EL AGOSTADERO
Con el nombre de AGOSTADERO, palabra derivada del mes de agosto, se conoce al periodo o época del año en el que el ganado pasa el verano en pastos que durante el resto del año han permanecido libres o sin ganado para permitir su crecimiento y de esa forma poder ser aprovechados en época estival.
Dichos pastos, situados generalmente en zonas altas de montaña, son conocidos también como agostaderos.
Tomaremos como ejemplo para hablar del agostadero el caso de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) es un pequeño pueblecito situado en las estribaciones occidentales de la vertiente meridional de la Sierra de Gredos.
Sus habitantes han basado su economía durante siglos en la ganadería complementada con la agricultura realizando con el ganado cortos movimientos altitudinales a lo largo del año para aprovechar los pastos de manera más eficiente sin salir del término municipal o desplazándose a pueblos cercanos.
El término municipal de Guijo de Santa Bárbara, de unas 3500 hectáreas de superficie, se encuentra dividido en tres grandes secciones:
- Parcelas particulares: Unas 300 hectáreas divididas en infinidad de pequeñas parcelas dedicadas al cultivo de verduras, hortalizas, frutales, olivos, castaños, praderas...
- El Coto: Terreno de unas 200 hectáreas situado alrededor del pueblo y de propiedad municipal, destinado fundamentalmente al aprovechamiento ganadero.
- La Dehesa Sierra de Jaranda: Propiedad de casi 3000 hectáreas perteneciente a diversos accionistas o socios, en su mayoría vecinos del pueblo o descendientes del mismo, destinada al aprovechamiento ganadero y cinegético.
Esta finca, que hoy es una Sociedad Limitada, surgió de la fusión en 1896 de las fincas Baldío de Jaranda, Los Guatechos, Las Umbrías, La Lanchuela, Las Arguijuelas y El Cuchillar que habían sido adquiridas tras la desamortización de Madoz por tres vecinos del pueblo (Antonio Jiménez García, José García de Aguilar y Domínguez y Antonio Modesto Jiménez Santos) que tras comprarlas las dividieron en acciones que cedieron a vecinos del pueblo.
Nos interesa especialmente esta última sección del término municipal, fundamental para el manejo extensivo del ganado especialmente durante el agostadero.
Desde 1867, las fincas que posteriormente conformarían la Dehesa Sierra de Jaranda y que a su vez eran el resultado de la división y enajenación de la antigua Dehesa Boyal de Guijo de Santa Bárbara, a excepción del Baldío de Jaranda que pertenecía a la Comunidad de Pueblos de Plasencia, fueron gestionadas de manera conjunta con el fin de facilitar el aprovechamiento de los pastos especialmente durante el agostadero.
Cabras en la sierra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
En buena medida, las antiguas fincas en la que se dividió la sierra de Guijo de Santa Bárbara, eran complementarias.
El Baldío de Jaranda tenía unos pastos extraordinariamente ricos durante el agostadero, pero durante el resto del año, las abundantes heladas y las copiosas nevadas, impedían totalmente o dificultaban el aprovechamiento de dichos terrenos.
Pimesaíllo, Baldío de Jaranda, en invierno. 1969.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
En invierno, las zonas altas se veían afectadas también por las heladas y las nevadas y las más bajas tenían poco pasto.
El Hornillo, El Cuchillar, en primavera.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Las fincas de Los Guatechos, Las Umbrías y La Lanchuela, tenían buenos pastos durante la mayor parte del año, salvo en los meses veraniegos en los que se agostaban o secaban y en los que escaseaba el pasto debido, fundamentalmente, a la gran presión ganadera que habían tenido durante el invierno y la primavera.
La Nava, Los Guatechos, en otoño.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Ovejas en El Erizo, La Lanchuela.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.
Para ello, fue fundamental dividir el año en periodos o estaciones que han ido variando a lo largo de la historia aunque siempre han existido las estaciones de invierno, primavera y agostadero.
Antonio Jiménez García (izda.) y Antonio Modesto Jiménez Santos (dcha.)
Unos de los primeros administradores.
Retratos pintados por Francisco Martín Rivera.
El invierno solía extenderse de diciembre a marzo o abril dependiendo de las condiciones meteorológicas y de la disponibilidad de pastos.
