AGUA DE ENERO, LLENA EL CUBO DEL VAQUERO Y VACÍA EL DEL CABRERO.

Curioso dicho popular recogido en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) y que sirve de título al presente artículo de EL CUADERNO DE SILVESTRE ¿Verdad?
¿Cómo puede un cubo, o cualquier otro recipiente, llenarse o vaciarse en función de quién sea su propietario y del ganado, en este caso vacas o cabras, que tenga?
Explicaremos a continuación este enigma que, pese a ser recogido en un pequeño pueblecito ganadero de la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres y en la vertiente sur de las estribaciones occidentales de la Sierra de Gredos, puede aplicarse a otros muchos puntos de España.

Puri Castañares Vidal ordeñando una cabra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Familia Pérez Castañares.

Guijo de Santa Bárbara es uno de los pueblos más lluviosos de Extremadura y figura entre los más lluviosos de España, recogiéndose con gran frecuencia más de 1.500 l por metro cuadrado de precipitaciones a lo largo del año, cifra que en ocasiones rebasa los 2.000 l.
Solamente en este último mes de enero de 2025, se ha recogido casi de 600 litros por metro cuadrado, cifra verdaderamente significativa.
Las lluvias se reparten desigualmente a lo largo de todo el año siendo especialmente lluviosos el otoño, el invierno y la primavera, mientras que en verano las precipitaciones son a menudo prácticamente nulas.

La Estaca. Garganta Jaranda.
Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Todo esto hace que el paisaje guijeño recuerde más al del norte de España que al de un pueblo extremeño si bien es cierto que todas las comarcas del norte de la provincia de Cáceres presentan unas características muy similares desde La Vera al Este hasta la Sierra de Gata al Oeste.

Vista general de Guijo de Santa Bárbara en otoño.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Podría pensarse que en un pueblo donde la economía de sus habitantes se basa o ha basado tradicionalmente en la ganadería complementada con la agricultura, las lluvias son siempre bien recibidas por todos los agricultores y ganaderos, pero nada más lejos de la realidad.

Vacas pastando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque el dicho o refrán popular termine paradójicamente con los cabreros, comenzaremos hablando de ellos puesto que, si Guijo de Santa Bárbara existe hoy como núcleo de población es precisamente gracias a los cabreros que hace siglos se asentaron en estas montañas buscando pastos frescos para sus ganados, al principio posiblemente de forma trasterminante o temporal llegando a comienzos del verano y marchando en el otoño, alojándose durante su estancia veraniega en las tradicionales chozas, y posteriormente ya de forma permanente.

Piara de cabras.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Cuenta la tradición oral, que el pueblo existe desde hace más de 2.000 años y que en él vino al mundo Viriato pero no entraremos en esta ocasión en este aspecto.
Sea como fuere, ya en 1468 Guijo era un pueblo plenamente consolidado y cuyos vecinos solicitaron al Señor de Jarandilla que les señalase coto para sus ganados que, aunque no se menciona en documento alguno, sería principalmente caprino.

Piara de cabras y al fondo Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Ya en siglos posteriores, los guijeños destacaban como productores de exquisitos derivados lácteos como mantequilla y queso fresco de cabra, producto este último del que producían a finales del siglo XVIII hasta 300 fanegas anuales (más de 13.000 kilogramos) y que hasta bien entrado el siglo XX fue uno de los principales productos exportados por los guijeños que en 1957 mantenían 3777 cabras repartidas en 40 ó 50 piaras y hatajos, cifra que años antes había rebasado las 4000 cabezas y que poco a poco empezaría a descender hasta situarse en las menos de 400 cabezas actuales en 3 explotaciones de cierta importancia.

Elaboración tradicional del queso.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las cabras de aptitud lechera o mixta, son animales muy rústicos que soportan tanto el frío como el calor pero que toleran mal la lluvia. Manejadas de forma extensiva con estabulación nocturna durante el invierno, la primavera y el otoño, las cabras pastaban durante todo el año en el campo, acompañadas en todo momento por sus propietarios o por cabreros y criados contratados para su cuidado.

Jacinto Torralvo con sus cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Incluso en los días invernales en los que la lluvia, la nieve y el viento dificultaban grandemente el pastoreo, las cabras tenían que salir a pastar porque no se podía suplementar su alimentación de forma alguna.

Julián Lean con sus cabras en invierno.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como decimos, las cabras aguantan muy bien el frío pero no la lluvia y otro viejo refrán guijeño nos lo recuerda así: "La cabra quiere hielo hasta que tire el pelo".
Esto significa que durante los meses invernales en los que la cabra desarrolla un pelaje más largo y basto para soportar las bajas temperaturas, no resiste bien la lluvia y la nieve porque al mojarse este pelaje, retiene la humedad y los animales lo pasan mal y no son capaces de alimentarse convenientemente durante el día ni de descansar bien durante la noche aunque sean alojadas en corrales cubiertos.

