CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE ANTONIO LEANDRO DE LA CALLE JIMÉNEZ.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez nació el 13 de septiembre de 1924 en Guijo de Santa Bárbara y falleció en el Hospital Campo Arañuelo de Navalmoral de la Mata (Cáceres) el 7 de septiembre de 2022.
Cartero rural, ganadero y labrador, fue uno de los principales colaboradores de EL CUADERNO DE SILVESTRE y por ello, con motivo del centenario de su nacimiento dedicamos a él in memorian este artículo y también a su familia, especialmente a su viuda Visitación Hidalgo Burcio, gran colaboradora del blog.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Días después de su fallecimiento hace dos años, se publicó en este mismo blog un artículo titulado EL VAQUERO CARTERO. HOMENAJE A ANTONIO LEANDRO DE LA CALLE JIMÉNEZ el cual puede ser consultado por el lector que lo desee y en el que se cuenta pormenorizadamente la vida de nuestro protagonista, por lo que en el presente artículo haremos un breve resumen de la misma y nos centraremos en aspectos como su relación con este blog.

Portada del artículo EL VAQUERO CARTERO.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez fue el tercer hijo de Alonso de la Calle Jiménez (1892-1950) y de Marceliana Jiménez Esteban (1893-1985). Inicialmente, su padre era ganadero y labrador pero desde 1928 fue también cartero rural de Guijo de Santa Bárbara.
Al morir Alonso de manera repentina en 1950, Antonio continuó con los oficios que desempeñaba su padre.

Marceliana y Alonso con sus hijos Antonio y Marcelino.
(c) Familia De la Calle.

En 1951 contrajo matrimonio con Visitación Hidalgo Burcio (n.1929) con quien tuvo 4 hijos llamados Alonso (n.1952), Inmaculada (n.1954), María Antonia (n.1956) y Raquel (n. 1966).

Antonio Leandro y Visitación (1950).
(c) Familia De la Calle.

El oficio de cartero rural en los años 50 del siglo XX era verdaderamente duro pues Antonio Leandro tenía que bajar diariamente a Jarandilla a lomos de un burro para recoger el correo, subirlo a Guijo y repartirlo, recogiendo las cartas que los vecinos quisieran enviar. Como era la única persona que salía del pueblo de manera habitual, muchos vecinos le hacían encargos que debían realizar en Jarandilla.
Posteriormente, pudo comprar un coche que le facilitó enormemente el trabajo. Al ser el primer coche que hubo en el pueblo, Antonio tenía que hacer de "taxista" de manera totalmente gratuita para los vecinos del pueblo.

Subiendo de Jarandilla con el correo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como ganadero, Antonio comenzó haciéndose cargo de las vacas que heredó de su padre, las cuales eran de "raza negra", similares a las actuales Avileñas, aunque tuvo que cambiar el sistema de explotación trashumante seguido tradicionalmente en el pueblo por el estante, reduciendo para ello el número de vacas con el fin de poder mantenerlas durante la primavera en los prados, época en la que no estaba permitido el pastoreo de vacas en la Sierra de Jaranda.

Vacas negras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, compró vacas de raza Frisona, conocidas localmente como Suizas, dedicadas a la producción de leche y terneros.

Vaca Suiza.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con el paso del tiempo también tuvo vacas de raza Parda Alpina, conocidas localmente con el nombre de alpinas, menos lecheras que las suizas pero criadoras de mejores terneros para la venta y por lo tanto más apreciados por los carniceros.

Vaca Parda con su ternero.
Vaca de Antonio Leandro. 1980.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio nunca tuvo muchas vacas puesto que eran un mero complemento a su trabajo como cartero y una forma de aprovechar la hierba de los prados. Tuvo a lo sumo 4 ó 5 animales aunque rara vez sobrepasaba las 2 vacas adultas con sus terneros y alguna novilla de reposición.

Vaca alpina y suiza de Antonio Leandro. 1980.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Manejaba este ganado de forma semiextensiva combinando el pastoreo diurno con la estabulación nocturna e invernal.
Al no poder vigilar durante el día, optó por un ingenioso y novedoso sistema en la época como fue el cercado de los prados con vallas de madera. De esta forma, las vacas podían quedarse solas y Antonio podía irse a trabajar sin miedo a que se escapasen o invadiesen los terrenos de cultivo de la finca.

Valla de madera realizada por Antonio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esto le permitía dividir el terreno dedicado a pastizal en pequeñas parcelas para realizar un pastoreo rotacional conforme el ganado iba consumiendo o gastando la hierba de las parcelas, reservando algunas para la siega en verde o con destino al almacenamiento de heno para el invierno.