El ganado pastaba en las zonas más bajas, siendo encerrado por la noche en corrales y complementando su alimentación, especialmente en el caso de las vacas con heno.
La primavera, comenzaba cuando finalizaba la estación de invierno y terminaba siempre el 24 de junio, fecha en la que comenzaba el agostadero.
Con el fin de reservar los pastos para el agostadero y evitar que el ganado entrase en ellos antes del comienzo de dicha estación, se establecía una raya o línea imaginaria que no podía ser atravesada por el ganado.
Los Administradores fijaban la raya, que podía variar de unos años a otros y comunicaban la decisión a los ganaderos y vecinos en una junta o reunión y mediante bando público.
Para fijar la raya se utilizaban como referencia canchales significativos, parajes de la sierra, arroyos, puentes, fincas....
Majal de las Ventosas, utilizado a menudo como límite de la raya.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Si el ganado pastaba por encima de la raya y era visto por el guarda, el propietario de los animales sería multado o penado, doblando la pena si reincidía.
Los propietarios de ganado menor, mayoritariamente cabras, permanecían siempre junto a su piara para que los animales respetasen la raya, pero los propietarios de vacas y caballerías, confiaban a menudo en el carácter más tranquilo de estos animales, dejándolos solos, algo que en no pocas ocasiones causaba problemas y lo que obligó ya en 1872 a limitar el pastoreo de dichas especies en la sierra a excepción de caballerías de labor y vacas de yunta.
El agostadero comenzaba el 24 de junio y se podía prolongar hasta el comienzo de la estación del invierno, aunque algunos años se establecía una estación intermedia denominada otoñada, creada especialmente para aprovechar las bellotas de los robledales de las zonas bajas de la sierra.
Vacas subiendo a la Sierra.
Puente de La Estaca.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Centrémonos, en el agostadero, periodo que actualmente dura alrededor de 6 meses, variando su comienzo en función de la disponibilidad de pasto en las dehesas de La Vera y el Campo Arañuelo en las que pastan las vacas en primavera de donde regresan el primer o segundo fin de semana de julio y el 21 de diciembre, día en que finaliza la estación.
Vacas cruzando el río Tiétar
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Tradicionalmente, el agostadero comenzaba siempre el día de San Juan y a partir de esa fecha, el ganado podía pastar en toda la Sierra al quedar suprimida la raya.
Sin embargo, antes de comenzar la estación, el ganado debía ser contado o censado, labor realizada por los contaores que eran al principio vecinos, normalmente accionistas, que fuesen perfectos conocedores del ganado y posteriormente miembros de la Administración de la Sierra pero que fuesen igualmente grandes conocedores del ganado.
José Jiménez Jiménez y Félix Vaquero García.
Contaores.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Al finalizar la primavera, se comenzaba a realizar el CUENTO DE LAS CABRAS, que se prolongaba durante varios días dado que en ocasiones había en el pueblo 30 ó 40 rebaños o piaras de cabras y al haber únicamente dos contaores no podían contar más de 5 ó 6 piaras de cabras al día.
Este cuento solía realizarse al amanecer, más raramente al atardecer, cuando las cabras estaban en el corral o majada o cuando salían del mismo para el pastoreo o careo diario.
Rara vez se contaban las cabras al aire libre porque no se estaban quietas y era muy difícil contarlas, aunque en ocasiones no había otro remedio.
Contando las cabras.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Vacas cruzando el pueblo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.
Aún se sigue manteniendo este sistema, entregando tras realizar el cuento la papeleta de pastoreo al ganadero, especie de contrato de alquiler de los pastos y en el que se hacen constar el nombre del ganadero, las cabezas que "echa" a la sierra y la especie a la que pertenecen, el precio por cabeza...
La papeleta consta de dos partes, una con la firma del presidente de la Sierra que es para el ganadero y otra que es firmada por el ganadero y queda en poder de la Administración.
Papeleta de pastoreo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
El precio de cada estación, más barato en invierno y más caro en agostadero, se establece en una determinada cifra que debe pagar cada cabra. Dicha cifra es multiplicada por 6 para obtener la cantidad que debe pagar una vaca siguiendo una ancestral tradición que dice que "se meten 6 huellas de cabra en la huella de una vaca."