Cabras en la nieve.
Obsérvese la postura encogida de los animales.
(c) Alejandro Torralvo Gutiérrez.

Esto provoca que las llamadas cabras "tempranas", aquellas que parían en los meses otoñales y cuyos cabritos eran vendidos en fechas próximas a la navidad, se encontrasen en enero en el momento de mayor producción lechera por lo que el cubo del cabrero se llenaba fácilmente siempre y cuando las lluvias no fuesen demasiado copiosas ya que provocaban en los animales los efectos adversos antes mencionados y la consiguiente merma en la producción lechera que podía recuperarse ligeramente si el temporal remitía, aunque si se alargaba demasiado, muchas cabras y especialmente las de menor producción podían secarse, "ajugarse" o "enjutarse" y dejar de dar leche vaciándose así el cubo del cabrero.

Cabra con cabritos recién nacidos.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Para mitigar en parte esto, y aunque en Navidad los cabritos siempre eran más cotizados y buscados por los consumidores, los cabreros trataban de realizar paridera "tardía" en los meses de febrero y marzo, de forma que cuando los cabritos se vendiesen y comenzase el ordeño de las cabras, las lluvias fuesen más escasas y garantizasen así la producción de leche durante más tiempo, pudiendo la mayoría de las cabras ser ordeñadas hasta finales de verano.

Juan Antonio Rodríguez Vidal ordeñando una cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, aunque los pocos rebaños o piaras de cabras presentes en Guijo de Santa Bárbara se explotan de manera extensiva, cuentan con buenos corrales y naves para refugiarse y en los que permanecen los días en los que la lluvia o la nieve desaconsejan su salida al campo, siendo alimentadas con piensos y forrajes desecados, productos que reciben en mayor o menor cantidad durante gran parte del año en función de sus necesidades fisiológicas y de la disponibilidad de alimento en el campo por lo que ya los cabreros consiguen "controlar" un poco más el cubo para que no se vacíe del todo de la riquísima y valiosa leche de cabra.

Cabras en el interior de un corral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En cuanto al ganado bovino, fue siempre más escaso que el caprino en Guijo de Santa Bárbara debido a la complicada orografía de la sierra guijeña y, aunque es probable que siempre hubiese vacas, los primeros testimonios escritos de la cría de estos animales aparecen en la Carta de Villazgo de 1816 cuando se asegura que había en Guijo 963 cabezas de ganado bovino, equino y porcino frente a las 3003 que había antes de la Guerra de Independencia.

Vacas en la Plaza de Toros de Guijo de Santa Bárbara..
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1845, según el denominado Manuscrito del Seminario, sólo había en Guijo de Santa Bárbara 80 cabezas de ganado vacuno destinadas a la crianza de terneros, el trabajo y la producción de leche, destinando esta última para la alimentación familiar consumiéndose tanto en fresco como transformada en queso el cual nunca se comercializaba como ocurría con el de cabra.

Arando con una yunta de vacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Explotadas también de forma extensiva, las vacas seguían un sistema más dulcificado que las cabras. 
En verano pastaban en la sierra mientras que en otoño y primavera lo hacían en los prados y zonas bajas aunque al haber pocas, no era necesario realizar trasterminancia hacia las dehesas de otras poblaciones como se hace actualmente. 
En invierno, si el tiempo lo permitía, salían a pastar durante el día, pero durante la noche o en los días de temporal eran encerradas en los corrales, casillas y cuadras donde se las alimentaba convenientemente con heno y paja almacenados en verano, manteniéndolas a menudo atadas a los pesebres para facilitar su manejo y evitar que se pegasen.

Vacas junto a corrales tradicionales.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En esta época tenían lugar los partos, pues de esa forma se podía atender mejor a las vacas en caso de necesidad y los terneros, aquí llamados chotos, estaban a salvo de los abundantes lobos.
Bien alimentadas y durmiendo sobre una confortable cama de hojas, las vacas producían gran cantidad de leche para su ternero y los vaqueros podían ordeñar la leche sobrante para el consumo llenándose así el cubo de leche.

Vaca en el interior de un corral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero si las vacas no podían mantenerse en los corrales y tenían que pasar gran parte del tiempo fuera, esto tampoco preocupaba en exceso a los vaqueros puesto que, siempre y cuando el suelo no estuviese excesivamente embarrado, las vacas soportaban perfectamente la lluvia y se alimentaban sin problema del pasto de los prados o de las zonas bajas de la sierra complementado con el heno de los ameales hechos en los propios prados.

Haciendo un ameal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Con el tiempo, el número de vacas fue en aumento y se llegó a prohibir el pastoreo de vacas en la Sierra durante los meses de mayo y junio salvo que se tratase de vacas yunta, es decir, dedicadas al trabajo agrícola. Comenzaron así los ganaderos a realizar la trasterminancia a las dehesas, realizando la bajada en fecha variable según la disponibilidad de heno para alimentar a las vacas y regresando todos los vaqueros el mismo día: el Día de San Juan (24 de junio).

