LA FUENTE DE TÍA JOSEFA
Guijo de Santa Bárbara es un pueblecito situado en la comarca cacereña de La Vera, al noreste de Extremadura y en las estribaciones occidentales de la vertiente sur de la Sierra de Gredos. La economía local gira en torno a la ganadería y la agricultura, actividades para las que es fundamental la gran abundancia de agua que recorre todo el término municipal a través de multitud de gargantas, gargantillas y arroyos y que en el propio casco urbano surge en forma de caudalosas fuentes entre las que destaca LA FUENTE DE TÍA JOSEFA.
Con este nombre es conocida la que hasta comienzos del siglo XX se denominó Fuente del Monge por ser utilizada para regar la Huerta del Monge llamada así por la abundancia de monge o musgo en las piedras del entorno al ser un lugar muy húmedo. Perteneciente hasta la Desamortización de Mendizábal a la iglesia parroquial de Santa Bárbara, hoy de Nuestra Señora del Socorro, la citada Huerta fue adquirida en 1838 por D. Antonio Jiménez García (1810-1898), más conocido como El Abuelo Viejo.
Prácticamente nada queda de la primitiva Huerta al haberse transformado en solares que poco a poco fueron urbanizándose a excepción de una pequeña porción que hasta hace unos años era cultivada aún por Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022).
Antonio Leandro de la Calle Jiménez trabajando en La Huerta del Monge.
(c) Silvestre de la Calle García.
Pero volvamos a la Fuente de Tía Josefa para conocer el motivo por el que la primitiva Fuente del Monge cambió su nombre en los primeros años del siglo XX fecha en la que fijó su residencia en una casa situada frente a dicha fuente Josefa Esteban Jiménez (1869-1951). Pero ¿Quién era esta mujer y qué importancia tuvo en la historia local para ser recordada con una fuente?
Josefa Esteban Jiménez (15 de mayo de 1869 - 24 de diciembre de 1951) nació en Guijo de Santa Bárbara en el seno de una familia muy acomodada, siendo hija de Pedro Esteban Rosado (1836-1916) y de Trinidad Jiménez Esteban (1836-1913) ambos naturales y vecinos de Guijo de Santa Bárbara y que residían en una casa situada en la Calle del Monje, construida por orden de ellos mismos en 1864, y que todavía se conserva.
Josefa fue la quinta de seis hermanos llamados Ramón Bibiano, María de las Candelas, Benita, Agapito, Josefa y Alonso Ambrosio.
La situación francamente acomodada de Pedro y Trinidad permitió que 4 de sus hijos llegasen a la edad adulta pues sólo Ramón Bibiano y Benita fallecieron el primero con pocos meses a causa de un accidente y la segunda con apenas dos años a causa del garrotillo (difteria).
El resto, llegaron a la edad adulta, contrajeron matrimonio y tuvieron hijos aunque María de las Candelas falleció en 1902 a los 40 años de edad a causa de una pulmonía y Agapito en 1905 a los 37 años de edad también a causa de una pulmonía.
Los abuelos paternos de Josefa eran Antonio Esteban Pérez (1804-1887) y María Rosado Moreno (1810-1885), él natural de Guijo de Santa Bárbara y ella de Talaveruela (Cáceres), mientras que los abuelos paternos eran Antonio Jiménez García (1810-1898) y Josefa Lorencia Santos García (1812-1896), siendo conocidos estos últimos como Los Abuelos Viejos.
Pedro Esteban Rosado, conocido popularmente como Perico, era uno de los pocos vaqueros del pueblo, figurando en los registros de profesiones como PROPIETARIO lo que significaba que, pese a ser ganadero y labrador, actividades siempre unidas en Guijo de Santa Bárbara, no trabajaba como jornalero para otras personas sino que trabajando en sus propias tierras conseguía todo lo necesario para que la familia viviese holgadamente, siendo la cría de ganado vacuno, complementada con la venta de vino y aceite, su principal fuente de ingresos.
Pedro tenía nada más y nada menos 13 vacas, cifra realmente considerable para la época. Se trataba de vacas "serranas" caracterizadas por su tamaño medio, coloración oscura variable en el castaño y el negro peceño y con el hocico blanco o pardo, empleadas para la cría de terneros, para el trabajo en el campo y para la producción de leche destinada al consumo familiar tanto en fresco como transformada en queso y mantequilla.
Aquellas vacas eran similares a las actuales vacas de raza Avileña-Negra Ibérica de la variedad Bociblanca.
El ganado vacuno de Pedro seguía un manejo extensivo y trasterminante.
