los años se organiza en Madrigal de la Vera el ENCUENTRO DE CABREROS DE GREDOS donde los ya por desgracia pocos cabreros actuales, los que en su día lo fueron y gente relacionada de una u otra manera con el sector, se dan cita para reivindicar la cultura cabrera de Gredos.

I Encuentro de Cabreros de Gredos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Precisamente esta semana tendrá lugar el XI Encuentro de Cabreros de Gredos con la inauguración de un monumento a los cabreros realizado a instancias de Servando García Jara "TÍO HERVA", su hermano Florencio García Jara "El Cabrero" y Miguel Canario dueño del Camping La Mata en el que se celebra anualmente el citado encuentro.

Servando García Jara en el monumento a los cabreros.
Madrigal de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cabreros, desde aquellos que habitaron en el Prao de La Carrera hace más de 3.000 años hasta los actuales del Raso, sin olvidarnos de los guisanderos y candeledanos, han forjado durante milenios la cultura de la Sierra de Gredos.
Su legado será siempre recordado y los actuales descendientes de esos cabreros se preocupan para que esa esencia cabrera no se pierda organizando actividades como la que el pasado fin de semana ha tenido lugar en El Raso (Ávila) y en la que este artículo que han podido leer todos los seguidores de EL CUADERNO DE SILVESTRE, fue una ponencia con el mismo título.


Arriba: Cartel de las Jornadas Vetonas "Mabon".
Abajo: Cartel de la Charla HISTORIA DE LOS CABREROS DE GREDOS.


La charla fue todo un éxito, siendo presentada por el alcalde de Candeleda D. Carlos Montesino Garro el cual tras hablar sobre la importancia de la ganadería candeledana a nivel económico, histórico y social, explicó las medidas que el Consistorio por él presidido está realizando para fomentar esta actividad ancestral en el término municipal de Candeleda.

Don Carlos Montesino Garro, alcalde de Candeleda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Acto seguido, el Alcalde alabó la labor realizada por Silvestre de la Calle García, ponente y autor de este artículo, y la de Alonso de la Calle Hidalgo por la labor de investigación y divulgación de todo aquello relacionado con la cultura tradicional en general y cabrera en particular, definiéndonos como "LA VOZ DE LOS GANADEROS" .
Tras esto, comenzó la charla con una presentación de diapositivas para apoyar las explicaciones cuyo contenido se ajustó enteramente a lo que el lector ha podido leer en este artículo.

Silvestre de la Calle García durante la charla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Para terminar, se proyectó el documental LOS CABREROS DE GREDOS dedicado a los cabreros de Guisando, Candeleda, El Raso, Madrigal de la Vera y Villanueva de la Vera mostrando imágenes de la sierra, de la vida de los cabreros, fotografías antiguas de los cabreros y de los puestos que ocuparon...todo ello con música folklórica y folk de la zona, haciendo las delicias de los presentes.

Asistentes a la charla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Desde EL CUADERNO DE SILVESTRE agradecemos al Excelentísimo Ayuntamiento de Candeleda, a la Organización de las Jornadas Vetones y a la persona de Carlos Montesino Garro y de María Jesús Tiemblo Garro por confiar con nosotros para esta actividad que esperemos sea el principio de muchas más.

Silvestre de la Calle García con las cabras de Jesús Carreras Delgado.
El Raso (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García
Técnico Forestal.

Comentarios

ENTRADAS MÁS VISITADAS