Finca de El Risco la Guija. 1975.
Obsérvese a las vacas pastando en una pradera mientras otra se riega y otra está reservada.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La agricultura constituía una actividad complementaria para Antonio que cultivaba verduras y hortalizas para el consumo familiar, cereales y forrajeras para el consumo del ganado, árboles frutales, olivos, viñas....aunque también cultivó tabaco durante muchos años.

Antonio y su hijo Alonso con el burro cargado de tabaco. 1960.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al jubilarse en 1989, Antonio siguió trabajando en el campo si bien vendió las vacas unos años antes debido a que tuvo que ser operado de una lesión de rodilla de la que luego se recuperó perfectamente.
Mantuvo durante años un burro para trabajar, además de tener en casa el cochino para la matanza y unas cuantas gallinas para el abastecimiento familiar de huevos.

Antonio sacando patatas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Ya entrado el siglo XXI, Alonso de la Calle Hidalgo, hijo de Antonio Leandro, maestro y fotógrafo, se dio cuenta que muchas costumbres tradicionales estaban perdiéndose pero que su padre conservaba muchas de ellas por lo que decidió fotografiar y grabar en video todo lo que Antonio realizaba día a día en sus fincas, aprovechando también sus conocimientos y buena salud para recrear oficios ya perdidos.

Recreación de la vida de los cabreros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como se ha dicho, Antonio fue durante 39 años cartero rural de Guijo de Santa Bárbara, bajando a Jarandilla cada mañana con su burro blanco para recoger el correo y subirse nuevamente a Guijo para repartirlo. Esto lo estuvo haciendo durante más de 15 años, hasta que por fin compró el coche.
Por ello, se quiso recrear aquellas imágenes y el reparto del correo por las calles antiguas del pueblo.




Arriba: Antonio subiendo de Jarandilla en el burro.
Centro arriba: Antonio en su casa junto a la mesa de su oficina de correos particular.
Centro abajo: Entregando una carta a Agripina Torollo.
Abajo: Antonio en la Calle Viriato.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al jubilarse y dedicarse al cultivo del huerto, Antonio tenía que realizar continuamente muchos trabajos y los hacía como siempre se habían hecho, sin necesidad de recrear nada.
Una de las labores que Antonio solía hacer a menudo, era la siega de la hierba en aquellos terrenos de la finca en los que, tras haber vendido las vacas y el burro que tenía, no pastaba ganado. Aunque los prados los tenía arrendados un ganadero de la familia, las zonas de árboles frutales y el huerto, estaban cercados para que no entrase el ganado.
Por ello, Antonio picaba la guadaña y segaba la hierba que, inicialmente se echaba a un montón para que se pudriese y poder utilizarla como abono pero que con el paso del tiempo sirvió para alimentar a los conejos y yeguas de los hijos y nietos de Antonio.



Arriba: Picando la guadaña.
Centro: Afilando la hoja.
Abajo: Segando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, cuando su hijo Alonso tenía ya dos yeguas, era necesario realizar la siega de prados para almacenar heno para el invierno, labor que pacientemente realizaba Antonio poco a poco y sin agobiarse, contando en ocasiones con la ayuda de su amigo Bundi Torollo.



Arriba: Antonio y Bundi afilando las guadañas.
Centro: Segando.
Abajo: Comiendo en el prado.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aprovechando los conocimientos de Antonio, Alonso decidió fotografiar y filmar todo el proceso de fabricación de un ameal, forma tradicional de almacenar y conservar el heno para el invierno cuando los prados estaban en lugares de difícil acceso o lejos de los corrales.


Arriba y abajo: Haciendo el ameal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez hecho y rematado, el ameal durará meses e incluso años y ni la lluvia ni la nieve mojarán el heno si el ameal ha sido correctamente realizado. Cuando se necesita heno para el ganado, se extrae con un pelador, que es una especie de pequeño gancho o arpón inicialmente de madera y posteriormente de hierro.


Arriba: Ameal en invierno.
Abajo: Sacando heno del ameal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio realizó siempre la vendimia y la elaboración del vino de manera totalmente tradicional y artesanal. 
Estas tareas, se iban de alguna forma mecanizando en algunas bodegas pero Antonio se mantuvo fiel a las viejas tradiciones bodegueras y vinateras heredadas de sus antepasados.