Durante el verano y parte del otoño, las vacas pastaban en la sierra para hacerlo luego en los prados particulares mientras el tiempo lo permitiera, siendo encerradas en invierno en cuadras, casillas corrales donde se las alimentaba con el heno segado en los prados durante el verano y que era almacenado en los desvanes o en ameales en los propios prados.
En primavera, Pedro trashumaba con sus vacas y las de sus cuñados a la dehesa de El Centenillo, en Talayuela, la cual era propiedad de su suegro, regresando nuevamente a Guijo el día de San Juan.
Josefa creció como todas las niñas de su edad ayudando a su madre y a su abuela Josefa Lorencia que por aquel entonces regentaba una casa-horno en la Calle del Monje, justo enfrente de la famosa Fuente.
Josefa Lorencia y su esposo Antonio, que por aquella época era pastor de ovejas tras haber tenido una impresionante carrera política a nivel local, comarcal y provincial, eran propietarios de un molino harinero de dos muelas o piedras en el paraje del Pozo del Rey, en Valverde de la Vera. Los agricultores que iban a moler su grano a este molino tenían que pagar mediante el sistema de maquila entregando una parte de la harina al molinero y otra al dueño del molino. Gracias a ese harina, Antonio y Josefa crearon su negocio.
Pero Josefa tuvo un gran privilegio y es que al ser sobrina de doña Felipa Jiménez Santos, profesora de instrucción primaria, pudo aprender a leer y a escribir e incluso ir a la escuela que su propio abuelo Antonio Jiménez García, había construido enteramente a sus expensas en el pueblo.
El 1 de febrero de 1890 Josefa contrajo matrimonio en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro con Cipriano Jiménez Pérez (1864-1927) hijo de Antonio Jiménez Castañares y de Justa Pérez Burcio.
Ofició el matrimonio el párroco D. Juan Mateos Muñoz aunque, como era habitual en la época en los pueblos pequeños, los contrayentes tuvieron que esperar un tiempo para poder celebrar el enlace ya que por ser familia cercana, necesitaron la correspondiente dispensa eclesiástica.
Josefa y su esposo Cipriano se establecieron en una casa situada en la Plaza de la Fuente y no tardaron en ser padres. La primogénita del matrimonio fue María de la Paz, a la que siguieron Feliciano, Marcelina (conocida por todos como Marceliana), María Trinidad, María Esperanza, María del Amparo, Antonio y Agapito, sobreviviendo todos ellos hasta la edad adulta salvo Feliciano que murió con 1 mes de vida.
María Trinidad (izda.) y Marceliana (dcha.) hijas de Josefa, con su prima Modesta (centro).
(c) Familia de la Calle García.
Siguiendo la tradición familiar, Josefa y su esposo vivieron inicialmente dedicados a la ganadería y la agricultura siendo la cría de ganado vacuno, el cultivo y venta de patatas y la venta de aceite y vino sus principales actividades económicas, llegando a ser a comienzos del siglo XX uno de los matrimonios más ricos del municipio por el gran número de tierras que poseían.
Josefa seguía ayudando a su madre en la casa-horno de los abuelos, pero al morir en 1898 Antonio Jiménez García, dicha casa pasó a ser propiedad de Modesta Esteban Jiménez, prima hermana de Josefa.
Josefa decidió comprar la casa-horno y la vivienda contigua a su prima Modesta y continuar con el negocio de los abuelos.
Aspecto actual de la casa-horno (izda.) y vivienda (dcha.) de Josefa.
(c) Silvestre de la Calle García.
En una casa-horno, se "empringaban" o ensuciaban infinidad de cacharros a la hora de amasar el pan y los dulces como artesas, barreños, cubos, pucheros...además de llenarse la casa de harina por lo que Josefa y sus hijas tenían que estar constantemente fregando para mantener todo limpio. Pasaban el día entrando y saliendo de casa con los cántaros para coger agua en la fuente y los vecinos empezaron a decir:
"Esto parece la fuente de tía Josefa".
Poco a poco los hijos de Josefa y Cipriano, contrajeron matrimonio y marcharon de casa, viviendo inicialmente todos ellos en Guijo de Santa Bárbara aunque con el paso del tiempo María de la Paz se trasladó a Jarandilla de la Vera, María de la Esperanza a Aldeanueva de la Vera y Agapito a Talavera de la Reina.