Pezuña de una cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Durante el agostadero, el ganado de los vecinos de Guijo de Santa Bárbara, fundamentalmente cabras, vacas y caballerías (caballos, mulos y burros) y en menor medida ovejas, era trasladado a las zonas más altas de la sierra para aprovechar los pastos más frescos que habían crecido tras el deshielo de la nieve y gracias a las lluvias y buenas temperaturas de la primavera.
El Jorco.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Estos pastizales se encuentran a una considerable distancia del pueblo, lo que dificultaba el manejo del ganado, especialmente del caprino que era sometido a ordeño para destinar la leche a la elaboración de queso, lo que obligó a los ganaderos a establecerse en el lugar donde pastaban las cabras durante el agostadero.
Cabrero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Durante al menos dos meses y medio, el cabrero permanecería en la sierra y por ese motivo toda la familia y sus animales domésticos, desde los cochinos para la matanza hasta el gato, se trasladaban con él, viviendo las familias cabras en las tradicionales CHOZAS, antiquísimas construcciones con un muro circular de piedra seca y techumbre formada por un armazón de palos o "rajones" de roble cubierto por una gruesa capa de escobas o "carabones".
Chozas en Pimesaíllo. 1982.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Las chozas eran utilizadas para dormir y para elaborar el queso, así como para almacenar los productos que servían de sustento a la familia, mientras que el resto de la vida se desarrollaba en el exterior de la misma en un pequeño cercado anexo a la choza como "rancho" en el que se cocinaba, se comía, se disponían ordenadamente todos los cacharros de cocina y aquellos necesarios para la elaboración del queso, los aparejos de las caballerías...
Teodora Leal y su hija Feli en el rancho de su choza.
Pimesaíllo. 1982.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
En las proximidades de la choza, se encontraba el MAJAL cercado con muros de piedra de escasa altura en el que dormían las cabras durante la noche y donde eran ordeñadas al amanecer y también al atardecer si daban bastante leche.
En las proximidades del majal, aprovechando el hueco bajo alguna piedra grande o canchal, se construían el gallinero para encerrar a las gallinas durante la noche y para que pusiesen los huevos durante el día y también la cochinera, recinto para encerrar los cerdos que constaba de una parte cubierta y un cercado descubierto para que los cerdos o cochinos tuviesen buena ventilación.
Flora Sánchez Vaquero con sus hijos en el majal de las cabras.
Pimesaíllo, Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Familia Torralvo Sánchez.
En el interior de la choza, como dijimos antes, las cabreras elaboraban por la mañana y por la noche EL QUESO, que posteriormente era trasladado a la quesera situada bajo alguna gran piedra junto a alguna fuente, arroyo o garganta donde se conservaba fresco y se oreaba hasta que era llevado al pueblo para ser vendido.
Quesera de Tía Flora.
El Galayo, Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Una vez a la semana, algún miembro de la familia, normalmente la mujer acompañada de alguno de los hijos más mayores, bajaba al pueblo para vender el queso, que se disponía ordenadamente en grandes cajones de madera que eran cargados a lomos de los burros.
Tras vender el queso, compraban pan y se aprovisionaban de todo lo necesario para la semana, regresando a la sierra rápidamente para continuar con sus quehaceres.
Teodoro Pérez y su hijo Agustín cargando el queso en el burro.
Pimesaíllo, Guijo de Santa Bárbara. 1970.
(c) Martina Pérez de Arriba.
El manejo del ganado, era muy similar al seguido en las zonas bajas. Tras el ordeño, los hombres se iban de CAREO con las cabras, acompañados frecuentemente por los niños de 6-7 años en adelante con el fin de que aprendiesen el oficio.
No era raro que con 8 ó 9 años los niños se quedasen solos en la sierra con las cabras mientras su padre bajaba al pueblo para regar el huerto, sacar las patatas o realizar otras labores.
Jacinto, Florián y Ángel Torralvo con su caballo.
Pimesaíllo, Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 1970.
(c) Familia Torralvo Sánchez.
En el mes de septiembre, los cabreros regresaban a las zonas medias y bajas de la sierra, viviendo en algunos casos en casillas situadas junto a los corrales más altos y no regresando al pueblo hasta el invierno, momento en el que terminaba oficialmente la estación de agostadero.