Vacas en la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Entonces, el agua de enero que caía en las dehesas a las que irían pronto las vacas, hacía que creciese abundantemente la hierba por lo que al llegar allí, las vacas producirían gran cantidad de leche para alimentar a sus terneros. Algunos ganaderos, de hecho, comenzaron a retrasar un poco la paridera de sus vacas para que los terneros naciesen ya en la dehesa y el traslado de las vacas fuese más sencillo.
Aunque los vaqueros trasterminantes no ordeñaban, se seguía llenando su cubo con el agua de enero, pero en este caso no era el cubo físico de ordeñar sino el bolsillo del blusón que se llenaría de billetes cuando se vendieran los chotos.

Vaca amamantando a su ternero.
(c) Miguel Alba Vegas.

Con el paso del tiempo, se introdujeron en Guijo de Santa Bárbara las vacas de raza Frisona, llamadas aquí Suizas, las cuales se dedicaban fundamentalmente a la producción de leche, resultando la venta del ternero un ingreso importante pero más secundario para sus propietarios.

Vacas Suizas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estas vacas, que llegaban a pastar en la Sierra en verano o en aquellas temporadas en las que daban poca leche, permitiéndose incluso su pastoreo en primavera por no poder ser llevadas a la dehesa debido a su gran peso y dificultades para realizar largos desplazamientos, pastaban la mayor parte de los días del año en prados cercanos al pueblo. 
Salvo que la lluvia fuese excesiva, se las sacaba de las cuadras, corrales y casillas al menos unas horas para que hiciesen algo de ejercicio y comiesen hierba fresca, produciendo así gran cantidad de leche que, ahora sí, llenaba el cubo del cabrero.

Ángel de la Calle Vicente ordeñando una vaca Suiza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Llegaron las vacas Suizas a convertirse en uno de los pilares fundamentales de la economía de numerosas familias guijeñas que en los años de agua sacaban gran cantidad de dinero gracias a la venta de leche mientras que los cabreros en tales años, sacaban poco. 
Generaba esto grandes discusiones, sobre todo entre vaqueras y cabreras pues mientras las primeras se alegraban mucho cuando llovía, las segundas echaban sapos y culebras por la boca...¡Y VICEVERSA! porque las vaqueras los años secos reguñían muchísimo también.

Conversación de las mujeres en la calle.
De izquierda a derecha, Justina Vicente, las hermanas Angelines, Asunción y Marcelina García, Benigna Burcio y Dolores García.
Guijo de Santa Bárbara. 1960.
(c) Familia De la Calle.

Actualmente, las vacas Suizas han desaparecido aunque algunos ganaderos han adquirido recientemente algunas novillas con la intención de utilizarlas como nodrizas de terneros huérfanos, mellizos o rechazados por sus madres, pero las vacas de aptitud cárnica explotadas en régimen extensivo y trasteminante son muy numerosas y constituyen la base de la economía de no pocas familias del municipio para las que el agua de enero llena el cubo....

Vacas en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, el agua, que es fundamental para la vida, puede llegar a ser verdaderamente destructiva y estos días en Guijo de Santa Bárbara hemos visto claramente sus efectos con el derrumbe de parte del muro del Parque de la Casa de Cultura.
Aunque las lluvias de este mes son muy beneficiosas para que el suministro de agua esté garantizado durante el verano y sobre todo el crecimiento del pasto, tanta lluvia es excesiva.

Parque de la Casa de Cultura 
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
30 de enero de 2025.
(c) Silvestre de la Calle García.

En este momento, la gran mayoría de las vacas pastan ya en las dehesas de invernada, donde permanecerán hasta principios de julio mientras que en el término municipal de Guijo pastan solamente unas cuantas vacas y las piaras de cabras para las que estas lluvias son poco apropiadas porque se vacía el cubo y hasta la cuerna que es más chica...

Ordeñando una cabra en una cuerna.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


A MODO DE EPÍLOGO
Como vemos, este dicho popular, refrán o como queramos llamarlo recogido en Guijo de Santa Bárbara y escuchado miles de veces por el autor en boca del ganadero Juan García García (1927-2012),  equivaldría al más conocido dicho de "nunca llueve a gusto de todos" aunque, en el caso de Guijo tiene tras de sí, como hemos podido ver, mucho más de lo que parece.

Juan García y el autor de este artículo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 1999.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.

Comentarios

  1. Genial este blog, felicidades por tu trabajo,saludos desde Asturias

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  2. Ya a ratos. Pero me encanta seguir viendo tus publicaciones.

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  3. No se si se publican los comentarios.😭😭

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