La casa-horno o panadería permaneció abierta hasta 1927, fecha en la que falleció Cipriano y Josefa, que ya contaba con 58 años, edad avanzada en la época, decidió dejar el oficio de panadera. Como era costumbre en la época, repartió sus bienes y los de su esposo entre sus hijos, reservándose hasta su muerte la planta superior de la casa familiar para no quedarse sin un lugar en el que vivir.
Horno de pan.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Como muchas otras viudas guijeñas, Josefa se dedicó desde entonces a un curioso negocio muy popular en aquella época: la acogida de veraneantes de Navalmoral de la Mata.
Eran muchas las familias moralas que en verano dejaban su calurosísimo pueblo para pasar una temporada en Guijo de Santa Bárbara. Disfrutaban estos veraneantes del clima más benigno, la tranquilidad y la gastronomía local.
En casa de Josefa veraneó muchos veranos el veterinario moralo D. Silverio Hidalgo del Monte cuyo hermano Constantino estaba casado con la guijeña Benigna Burcio de la Calle.
Josefa pasó las dos últimas décadas de su vida viviendo tranquila y dedicada, como las ancianas de aquella época a hacer las labores domésticas diarias, a ir a Misa y a sentarse por las tardes junto a "su fuente" para tomar el sol mientras hacía alguna labor de costura.
Sus hijas y nueras, estaban pendientes de ella para ayudarla en las tareas más duras. Sin embargo, la mayor compañía para Josefa fue siempre su nieto Antonio Leandro de la Calle Jiménez, hijo menor de su hija Marceliana.
Sólo en contadísimas ocasiones, Josefa pasó alguna temporada en Aldeanueva de la Vera con su hija María de la Esperanza, viuda desde 1936, pero sus últimos años los pasó en su casa atendida por su familia. Falleció el 24 de diciembre de 1951 a los 82 años de edad.
Es preciso recalcar que Josefa Esteban Jiménez fue una auténtica cronista de la villa encargándose de custodiar valiosísimos documentos de su abuelo Antonio Jiménez García, el personaje más importante de la historia de Guijo de Santa Bárbara, transmitiendo todo lo que vivió con él a su hija Marceliana quien, además de heredar la casa de su madre, se ocupó de mantener viva su memoria y la de sus antepasados para transmitírsela a su vez a su hijo Antonio Leandro y a sus nietos Alonso y Raquel de la Calle Hidalgo.
Pocos la recuerdan ya pero en la que fue su casa reside actualmente Visitación Hidalgo Burcio (n.1929), viuda de Antonio Leandro de la Calle Jiménez, nieto de Josefa. Con una memoria prodigiosa, Visitación recuerda perfectamente a la abuela de su marido y habla de ella muchas veces a sus hijos y nietos para que conozcan su historia.
Visitación Hidalgo Burcio junto a la FUENTE DE TÍA JOSEFA.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Guijo de Santa Bárbara no contará con una fuente tan espectacular como la Fontana di Trevi de Roma o como la Fuente de la Cibeles de Madrid pero cuenta entre su arquitectura tradicional serrana con la FUENTE DE TÍA JOSEFA, importantísima durante mucho tiempo para los vecinos de esta villa que regaban sus huertos con sus aguas o que acudían a la fuente para llenar sus cántaros y barriles (botijos) o para llevar a beber a sus cabras caseras...
Esperemos que este artículo sirva para que todo el mundo conozca la historia de esta fuente y que su nombre nunca sea olvidado puesto que, a día de hoy nada informa al visitante que recorre las calles de este bello pueblo del nombre y la historia de esta pequeña pero emblemática fuente: LA FUENTE DE TÍA JOSEFA.
NOTA FINAL DEL AUTOR.
La Fuente de Tía Josefa es un lugar emblemático para todos los guijeños pues se encuentra en el recorrido de las tradicionales procesiones de Nuestra Señora de las Angustias, de Semana Santa y de Santa Bárbara, pasando junto a ella los famosos danzantes realizando su espectacular baile.
Además, desde hace unos años se encuentra incluida en el recorrido de rutas guiadas por quien escribe estas líneas primero en calidad de vecino y animador sociocultural del Ayuntamiento de Guijo de Santa Bárbara y ahora como Cronista Oficial de la Villa.
Ruta guiada "De Viriato al Abuelo Viejo. Guijo 2000 años de historia."
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Ya a nivel personal y familiar, esta fuente tiene para mí un gran valor sentimental pues soy tataranieto de Josefa Esteban Jiménez y he pasado muchos ratos junto a este fuente por vivir frente a ella mis abuelos paternos Antonio Leandro y Visitación.
A la memoria de mi abuelo Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022) quiero dedicar este artículo.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.
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