Casilla junto a un corral.
La Morata, Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Para conocer con más detalle la vida de los cabreros en la sierra, recomendamos al lector consultar el artículo LA SUBIDA A LA SIERRA CON LAS CABRAS, publicado hace algo más de un año en este mismo blog.
Cabras en la Sierra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Lo descrito cambió poco hasta la segunda mitad de la década de 1980 cuando tras la entrada de España en la actual Unión Europea y debido a las nuevas normativas sanitarias, se prohibió a los cabreros elaborar y comercializar queso como siempre habían hecho por lo que poco a poco las piaras fueron desapareciendo.
Los últimos cabreros que siguieron subiendo con sus cabras a vivir en la sierra durante el agostadero, fueron los hermanos Florián y Ángel Torralvo Sánchez quienes hasta finales del siglo XX subieron con sus cabras a la choza de El Galayo.
Choza y majal de El Galayo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Actualmente, sólo quedan unas 400 cabras en Guijo de Santa Bárbara, de las que alrededor de 320 pertenecen al joven cabrero ALEJANDRO TORRALVO GUTIÉRREZ quien aún maneja su ganado en régimen extensivo pero realizando el ordeño de forma mecánica, lo que le obliga a permanecer con las cabras todo el año en las proximidades de su finca de Santonuncio y subiendo a un majal de la sierra situado en el paraje de El Coronito, sólo aquellas cabras que no dan leche durante el verano.
Cabras de Alejandro Torralvo en el Majal de El Coronito.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
Respecto a las vacas, mucho menos numerosas en épocas pasadas, ya hemos dicho que en invierno eran mantenidas en las cercanías de los corrales o encerradas en lo mismos alimentándose de heno. En primavera, debían respetar estrictamente la raya pero como no solían hacerlo, se obligó a los ganaderos a sacar de la sierra todas aquellas vacas que no fuesen utilizadas para el trabajo, siendo entonces trasladadas a dehesas de La Vera y el Campo Arañuelo, algo que ocasionalmente hacían también algunos cabreros aunque no estaban obligados a hacerlo.
Vacas en la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Posteriormente, cuando ya las vacas de trabajo o de yunta habían desaparecido, lo que ocurrió hacia 1930, se permitió que durante la primavera y respetando la correspondiente raya, pastasen las vacas suizas (Frisonas) destinadas a la producción de leche y que por lo tanto no podían alejarse mucho de las fincas y corrales donde eran ordeñadas por la mañana y por la tarde.
El día de San Juan, cuando comenzaba el agostadero, las vacas regresaban al pueblo y eran subidas a la sierra pero, a diferencia de lo que ocurría con las cabras, los vaqueros no se trasladaban con el ganado sino que subían y bajaban regularmente para controlar el estado de los animales.
Sólo en contadas ocasiones, los grandes vaqueros tenían a su servicio vaqueros asalariados que sí que permanecían en la sierra con las vacas para así vigilarlas mejor.
Vacas en la Sierra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Actualmente, más de 800 vacas adultas y numerosos terneros pastan en la Sierra durante el agostadero que se extiende desde que suben de las dehesas hasta el 21 de diciembre.
Durante este periodo permanecen solas siendo vigiladas cada pocos días por los ganaderos.
Muchas son bajadas a las dehesas ya en otoño, pero otras permanecen hasta bien entrado el invierno. En primavera sólo un puñado de reses, entre 50 y 60 animales, permanecen en la Sierra pero respetando siempre la raya.
Vaca con su ternero.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Es preciso aclarar que este tipo de desplazamiento realizado por las vacas de Guijo de Santa Bárbara no puede considerarse como una verdadera trashumancia sino que, debido a la escasa distancia recorrida y a que el ganado no abandona la provincia cacereña, hablaríamos de trasterminancia.
Vacas pasando junto a la "Era de Abajo del Llano".
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Seguían un manejo muy similar al de las vacas de yunta, soltándose durante la noche en las zonas bajas de la Sierra y en las épocas de menor trabajo agrícola, a excepción de los burros que tenían los cabreros y permanecían en verano cerca de las chozas y las yeguas de cría de los vaqueros que acompañaban a las vacas.