Arriba: Vendimiando.
Centro arriba: Pisando la uva.
Centro abajo: Corriendo la canilla.
Abajo: Echando el vino en la damajuana.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio realizaba las tareas propias de la vendimia y la bodega vestido con la ropa que habitualmente utilizaba en su vida diaria, pero no tenía ningún problema en caracterizarse con ropa de época para recrear escenas de épocas pasadas.


Arriba: Meciendo las tinajas.
Abajo: Corriendo la canilla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En los últimos años, la uva era cortada y transportada en cajas cargadas en coches desde las viñas hasta la bodega, pero tradicionalmente este transporte se hacía en cestos de mimbre de gran tamaño llamados "covanillos" que eran cargados en caballerías, actividad que se recreó para fotografiarse y filmarse utilizando la burra de Ángel de la Calle Vicente "Caniche" otro de los grandes actores para la filmación de actividades tradicionales.



Arriba: Covanillo con uvas.
Centro: Antonio Leandro con el covanillo al hombro.
Abajo: Llevando la burra con los covanillos.

Fabricar los cestos es una actividad compleja que deben realizar los cesteros, pero se les debe proporcionar la mimbre que Antonio cortaba de las mimbreras que crecían en su finca. Una vez cortadas, las mimbres son peladas y la piel o correa, se aprovecha para colgar el tabaco.
Esta actividad casi perdida, fue una de las que fue necesario recrear.




Arriba: Cortando las mimbres.
Centro arriba: Cargando las mimbres.
Centro abajo: Pelando las mimbres.
Abajo: Recogiendo las mimbres peladas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Además de vino, en su bodega Antonio elaborada aguardiente con el hollejo de las uvas ya fermentadas una vez que se corría la canilla. Dicho aguardiente era fundamental para la elaboración de exquisitos licores como el de nuez, frambuesa o el más clásico de todos: la gloria.


Arriba: Antonio y Visita sacando el mosto de la tinaja.
Abajo: Haciendo la gloria con 4 litros de mosto y 1 litro de aguardiente.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En su huerto, o vergel como se dice en Guijo de Santa Bárbara, Antonio Leandro cultivaba de todo: pimientos, tomates, calabacines, judías, lechugas, cebollas...pero el cultivo principal y al que dedicaba más tiempo, cuidado y mimos, era la patata.

Regando las patatas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez recogidas, las patatas eran llevadas en sacos cargados en el coche hasta la bodega para proceder a su almacenamiento, pero tradicionalmente se utilizaba otro método para conservar las patatas tardías en el campo sin que se estropeasen. Se trataba de los hoyos de patatas, trabajo tradicional que fue recreado con Antonio y su esposa Visita y que ya estaba prácticamente olvidado.




Arriba: Base del hoyo.
Centro arriba: Echando las patatas en el hoyo.
Centro abajo: Hoyo listo para ser tapado.
Abajo: Tapando el hoyo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los hoyos se hacían en octubre-noviembre y cuando las patatas tempranas se agotaban, se procedía a abrir los hoyos y a llevar las patatas a la bodega de casa, lo cual solía hacerse ya a finales del invierno e incluso en primavera.




Arriba: Quitando la tierra del hoyo.
Centro arriba: Retirando los helechos.
Centro abajo: Llenando los sacos.
Abajo: Cerrando el saco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al tener unas cuantas gallinas para el gasto de casa, Antonio sembraba también panizos (maíz). Una vez secas, las mazorcas eran recogidas en sacos y llevadas a casa para almacenarlas en el desván. 
Cuando era necesario el grano para alimentar a las gallinas, se procedía al desgranado de las mazorcas.

Antonio y Visita desgranando las mazorcas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otros productos requieren menos tratamiento para su conservación como los pimientos que se enristran o la manzanilla que se cuelga en manojos.


Arriba: Haciendo las "riestras" de pimientos.
Abajo: Haciendo manojos de manzanilla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las labores domésticas, realizadas siempre por las mujeres, en ocasiones requerían la ayuda de los hombres. Antonio ayudaba a Visita en la engorrosa e incluso peligrosa tarea de elaborar el jabón casero utilizado para lavar la ropa, fregar los cacharros y los suelos y para lavarse.


Arriba: Haciendo el jabón.
Abajo: Cortando y colocando los "retazos" de jabón en una caja.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tanto para hacer el jabón como muchas otras tareas que requieren el uso de fuego natural en lugar de hornilos de gas u otros medios, se necesita abundante leña que hoy puede cortarse con motosierra pero que antes tenía que ser cortada con herramientas manuales, utilizando sierras o tronzadores y hachas o sigurejas para el corte y marras y cuñas para dividir los leños en trozos más pequeños y manejables, actividad recreada con Antonio.