Antonio Leandro de la Calle Jiménez con la burra cargada de leña.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Actualmente, no llegan a dos docenas los equinos, fundamentalmente caballos y yeguas, que pastan en la Sierra durante el agostadero, estando sujetos a las mismas normativas y precios que en el caso del ganado vacuno.
Caballos pastando en Collao Alto.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Las ovejas nunca fueron muy abundantes en la Sierra, aunque en el siglo XIX era frecuente que durante el agostadero subiesen ganaderos de Cuacos y Jarandilla teniendo constancia únicamente de un rebaño local perteneciente a don Antonio Jiménez García EL ABUELO VIEJO que tenía alrededor de un centenar de ovejas, aquí llamadas borregas en la década de 1870.
Sin embargo, las ovejas no eran muy vistas por considerarse que "esquilmaban" mucho el terreno, por lo que con el tiempo se pusieron precios abusivos para que pastasen en la Sierra durante todo el año y especialmente en el agostadero hasta que 1938 se prohibió su pastoreo en la Sierra.
No obstante, en 1949 y a instancias de Vicenta García Díaz, ganadera y accionista de la Sierra, las ovejas volvieron a pastar en la Sierra y durante alrededor de una década, 5-6 familias vivieron de estos animales que eran subidos a la Sierra en agostadero y cuidados por pastores asalariados. No daban tanto trabajo como las cabras puesto que se trataba de ovejas entrefinas dedicadas a la producción de carne y lana, no siendo sometidas a ordeño, pero que al tener que dormir obligatoriamente en los majales debían ser vigiladas por un pastor.
Actualmente, no hay ovejas en la Sierra pero si algún vecino quisiera tenerlas, previo consentimiento de la Administración de la Sierra, podría hacerlo, pastando las ovejas con las mismas normas y pagando lo mismo que las cabras.
Todo lo descrito aquí centrándonos en Guijo de Santa Bárbara, se ha realizado también desde tiempo inmemorial en los pueblos vecinos como Losar de la Vera, Aldeanueva de la Vera o Tornavacas.
Las últimas borregas que hubo en la Sierra. 2022.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Todo lo descrito aquí centrándonos en Guijo de Santa Bárbara, se ha realizado también desde tiempo inmemorial en los pueblos vecinos como Losar de la Vera, Aldeanueva de la Vera o Tornavacas.
En este último pueblo podemos citar por ejemplo el caso de Paulino Gargantilla Serrano (1929-2014), natural de Jerte pero que durante casi todo el año pastaba con sus cabras en Tornavacas realizando movimientos estacionales, subiendo durante el verano o agostadero a las zonas altas de Tornavacas tal y como se había hecho durante siglos, viviendo en una choza en la choza de El Melocotón.
Paulino Gargantilla Serrano ordeñando una cabra.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Lo mismo se realizaba en otros pueblos extremeños como Villanueva de la Vera y en Madrigal de la Vera así como en pueblos abulenses como Candeleda y Guisando, realizando algunos cabreros de este último pueblo una verdadera trashumancia entre las dehesas del sur de la Sierra de Gredos y los pastizales o agostaderos de la vertiente norte de la Sierra.
Buen ejemplo de esto era el manejo que hasta hace unos años siguió la piara de cabras de raza Guisandera de Benigna Blázquez Garro y sus hijos Fidel y Carlos.
Piara de cabras.
Guisando (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Las vacas llegan a estas sierras utilizando cañadas, cordeles y veredas, pudiendo destacar fundamentalmente vías pecuarias como la Cañada Real Leonesa Occidental (Puerto del Pico) y el Cordel del Valle (Puerto de Tornavacas).
Así, desde las dehesas de Badajoz, Cáceres, Toledo e incluso Ciudad Real, donde han pasado el invierno, las vacas llegan a la Sierra de Gredos para aprovechar los pastos de agostadero.
Vacas subiendo la "calzada romana" del Puerto del Pico.
(c) Silvestre de la Calle García.
Hay vacas que, al igual que las de Guijo de Santa Bárbara, no cruzan la Cordillera y disfrutan de los agostaderos de las zonas altas de la vertiente sur de Gredos en las comarcas del Valle del Tiétar, la Vera o el Valle del Jerte.
Vacas Berrendas en Colorado.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle García.