Arriba: Afilando la sigureja.
Abajo: Partiendo un tronco con la marra y las cuñas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La leña, hoy se lleva a casa cargada en vehículos pero antaño todo se hacía a lomos de caballerías y con Antonio, perfecto conocedor de la técnica de carga con el uso de cargaeras, se recreó esta tarea utilizando la dócil burra de Gonzalo Vergara.



Arriba: Cargando la leña en la burra.
Centro: Burra ya cargada.
Abajo: Descargando la leña en casa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No todo lo que se ha recreado con Antonio fueron duros trabajos pues también se realizó la recreación de la elaboración tradicional de los calvotes o castañas asadas.



Arriba: Encendiendo la lumbre.
Centro: Asando los calvotes.
Abajo: Pelando los calvotes.

Una actividad tradicional que Antonio estuvo realizando hasta pasados los 90 años fue la pesca de truchas. Los últimos años ya pescaba con cañas modernas de fibra pero en épocas pasadas lo había hecho con cañas de bambú por lo que se recreó con él esta actividad.


Arriba: Pescando con la caña.
Abajo: Con el canasto para echar las truchas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Muchas más labores realizadas por Antonio han sido documentadas por su hijo mediante vídeos y fotografías, siendo fundamentales muchas de ellas para ilustrar los artículos de EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Tal vez note el lector la falta de la recreación de las actividades ganaderas que Antonio realizó en su juventud pero es preciso tener en cuenta que el manejo de animales por personas extrañas es algo muy complicado y que para un hombre de avanzada edad como Antonio, aunque gozase de buena salud, entrañaban ya ciertos riesgos, motivo por el cual hubo que prescindir de realizar dichas recreaciones.

Recogiendo aceitunas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero lo más importante es que gracias a la prodigiosa memoria de Antonio y a su gran capacidad para relatar todas las tradiciones y costumbres antiguas de Guijo de Santa Bárbara, se ha podido recopilar valiosa información para plasmarla en los artículos del blog y que no quede en el olvido.
Y no sólo eso, pues Antonio continuó con la tradición de su madre y sus antepasados al custodiar un archivo familiar de valor incalculable que ha sido la base para que se hayan podido escribir libros como el de ANTONIO JIMÉNEZ GARCÍA. EL ABUELO VIEJO, escrito por Silvestre de la Calle García y Alonso y Raquel de la Calle Hidalgo o LA DEHESA SIERRA DE JARANDA escrito por Silvestre de la Calle García y Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio Jiménez García. El Abuelo Viejo.
Tatarabuelo de Antonio Leandro de la Calle Jiménez.
(c) Retrato pintado por Francisco Martín Rivera.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez fue un hombre sencillo, trabajador, muy alegre y al que todo el pueblo quería y respetaba.
En sus últimos años, cuando ya era el más viejo del pueblo y paseaba por la calle, todo el mundo le saludaba y conversaba un ratito con él, conscientes de su gran sabiduría y de que era uno de esos auténticos sabios de antaño que cuando nos dejan, es como si se quemase un valioso libro de valor incalculable por estar lleno de conocimientos que no aparecen en ningún otro lugar del mundo.

Antonio (95 años) y Visitación (90 años) recibiendo la visita del Padre Francisco Torres.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque hace dos años que falleció, desde EL CUADERNO DE SILVESTRE y aunque sea a título póstumo, queremos dedicar este sencillo pero sincero homenaje a un gran hombre de esos que sin hacer aparentemente grandes cosas, forjan la historia de nuestros pueblos.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez a los 97 años.
(c) Rosa María Rodríguez Leal.


A MODO DE EPÍLOGO.
Muchos lectores ya lo sabrán, pero para quienes no lo sepan diré que Antonio Leandro de la Calle Jiménez era mi abuelo paterno.
Creo que con esto no hace falta añadir más a este artículo pues un abuelo es un abuelo.

Mi abuelo y yo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.

Comentarios

  1. Excelente documental sobre tu abuelo y de un buen hombre muy trabajador. Como siempre documental k haces lo bordas,buen trabajo Silvestre. Gracias.

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  2. Puedes sentirte orgulloso de la excelente persona que era tu abuelo.

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  3. Con las felicidades le deseo descanse en paz

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  4. Conl las felicidades le deseo descanse en paz besos a todos

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