Este aprovechamiento estival de los pastos de montaña, aunque con distintos nombres, se lleva realizando desde hace miles de años en la Península Ibérica.
Así en la Cordillera Cantábrica encontramos casos similares al de los cabreros de Guijo de Santa Bárbara como por ejemplo el de los Vaqueiros de Alzada de Asturias que se trasladaban desde los concejos costeros de Asturias hasta las altas montañas del interior con todos sus animales y enseres, alzando de esa manera todo lo que tenían.
Vacas Asturianas de los Valles durante la "alzada".
(c) Ceferino Fernández.
Con ciertas diferencias, se realiza este movimiento conocido como muda, en Cantabria, donde vacas y yeguas, ascienden desde los valles donde permanecen el invierno, a menudo estabuladas en el caso de las vacas, hasta los pastizales de montaña o puertos.
Vacas Tudancas camino del puerto.
Caloca (Cantabria)
(c) Carlos Fidel Vejo.
Y aunque ya prácticamente quede en el recuerdo, también debemos mencionar la muda pasiega, en la que toda la familia se trasladaba con sus vacas de ordeño de raza Pasiega a las cabañas y prados de zonas altas, llevándose consigo todos sus animales a semejanza de los vaqueiros asturianos y de los cabreros guijeños.
Muda de las vacas Pasiegas.
San Mamés de Meruelo (Cantabria)
(c) Sergio Canales García.
Podríamos seguir poniendo cientos de ejemplos más desde la gran trashumancia de las ovejas merinas que cruzaban año tras año y un par de veces la mitad de la Península Ibérica hasta los cortos movimientos realizados con el ganado lechero de cualquier especie o los cerdos que, por su elevado peso, no podía caminar largas distancias, pero con lo dicho hasta ahora nos hacemos una idea de la importancia del AGOSTADERO como se denomina en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) y de lo que se realiza en otras zonas de la Península Ibérica.
Ovejas trashumantes.
(c) Miguel Alba Vegas.
Para terminar este artículo, nada mejor que el testimonio de un viejo ganadero de Guijo de Santa Bárbara: Primitivo Torralvo García (1927-2020).
Primitivo Torralvo García, más conocido como "Tío Pivo", fue cabrero y administrador de la Dehesa Sierra de Jaranda, desempeñando el cargo de contaor.
Sin lugar a dudas fue uno de los mayores conocedores de la ganadería guijeña de todos los tiempos.
Primitivo Torralvo García.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
"Antes había mucho ganado, pero había pocas vacas y muchas cabras. Había tantos vaqueros como cabreros pero a lo mejor tenían 4 ó 5 vacas y pocos pasaban de 20 ó 25 mientras que los cabreros teníamos todos hatajos de 70 cabras para arriba y la mayoría andaban cerca del ciento.
En verano no te podías quedar por aquí abajo con las cabras porque había poca comida y entonces se te metían las cabras en alguna finca y ya estaba el lío, así es que era mejor irse a la sierra con ellas y llevarse a toda la familia. Allí se estaba todo el verano y se bajaba al pueblo una vez a la semana y si pasaba alguna cosa.
Las vacas estaban solas aunque alguna gente tenía vaqueros que se subían con ellas. Borregas había pocas y no gustaban mucho. Bestias había muchas porque toda la gente tenía por lo menos 1 ó 2.
Antes de echar el ganado para arriba, lo tenían que contar los contaores. Yo fui contaor varios años con mi quinto Juanito. Nos tirábamos unos pocos de días contando porque entonces a lo mejor había 30 ó 40 piaras de cabras y había que contarlas al ser de día porque si salían de los corrales era imposible.
Ahora pasa al revés. Hay muchas vacas, pocas cabras y menos bestias. Se cuentan rápido.
Ya no se sube a la sierra a vivir con el ganado porque ha cambiado mucho la vida y sobre todo porque no hay lobos, que antes de la liaban en cuanto te descuidabas".
Tío Pivo con las cabras de su nieto Alejandro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 2017.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Nota final:
Sirva este artículo de homenaje a todos los ganaderos guijeños de ayer y hoy por mantener viva la tradición ganadera del aprovechamiento de los pastos durante EL AGOSTADERO.
Carlos Jiménez Hidalgo, cruzando con sus vacas Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.
Técnico forestal.
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